ENTREVISTA A  FRANCISCO VAZQUEZ, EMBAJADOR DE ESPAÑA EN EL VATICANO,

 

Por Esther Esteban en “El Mundo” del 12.11.06

 

 

«HAY QUE CAMBIAR LA LEY ELECTORAL PARA IMPEDIR QUE LOS PARTIDOS PEQUEÑOS SOMETAN A LAS GRANDES MAYORÍAS»

 

 

Ha aprendido en un tiempo récord, de apenas seis meses, los secretos mejor guardados de su actual cargo y condicion: embajador y, aunque el suyo es un puesto por designacion y netamente politico, se mueve como pez en el agua en el proceloso mundo de la diplomacia. Algo que podIa parecer imposible por su perfil de hombre que dice siempre lo que piensa y piensa lo que dice. Si a esto se le añade que representa a nuestro país ante el Vaticano, se podra concluir que estamos casi ante la cuadratura del c Irculo, si no fuera porque su nombre es Francisco Vázquez. Para muchos, un socialista atípico: católico practicante, antiabortista, azote de los terroristas, antinacionalista y defensor de la unidad de España, que ha logrado el milagro de recomponer y engrasar las difíciles relaciones de la Iglesia y el Estado en los tiempos que corren.

La entrevista se celebra en Roma, en la sede de la embajada: un impresionante Palacio situado en pleno centro de la ciudad que da nombre a la Plaza de España. Tal vez por eso, el embajador -un hombre muy popular, cuyo currículo esta avalado por haber sido el alcalde y senador más votado en la historia de su partido- se queja amargamente del deterioro de la fachada del edificio, impropia, según dice «de la imagen que tiene que dar un país próspero que va como una moto en crecimiento». En los escasos 10 minutos que duró la sesión fotográfica se le acercaron a saludar siete españoles procedentes de La Rioja, Cataluña y Andalucía, quienes unánimemente le animaron a seguir siendo «un político valiente que dice verdades como puños».

Dicho y hecho: haciendo honor a su fama, afirma que no se puede admitir el chantaje miserable de un asesino como De Juana Chaos, ni poner en entredicho la autonomía del Poder Judicial. Señala que la condena de la violencia es un requisito moral, político y jurídico para la legalización de Batasuna y reconoce que hubiera sido mejor que el PSC hubiera pactado con CiU que reeditar el tripartito. Pide una cambio en la Ley Electoral para cortar el desenfreno nacionalista y se muestra leal hasta la médula con el presidente del Gobierno, aunque no sea sumiso.

 

PREGUNTA.- Finalmente, el Gobierno y la Iglesia han llegado a un acuerdo de financiación, lo que ha provocado discrepancias en un sector de su partido que pretendía suprimir cualquier ayuda.

 

RESPUESTA.- Lo que se ha hecho, por primera vez desde la Transición, es regular la financiación que le corresponde a la Iglesia, porque así está previsto en la Constitución. Es un buen acuerdo, que permite a la Iglesia afrontar parte de sus necesidades y que no tengamos que estar debatiendo todos los años en el Parlamento las partidas supletorias. Quien cuestiona este acuerdo demuestra ignorancia sobre el papel y la función de la Iglesia.

 

P.- Usted ha dicho que resulta decimonónico y casposo el anticlericalismo que se vive en España. ¿Eso es tan raro en un Estado laico?

 

R.- En un Estado laico es tan anacrónico que la Iglesia intente tener un control del poder como mantener posturas anticlericales cuando impera el principio de libertad religiosa. En España hay un anticlericalismo que reaviva ese desencuentro entre la izquierda y la Iglesia. Los enfrentamientos entre la Iglesia y el Gobierno siempre tuvieron malas consecuencias, y no deben repetirse errores.

 

P.- Pues el Gobierno de Zapatero ha tenido sonados desencuentros con la Iglesia: la clase de religión, el matrimonio entre homosexuales...

 

R.- Cuando llegué a la embajada, observé una gran desconfianza recíproca. Ni la Iglesia se fiaba del Gobierno, ni el Gobierno de la Iglesia. Pero eso se ha superado. Se ha acordado la financiación, se va a acordar la educación y hay una actitud de diálogo y acuerdo.

 

P.- Es usted católico, antiabortista y ha simpatizado con el Opus. Es un bicho raro en el seno de su partido, ¿no?

 

R.- En el PSOE puede haber agnósticos y católicos. Al socialismo hemos llegado muchos católicos desde una lectura social del Evangelio, porque entendemos que los valores socialdemócratas son los más próximos a los cristianos. El Opus es la institución a la que he encomendado la educación de mis hijos. Le tengo un gran respeto y simpatía, pero no formo ni formé parte nunca del Opus Dei.

