NO, NO Y NO

 

Artículo de Alfonso Ussía   en “La Razón” del 10 de mayo de 2008

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Ha dicho Fraga que «toca renovación». De acuerdo. Empezando por el líder. Nada puede renovarse si el encargado de renovar no se renueva

 
No a la dimisión en la noche de las elecciones. No a las primarias. No a revelar los nombres de los componentes de su nuevo equipo. Me está defraudando Rajoy, no sólo como político y dirigente de un partido que reúne más de diez millones de votos, sino también como persona. Para mí, que se sostiene gracias a las adulaciones y los cantos de sirena de sus allegados favorecidos. Detrás de todos, en la sombra, el inefable Arriola, leal como nadie a los desastres. Con todos los respetos que me merece como persona y salvando las distancias de las comparaciones, creo que Arriola se ha convertido en el Rasputín del Partido Popular, y que Rajoy anda un poco de zarina. Todos son sus enemigos y en nadie confía, excepto en Soraya Sáenz de Santamaría, tan simpática, tan convincente y tan clamorosamente recibida. No, no y no. ¿A qué juega Rajoy?


Nada de esto habría sucedido de haberse comportado Rajoy como era de esperar en la noche de las perdidas elecciones. Ampararse en el aumento de votos es truco antiguo. De nada sirve sumar más votos que en las elecciones pasadas si el adversario lo hace también y con mejores resultados. No supo sacar tajada de la desastrosa gestión socialista en Cataluña. Todavía está pagando el Partido Popular el regalo de la cabeza de Aleix Vidal-Quadras que Aznar envió a Pujol sobre una bandeja de plata. A Sirera habrá que pedirle explicaciones, pero Rajoy apoya a Sirera, y las explicaciones vuelan por los espacios sordos de las componendas.


A los «pata negra» del Partido Popular se los ha ido cargando poco a poco, con sabiduría de bruma gallega. De Zaplana a Mayor Oreja, de Rato a Álvarez-Cascos, de Acebes a Pastor. Arriola en la sombra. Ha dicho Fraga que «toca renovación». De acuerdo. Empezando por el líder. Nada puede renovarse si el encargado de renovar no se renueva. El electorado, atónito, solo y perplejo, como el hombre de Antonio Mingote, atónito, solo y perplejo. La marea de cobistas y mantenedores en Génova impide a Rajoy la visión de la playa. Esa playa agradecida y decente que es la dimisión. Y lo malo es que la marea bajará, y cuando lo haga, la playa no será agradecida ni probablemente decente. Será inevitable, y a ella llegará a destiempo, por culpa de su obcecación, de su empecinamiento, y de los malos consejos de sus inmediatos malos consejeros. Por ahí Rasputín atribulando a la zarina con listas de enemigos y nombres de conspiradores. «Pero que no se entere el Zar». ¿Y quién es el Zar? En el Partido Popular se ningunea a un Zar que no existe, porque también él fue el culpable del desajuste actual.

 
Rajoy no merece ser tratado como Rajoy le trata. Rajoy amanece cada día resuelto a terminar con Rajoy, pero al llegar al despacho de la calle Génova, Rajoy convence a Rajoy de que hay que seguir en la brecha. Nunca mejor escrito brecha, o grieta, o tajo. Un Rajoy, el que no reconoce sus errores, vence día tras día al buen Rajoy que conocimos todos. Los diez millones de españoles que creen en un proyecto político representado por el Partido Popular no merecen esta lucha de rajoyes. Y detrás, siempre Rasputín, llenando de luciérnagas el desasosiego de la zarina. No, no y no.