LA REVOLUCIÓN

 

 Artículo de Francisco Umbral en “El Mundo” del 03.07.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Esto que venimos denunciando en este papel y otros no ha recibido todavía su nombre exacto, que es el de revolución. Alguien está revolucionando España, alguien está transmutando España, pero no sabemos quién es o no nos atrevemos a decir su nombre. Veremos.

Cuando ocurren en un país cosas características, cambios radicales y revés de estructuras, a eso, históricamente, se le llama revolución. ¿Por qué en España, donde se registran revoluciones anteriores, nadie ha dado el nombre de la cosa y por eso la cosa sigue sin descifrar? Movimiento de estructuras, ida y vuelta históricas, revoluciones de clase, de modos y de estilos. Pero nada cambia valientemente porque hay un presidente y un partido gobernante que quieren darse el gusto un poco estúpido de hacer una inversión meramente colonial, pero nadie se arriesga a más.

¿Sería eso grave para España? Lo sería en cuanto tomemos en serio la ceremonia y el país se manifieste bueno, malo, peor, fatal.

Efectivamente, nadie puede decir si España necesita o no ese cambio que tan tortuosamente se está haciendo. La cosa es digna de probanza en cuanto a su eficacia, pero los hombres a quienes ha tocado hacerlo o bien quienes se han inventando la nueva fisonomía española, no eran los llamados a diseñarla. Sin duda, la cosa está saliendo mal. Incluso peligrosamente mal. Nos hemos equivocado de caballero o nos hemos equivocado de cabalgadura. De momento, lo que uno quisiera denunciar aquí es ese desajuste entre propósitos y realizaciones que venimos padeciendo cada día. No es sólo que el señor Zapatero no esté claro de ideas sino que tampoco está claro para nosotros si Zapatero era el socialista valiente llamado a dar a cada cosa su nombre. Porque es evidente que aquí fallan los nombres y fallan las cosas.

Un país suele ser o nacer de la conjunción de los substantivos y los adjetivos, de ahí que el juego substantivo/adjetivo nos equivoque casi siempre a la hora de nombrar, según la reciente polémica entre catalanes, gallegos, andaluces, madrileños y toda la basca.

Ni siquiera son afines los peninsulares en la manera de nombrar. Todavía en la pasada primavera se daba polémica a estas cosas porque detrás había otras. ¿Se encamina España a un caos revolucionario como los ya vividos, o sea con víctimas, amigos y enemigos a muerte? Nosotros opinamos que sí, porque aquí es negativo todo lo que es activo: el Ejército, la relación extranjera, la relación exterior, interior y todo lo demás. El señor Zapatero nos está llevando, sin perder la sonrisa, a un caos nacional que tampoco tiene motivaciones claras, desde los comunistas a los masones. ZP no es un revolucionario clásico, pero tampoco es un nuevo chico de los que alternativamente asaltaban París. Sea como fuere, lo evidente es que ha llegado la hora, el puente en que este señor nos enseñe el carné de conducir. España no confía en él y él no confía en España, porque a todo el mundo le pide la hora y le toma medidas. No se fía de nadie ni nadie se fía de él. Delicioso clima de volubilidad e improvisación. La vicepresidenta, sola figura seria del retablo, anuncia otro desfile Vogue para aflojar.