LOS COMPROMISOS DE ZAPATERO

 

 Artículo de José Antonio VERA en “La Razón” del 24.03.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

El gesto de De Juana, el gesto de Otegui y el gesto de la legalización de Batasuna no son más que aperitivos de lo que ha de venir y reclama Eta

 

 

No podían estar más equivocados Pepiño y Zapatero si pensaban que a la bestia se la calma con un par de gestos de nada. No señor, la bestia siempre pide más, siempre quiere más, siempre amenaza con más violencia callejera, más protestas, con hacer públicos los «compromisos fi rmados». Pero, hombre, cómo es posible, si nos decían que no había compromisos, y menos fi rmados. Pues parece que sí, que los hay. Y si los hay, saldrán a la luz. ¿Cuáles son?

En Cuadernos para el Diálogo, revista rescatada de la transición en la que fi gura el negociador Jesús Eguiguren como consejero editorial, se explican con detalle los años de contactos entre el propio Eguiguren y Otegui en el caserío Txillarre de Elgóibar, un complejo agroturístico-ecológico que, junto con la propia cabaña de montaña del batasuno en Deba, sirvió para negociar la tregua y para pactar el comunicado

que hizo público Eta hace un año, y también lo que había de venir después de aquel comunicado.

A aquellas reuniones asistían el ex consejero socialista del Gobierno vasco Francisco Egea, amigo de la infancia del batasuno, el líder del sindicato proetarra Lab, Díez Usabiaga, el batasuno navarro Pernando Barrena, y en otros momentos, en Ginebra o en Oslo, los etarras Ternera y su hijo Egoitz, junto con su compañera Ainoa Ozaeta, lectora del comunicado en el que la banda anunció su alto el fuego.

Las reuniones no se interrumpieron nunca, ni siquiera cuando hubo atentados, y siempre fueron negadas por el Gobierno y el Psoe. Al propio Eguiguren se le oyó decir que «si esto sale mal, Zapatero dirá que no estaba informado y yo asumiré toda la responsabilidad».

Duraron tanto y fueron tan intensas que los protagonistas de las mismas entablaron buenas relaciones (fue Eguiguren el que les aconsejó la estrategia de la «lista blanca» para poder presentarse a las elecciones autonómicas), y lógicamente llegaron a compartir comidas, risas y txikitos, e incluso vivieron y analizaron juntos hechos trascendentes, como la noche del 14-M, cuando Zapatero ganó las elecciones. Otegui y

Eguiguren pasaron juntos los momentos de esa victoria, y lo celebraron también juntos, y decidieron juntos que había llegado el momento de actuar mandando un mensaje «oficial» a la Moncloa, tras lo que Zetapé decidió abrir el «proceso» también «oficialmente». Y ahí empezaron los compromisos. Eta dice que están escritos, y si lo dice Eta debe de ser verdad, pues en estas cosas la banda siempre se ha caracterizado

por reflejar lo ocurrido con fidelidad.

Lo saben bien los negociadores socialistas de Argel y los negociadores del Peneuve que le quisieron colar a Aznar la tregua del 98. Al fi nal salió todo lo que hablaron y pactaron, pues Eta lo graba todo y hace actas de cada una de las reuniones.

Leyendo la revista de la que el presidente de los socialistas vascos es consejero y un libro del propio Jesús Eguiguren Imaz que ha llegado a mis manos, se pueden sacar conclusiones claras sobre los compromisos. Lo primero es que Eta aceptó aparcar hasta 2008 los asuntos más conflictivos. En esa fecha, si se iban cumpliendo los acuerdos pactados, la banda haría público su «alto el fuego defi nitivo», tras lograr previamente la amnistía para los 500 presos, que irían saliendo a la calle por varias vías: segundos y terceros grados, indultos para los más «buenos », y extradiciones a terceros países para los sanguinarios. Pero mucho antes de eso, o sea, ahora mismo, la banda esperaba otros gestos: acercamiento de todos los presos al País Vasco, legalización de Batasuna y minimizar el juicio al entorno de Eta. El acercamiento es la medida más fácil, y en ello se trabaja desde hace meses, ampliando las cárceles vascas para acoger a los nuevos inquilinos. Como botón de muestra, la guipuzcoana de Martutene, una de cuyas alas ha sido vaciada entera y está siendo reformada con la idea de que empiecen allegar allí presos de Eta cuando sea. La legalización de Batasuna , por otra parte, está al caer, de una u otra manera. Y el fi n del hostigamiento judicial a los proetarras, lo estamos viendo a diario.

Eso por un lado. Por el otro está «el proceso político», que es el importante. En la Mesa Política deben estar todos, incluida Batasuna, salvo los que se autoexcluyan, como el Pepé (empleando «su» terminología). Eta, y con ella el nacionalismo, pide que en esa Mesa se comprometan dos cosas: el derecho a la autodeterminación y Navarra. ¿Y qué hace el Gobierno? Pues decirles que, de acuerdo, muchachos, si abandonáis las armas daremos el visto bueno a la celebración de dos referendos: uno que reconozca «el derecho a decidir de los vascos» (sin descartar fórmulas «inteligentes» como la «soberanía compartida») y otro sobre si Navarra quiere incorporarse a Euskadi (previa creación de un órgano común vasco-navarro). De ahí la insistencia de Zapatero en que «Navarra será lo que quieran los navarros». Y el País Vasco «lo que los vascos decidan».

Como los compromisos no se cumplen al ritmo que quiere Eta, la banda aprieta con bombas y violencia. Y el Gobierno, enredado en sus pactos, acepta seguir adelante pese a las bombas y la violencia. Y en esas estamos: el gesto de De Juana, el gesto de Otegui y el gesto de la legalización, son sólo aperitivos. A cambio Zapatero espera un comunicado que le salve la cara, ganar las elecciones y abordar el resto de los compromisos. Los más importantes. Que existen de verdad y están escritos y firmados. Como sostiene Eta. Y se le intuye a Eguiguren.