SAMARANCH Y LA MEMORIA

Artículo de Hermann Tertsch en “ABC” del 22 de abril de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Con una apostilla a pie de título:

¡Y ESTOS GENIOS VAN DANDO LECCIONES DE ANTIFRANQUISMO!

 (Discúlpelos, Hermann, se habrán saltado esa página del Manual: un error de novicios).

Luis Bouza-Brey (22-4-10, 23:00)

Enternecía ayer el zapear por las cadenas amigas de la secta socialista del Gobierno en las que dominaban por completo la información dos cuestiones principales. No eran otras, por supuesto, que la muerte de ese gran español, siempre hábil e inteligente, que fue José Antonio Samaranch, y por otro lado el debate parlamentario habido por la mañana, tumultuoso y agresivo. Los panegíricos -discursos o composiciones poéticas de tono solemne en los que se alaba a una persona de gran relevancia, como un héroe, un santo o un poderoso (diccionario de la lengua)- por Samaranch no tenían fin. Héroe, santo o poderoso o las tres cosas a la vez ha sido para nacionalistas y socialistas este español longevo que ha tenido una vida completa, consumada y feliz siempre arrullado por la suerte, el bienestar, sus habilidades y por el poder. Ha tenido este hombre sin duda extraordinario una existencia que ha sido un lujo. Descanse en paz. Sus méritos a favor de España, desde su embajada en Rusia a traer los Juegos Olímpicos a su ciudad natal Barcelona, están siendo recordados sin cesar y con mucha razón.

Pocos, sin embargo, entre los generadores de loas a pleno rendimiento nos hablan del Samaranch como alto cargo de la Falange Española y de las JONS. También entonces él pensaba que servía a España con Franco, como después sirvió tan bien al socialista Pascual Maragall a transformar y modernizar totalmente la ciudad de Barcelona gracias a las Olimpiadas. Entre 1955 y 1962 fue concejal de Deportes en Barcelona, y de 1966 a 1970, delegado nacional de Educación Física y Deportes, en plena dictadura franquista, de cuya elite fue un miembro destacado en Cataluña. Asimismo, fue procurador en Cortes de 1967 a 1977 y presidió la Diputación de Barcelona entre 1973 y 1977, hasta su nombramiento como embajador en la Unión Soviética. Es decir, que con ese pasado parece un terrible despiste del juez Baltasar Garzón que no lo pusiera en su famosa lista cuando era obvio que Samaranch vivía mientras todos los demás buscados estaban ya en el más allá.

Curioso lo olvidadizos que son los de la memoria histórica cuando les conviene. Y qué bonita ironía que mientras todos los medios socialistas ensalzaban a este falangista de postín durante la dictadura, el vicepresidente del PSOE arremetía contra el Partido Popular en el Parlamento por «apoyar a la Falange» en el caso de la prevaricación aún presunta y múltiple contra el juez Garzón. Ese juez cuyos defensores no hacen sino repetir por todo el mundo la mentira de que es juzgado por antifranquista o adalid en defensa de las víctimas de la guerra civil, y no por prevaricación y por sospechas de complicidad pecuniaria con algunos encausados a los que salvó él del juicio. Curioso país este donde las instituciones gubernamentales hacen causa común con un juez encausado y lanzan una campaña de difamación contra los jueces de los más altos tribunales del Estado. Resulta que la Falange de hoy, que serán cuatro gatos, supongo, pero al fin y al cabo ciudadanos como todos los demás y sus mismos derechos, no pueden pedir justicia a secas. ¿Se les quiere privar de los derechos por lo que piensan? ¿Con lo exquisitos que somos en los derechos de los etarras y asesinos de menores? Grotesco este país donde el presidente del Congreso, el gran mago inmobiliario, retrasa un acto para mostrar su entusiasta solidaridad con un juez inculpado en tres casos que además llega tarde a las citas. Igual que llega tan tarde a ver tantos papeles pendientes que a veces se le van de rositas unos narcotraficantes. Por supuesto, Bono fue el primero en hacer una apología incontinente de la figura de Samaranch. En fin, señores, quede claro que mi respeto por el señor Samaranch y su trayectoria es máximo. Como lo es por tantos hombres y mujeres que lograron desde dentro y fuera del pasado régimen una transición pacífica a la democracia. Pero tiene gracia que aquellos que ahora agitan el fantasma de la Falange cuando no es nada se olviden o oculten que Samaranch fue mucho en la Falange cuando ésta lo era todo.