ESPAÑA Y ESPAÑOS

 

 Artículo de David Torres en “El Mundo” del 15.03.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

No hay duda: tenemos un Gobierno posmoderno. Un Gobierno posmoderno es semejante a un artista posmoderno: no hay que pedirle esculturas, sinfonías o novelas. En vez de La victoria de Samotracia, un escultor posmoderno coge una palangana vieja y le planta encima una bosta de vaca. En vez de una partitura, un músico posmoderno coge los dos violines, la viola, el violonchelo, los tira desde el hueco de un montacargas y el resultado es un cuarteto de cuerdas.Si hay suerte, lo que queda de los instrumentos podrá exponerse en una galería de arte. La posmodernidad bien entendida es reciclaje.

En vez de un chuletón de Avila a la brasa, un cocinero posmoderno te sirve la foto de un chuletón, la quema encima del plato y luego le echa un chorreón de aceto balsámico para que quede fetén.El plato sabrá a papel quemado, no quitará el hambre y costará una pasta gansa, pero lo que cuenta es el concepto. Del mismo modo, a un Gobierno posmoderno no se le pueden pedir soluciones para esos anticuados problemas de la vivienda, la desigualdad social, el paro, que ya no interesan a nadie. Quita, quita, eso de las soluciones es tan antiguo como el canto gregoriano.

Un Gobierno posmoderno y conceptual no da soluciones sino que inventa problemas donde no los había. En tan sólo dos años, el Gobierno de Zapatero no sólo ha conseguido tocarle las narices a la Iglesia y al Ejército -dos menhires ancestrales que convendría dejar quietecitos- sino que, para celebrar el aniversario como Dios manda, ha despertado los fantasmas de la Guerra Civil. Ha logrado que media España mire con desconfianza y recelo a la otra media, que ni siquiera sabe ya si debe llamarse España o Cataluña, nación o país, estado o palangana o cuarteto de cuerdas.Hay que reconocer que esto es muy difícil.

Ahora el Gobierno está verdaderamente obsesionado por la aplicación equitativa de las desinencias gramaticales. Si, como dijo San Juan, en el principio era el verbo, entonces el bautismo de los nuevos palabros acabará por transformar el mundo. Un discapacitado no será ya alguien que no es capaz y, en cuanto mire el diccionario, el progenitor A dejará de pegar palizas al progenitor B. El lenguaje es machista y cabezón, pero pronto, igual que vascos y vascas, habrá personas y personos, estatutos y estatutas, Españas y Españos.El enigma irresoluble del 11-M quedará aclarado en cuanto comprendamos que la mochila también era un mochilo y los terroristas, terroristos.

Las izquierdas y los derechos, las derechas y los izquierdos se darán la mano y la mana, y todo quedará en paz por los siglos de las siglas. En su búsqueda infatigable de la paridad, no sólo habrá tantos ministros como ministras, sino tantos socialistas como socialistos. Para terminar de inaugurar esta nueva era gloriosa, el presidente electo debería entrar en el quirófano, quitarse las desinencias y salir como presidenta, para que los próximos dos años nos gobierne Zapatera.