NO ES UNA FRASE
Artículo de Alfonso USSÍA en “La Razón” del 24/12/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
«A España servir hasta morir». La leyenda se leía en una montaña de Tremp frente
a la Academia General Básica de Suboficiales del Ejército. Es el lema de la
Academia. De golpe ha sido retirada. Los nacionalistas catalanes no podían
permitir un mensaje de este tipo en una localidad de Lérida. Días atrás, un
político tan sensato y medido como Duran Lleida firmó un artículo en el que
calificaba de «vergonzosa inscripción» el lema de la Academia de Suboficiales.
¿Por qué vergonzosa? Los comunistas de Iniciativa por Cataluña-Los Verdes, los
ecologistas «sandías» también exigieron la retirada amparándose en la
«adecuación ambiental». Pero lo insólito, lo incomprensible, lo inaudito es que
el Ministerio de Defensa ha ordenado retirar el lema inscrito en la piel de la
montaña del Talarn. «A España servir hasta morir» ha desaparecido. Los militares
empiezan a estar demasiado acostumbrados a las humillaciones. Una cosa es la
disciplina y la lealtad. Otra muy diferente, la aceptación callada y la
resignación ante la herida.
De seguir así las cosas, en unos meses se ordenarán borrar de los regimientos
los lemas patrióticos de los militares. Y el «Todo por la Patria» de la Guardia
Civil será sustituido por un «Todo por lo Políticamente Correcto» –casi siempre,
incorrectísimo–, que pretenden imponernos estos retroprogres acomplejados y
resentidos. Si la retirada del lema de la Academia de Suboficiales es
consecuencia de los humillantes pactos acordados por el actual Gobierno de
España con los nacionalismos independentistas, habrá que exigirle al ministro de
Defensa la dimisión. No vale llenarse la boca la defensa de España y
simultáneamente obedecer sin rechistar una orden deleznable. Y si el responsable
es el ministro de Defensa, se echa de menos una respetuosa, pero enérgica
protesta en voz alta de los mandos militares.
Retirar el lema de la montaña de Tremp equivale a reconocer que «A España
servir hasta morir» es un mensaje equivocado, provocador y vergonzoso, como
escribía el hasta ayer moderado Duran Lleida. Humillación tras humillación, las
Fuerzas Armadas cumplen en silencio la orden de su desgarramiento. No se pide un
concierto de ruido de sables en las salas de Bandera, pero sí una voz autorizada
y respetada que defienda con gallardía a los militares, y a lo que significan.
Eso, el servicio a España, la renuncia a la ambición económica, la veneración
por unos valores supremos que han perdido su reconocimiento en un sector de la
sociedad civil. Escribo que en un sector. Hay otra sociedad civil que admira
profundamente la firmeza, el sacrificio y el sentido patriótico de los
militares. Hay otra sociedad civil que asume por entero los lemas de sus Fuerzan
Armadas. Porque ahí está el problema. No son frases, no son mensajes, no son
lemas. Son voluntades expresadas, son juramentos, son promesas, son decisiones.
A nadie le asusta una frase. Pero los nacionalistas saben que no se trata de una
frase, y que por mucho que desaparezca de una montaña una leyenda, el espíritu
del lema permanece intacto en casi todos los miembros de la milicia. Lo que
molesta a los separadores es todo lo que une. Un lema se borra, se amputa, se
modifica y hasta se prohíbe. Pero en la estructura anímica de los militares se
mantiene e, incluso, crece aún más desde la adversidad y la injusticia. La
retirada del lema es un deshonor político, pero el honor de los militares no
desaparece. Intentarán prohibirles también el grito de «¡Viva España!», que sólo
se admitirá en los acontecimientos deportivos para animar a la selección de
España, mientras dure, claro. El honor de nuestras Fuerzas Armadas está muy por
encima de los chalaneos políticos y las humillaciones cretinas. Pero se echa de
menos la voz que lo proclame, la voz que se arriesgue a gritar ese «¡Basta ya!»
que a tantos se las pasea por la garganta. El militar que lo haga será
fulminado, pero representará el honor de todos sus compañeros.
Porque vuelvo a lo anteriormente expuesto. No los conocen. «A España servir
hasta morir» no es un lema, no es una frase. Es una vocación decidida, un
juramento invencible y un ofrecimiento inalterable. Y eso es lo que tanto asusta
a los que han exigido borrar unas palabras de una montaña de Lérida.