RÉQUIEM POR ESPAÑA
Artículo de Luis Felipe UTRERA-MOLINA
en “La Razón” del 24/12/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
e dicen hoy –y aún me resisto a creerlo– que los alumnos de la Academia de
Suboficiales de Talarn en Lérida retiraban ayer, por orden de la superioridad,
la palabra España del lema de su unidad: «A España servir hasta morir».
Contemplaba al mismo tiempo cómo el Parlamento Vasco certificaba el acta de
defunción de su Estatuto y anunciaba con insolencia la futura autodeterminación
de Vasconia con la inestimable colaboración de los terroristas de Batasuna, de
los comunistas de Izquierda Unida y el no menos culpable complejo de algunos
socialistas empeñados en hacerse perdonar su condición de españoles. Llevamos
tiempo asistiendo inertes cómo el nombre y el ser de España desaparece de
Cataluña y de las Provincias Vascongadas entre la saña de muchos y el silencio
cobarde de otros. Nos hemos acostumbrado a soportar impasibles la imposición del
catalán y el vascuence incluso para nombrar al Rey de España, mientras
declinamos acomplejados utilizar nuestra preciosa lengua universal para nombrar
a cualquier persona o institución oriunda de dichos territorios. No en vano, hay
quien elude hablar del español, y defiende la denominación de castellano para
nuestro idioma, para evitar ofender a los únicos que no pueden sentirse
ofendidos por dicho nombre, pues reniegan de España y de todo lo español.
España está en almoneda, y quien ha buscado su destrucción se ha asegurado
antes de neutralizar cualquier posible obstáculo u oposición a su miserable
pretensión. Pero no nos engañemos; no atribuyamos toda la culpa al Gobierno
débil e incompetente salido del 14 de marzo. Repartamos la culpa por igual a
todos cuantos desde la derecha y la izquierda han mirado antes por la
permanencia en el poder que por la defensa de la unidad de España. A quienes
desde las filas del «café para todos» entregaron la educación de dos
generaciones en manos de quienes tenían por objetivo la separación de España. A
quienes, desde las filas de la derecha, obligaron a todos los españoles por
decreto a utilizar el catalán o el gallego para nombrar a Lérida, a Gerona o a
La Coruña. A quienes, desde la izquierda, no tienen escrúpulos a la hora de
humillarse cuando lo pide un despreciable sujeto que pide que las pistolas se
dirijan a España y no a Cataluña y al que le basta una ligera presión sobre los
testículos del Gobierno de España para hacer que salga a cantar alguno de sus
ministros con la letra que le escriben desde algún despacho de la Plaza de San
Jaime.
La situación es ya demasiado grave como para contemporizar con quienes buscan
romper a España entre cantos de aldeanismo trasnochado. El respeto y el orgullo
por nuestra riquísima diversidad no debe ser obstáculo para la firme defensa de
nuestra unidad si no queremos quedarnos sin patria. Es la hora de retratarse
ante la Historia, y ésta no entiende de cálculos o conveniencias electorales. Es
la hora de defender el nombre de España sin complejos posmodernos, porque España
es el futuro que algunos nos quieren robar mientras dormimos.