 

P.- Muchos compañeros suyos creen que la Iglesia utiliza los púlpitos para atacar al Gobierno.

 

R.- Los sacerdotes lo que hacen desde los púlpitos es orientar moralmente a los feligreses de acuerdo con los valores eclesiásticos. La única contradicción que hay es que medios vinculados a la Iglesia, como la Cope, puedan transmitir mensajes que nada tienen que ver con el Evangelio o con las posiciones de la Conferencia Episcopal.

 

P.- A la Cope la asiste la libertad de expresión, aunque sea una china en el zapato de Zapatero...

 

R.- La Cope puede decir lo que quiera, ése no es el asunto. La Cope es una china en las relaciones Iglesia-Estado, y para muchos católicos como yo, cuando desde el medio de la Iglesia se ataca a instituciones importantes y bien valoradas por el Vaticano, como la Corona.

 

P.- Lo que sí puede ser una china es el llamado proceso de paz. ¿Es o no cierto que el Papa ha bendecido dicho proceso?

 

R.- Es un error manipular la figura del Papa, y se ha intentado. El Papa se limitó a rezar porque el proceso de paz en España pueda seguir adelante. No hay intervención vaticana en el proceso y nunca la habrá.

 

P.- ¿Comparte con Patxi López la idea de que la condena de la violencia no es requisito para la legalización de Batasuna?

 

R.- No, no lo comparto. La condena de la violencia es un requisito moral, jurídico y político para la legalización de Batasuna. Dicho esto, yo pertenezco a una generación de políticos que siempre hemos apoyado al Gobierno de turno en esta materia. Zapatero ha dicho que va a buscar la paz dentro del marco constitucional, y tiene todo mi apoyo.

 

P.- ¿A cualquier precio?

 

R.- No, no habrá paz a cualquier precio, porque los socialistas no lo consentiremos. La paz vale casi todo, pero no todo. Pero el precio es al final cuando lo podremos valorar. Y hay que reconocer que el PP está intratable. No nos pueden pasar por delante de nuestra cara incluso a nuestros propios muertos, y llamarnos traidores. Y digo esto con la convicción de que PSOE y PP deben como sea buscar consensos en temas esenciales de Estado, como la política antiterrorista, la territorial o la exterior.

 

P.- ETA no ha rebajado en nada sus planteamientos, sigue con su ensoñación de Euskal Herria y la autodeterminación, y en eso el Estado de Derecho no puede ceder, ¿no?

 

R.- No se debe ni se puede ceder en esos temas, no sólo porque sean valores constitucionales, sino porque rompen la Historia y la convivencia de España. Lo que pide ETA es algo inviable. El derecho de autodeterminación no existe, pero habrá otros caminos.

 

P.- ¿Cómo cuáles?

 

R.- En una España autonómica cuasi federal siempre habrá fórmulas para darle un reconocimiento a los hechos singulares vascos. Mi único temor es siempre acerca de la lealtad de los nacionalistas. La experiencia nos ha demostrado que esta gente amortiza lo que logra e inmediatamente plantea nuevos objetivos. Son insaciables.

 

P.- Pues si es así, el único margen del Gobierno son los presos, y fíjese lo que ha ocurrido con De Juana Chaos y la reacción desafiante de Batasuna contra Zapatero.

 

R.- Lo único que cabe esperar es que ETA entregue las armas, y que quienes políticamente la apoyan denuncien explícitamente el uso de la violencia. No se puede admitir el chantaje miserable de un asesino como De Juana Chaos, ni poner en entredicho uno de los pilares del Estado de Derecho, que es la autonomía del Poder Judicial.

 

P.- ¿Es de los que cree que la Justicia ha de adaptarse a los momentos políticos?

 

R.- La Justicia tiene que aplicar la Ley. Los jueces deben cumplirla independientemente del momento político, sin protagonismos.

 

P.- ¿Usted prevé un adelanto electoral si el proceso de paz va por buen camino?

 

R.- Lo inteligente sería, en el caso de que se vislumbrara un acuerdo, adelantar las elecciones, y acudir a las urnas para que los ciudadanos refrendaran con su voto ese posible acuerdo, lo cual sería un callejón sin salida para el PP, que se ha automarginado desde el principio del proceso.

 

P.- Dice que desconfía de los nacionalistas, pero hay un sector de su partido que abraza con gusto algunas de sus tesis. ¿Eso es malo?

 

R.- Eso es un error. Socialismo y nacionalismo son incompatibles. Nuestros mayores definían a los nacionalistas como los grandes reaccionarios, porque defendían los privilegios. El PSOE no puede renunciar a sus banderas: la igualdad y la solidaridad.

 

P.- Eso es difícil: las voces críticas han desaparecido del PSOE. Usted está aquí en Roma y otros, o se jubilan, como Ibarra, o los jubilan, como Bono...

 

R.- ¿Sabe cómo nos llaman? El Producto Interior Bruto: Paco, Ibarra y Bono. En el partido ha habido siempre visiones distintas. En los últimos años, ha surgido una cierta territorialización del propio partido, y eso es algo que a mí intelectualmente me preocupa, porque creo que hay una falta de punta ideológica.

 

P.- O un liderazgo excesivamente presidencialista, como el de Zapatero...

 

R.- Nosotros sufrimos una gran crisis con la marcha de Felipe y Alfonso y, por las razones que fueran, llegó Zapatero y no sólo reorganizó el partido, sino que además nos llevó al Gobierno con una victoria electoral. Eso hace que en el partido haya ganas de mantener la situación. Lo cual no debe ser incompatible con el debate ideológico, ni con decir lo que pensamos, aunque no sea políticamente correcto.

 

P.- Por defender el patriotismo y la idea de España, a usted le han llamado facha, conservador y cómplice del PP.

 

R.- El patriotismo es algo consustancial a los progresistas, y no reconocerlo es fruto de un complejo que tuvo la izquierda en los primeros años de la democracia, cuando se identificó con el franquismo una serie de conceptos. Yo siempre voy a estar en primera línea a la hora de defender la idea de España. Por eso soy un escollo para esa falsa izquierda del radicalismo independentista, a la que les molesta que haya gente que, desde la izquierda, sigamos defendiendo valores que quieren endosar a la derecha. Por eso ellos odian más a personas como Guerra, Ibarra, Bono o yo mismo: porque desde la izquierda les quitamos razón.

 

P.- No es eso lo que piensa el PSC, que ha preferido reeditar el tripartito con los independentistas, desoyendo la indicación de Zapatero para llegar a la sociovergencia.

 

R.- Hubiera sido mucho mejor para la estabilidad del conjunto de España el acuerdo con CiU. Dicho esto, tendremos que irnos acostumbrando a que la forma de democracia parlamentaria que tenemos puede originar una situación como la que vivió Italia al final del pentapartito, en que la gente se desapegó de la vida política porque no entendía los pactos contra natura que hacían los políticos.

 

P.- ¿Y cuál es la solución?

 

R.- Pues afrontar valientemente una nueva Ley Electoral que impida que las grandes mayorías queden sometidas a partidos que tienen una representación pequeña. No tiene sentido que un partido como el PNV tenga el número de diputados que tiene con 200.000 votos, e IU, con más de un millón, tenga menos importancia.

 

P.- ¿Y cree que Zapatero estaría dispuesto a dar ese paso?

 

R.- No tenemos mayoría hoy por hoy para hacerlo. Y con el PP no se puede hacer nada. El PP tendría que hacer unos verdaderos maitines sobre por qué es marginal en el País Vasco y en Cataluña, y ha perdido el gobierno en Galicia. No pueden aspirar a gobernar España sin capacidad de representación en esas comunidades.

 

P.- Para repetir el tripartito que se ha cargado a Maragall y obligado a adelantar las elecciones, no hacían falta alforjas. Y ahora, ¿qué?

 

R.- Los políticos catalanes tienen que reflexionar sobre el alto grado de abstención. Y el socialismo tiene que reflexionar sobre la presencia de Ciudadanos de Cataluña, porque creo que ése es un voto del PSC. Pero el disgusto que pueda tener por el tripartito se ve compensado por la presencia de Montilla, que ideológicamente es muy sólido y no tiene las veleidades nacionalistas de Maragall, a quien costaba mucho verle como un socialista.

 

P.- ¿Y qué le ha parecido lo de Ciudadanos de Cataluña?

 

R.- Por vez primera en el Parlamento catalán va a haber políticos catalanes que van a confrontarse con los partidos catalanistas en cuestiones como la lengua, las libertades o los derechos de los no nacionalistas. Es una experiencia muy alentadora que va a traer frescura al debate político.

 

P.- Ahora hasta Andalucía es una realidad nacional...

 

R.- Yo ahí discrepo. Soy de los que piensan que España es una sola nación.