LA REVOLUCIÓN PERIFÉRICA

 

 Artículo de Jorge Vilches en “Libertad Digital” del 21/12/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

Lo alarmante del proceso ya evidentemente constituyente que estamos viviendo es su diferencia con el de 1978, cuyo éxito habrá que poner en duda si 26 años después no sirve para nada. Si en aquel entonces la voluntad nacional configuró una ley común, la Carga Magna, hoy es la voluntad de unos partidos regionales –minúsculos en el conjunto estatal- la que pretende la definición de España. Y alarma porque esos partidos nacionalistas no llegan, entre todos, al 5 por ciento del electorado español.

 

Esta revolución periférica pasa porque España se defina como un Estado plurinacional compuesto por "comunidades nacionales". Los socialistas que esto sostienen dicen basarse en la teoría expuesta por Francisco Rubio Llorente, el presidente del Consejo de Estado. Su idea es reformar el artículo 2 de la Constitución diciendo que la nación española está compuesta de forma inseparable y diferenciada por las comunidades nacionales catalana, vasca, gallega y navarra. ¿Y el resto? ¿Son naciones, autonomías, regiones, o qué? Eso no lo explican porque no les interesa.

 

Este es un cambio de gran calado en nuestro sistema constitucional y, sobre todo, en la Historia de España. Pero es el resultado de un Gobierno que es débil, no por el número de diputados que tiene, pues González llegó a tener un grupo menor, sino porque está dominado por un pensamiento débil, relativista, en el que no hay "rendición preventiva" porque no tienen ningún principio que rendir. La prueba de este vacío político es la enorme disparidad de pareceres dentro del PSOE que, alegremente, debaten en público. No saben qué modelo defiende su partido como institución nacional, sino qué proyectos tienen algunas partes del mismo. Y luego sale Bono diciendo que el Ejército tiene la misión constitucional de sostener la unidad de España.

 

El PSE de Patxi López y Eguiguren, como ya apunté en otra ocasión, ha terminado por defender como propios principios típicos del PNV. Pero ahora, es el propio PNV el que dice, a través de Joseba Egibar, que ni siquiera el plan Ibarretxe "es el proyecto del PNV, ni colma todas las aspiraciones nacionalistas". No obstante, no es cosa exclusiva de los nacionalistas, porque Maragall ya ha apuntado que la forma territorial del Estado va a estar en constante transformación, y que la reforma del Estatuto caducará, con suerte, dentro de 25 años.

 

La revolución periférica es evidente: sus proyectos para el futuro Estado español suponen menos España y más independencia territorial; así como debilitar la unidad y la solidaridad españolas, en lugar de fortalecer el proyecto común. Los socialistas, los nacionalistas e IU insisten en que el Estado debe ser cómodo para todos. Elevada la "comodidad" a categoría política, histórica y constitucional por el propio Gobierno nacional, apenas cabe vuelta de hoja. La plurinacionalidad del país supone la transformación de España. Ya no será una nación, sino una unión circunstancial y amovible, basada en la voluntad de partes iguales. Deshecho así el sujeto de la soberanía que es la nación española, cualquier grupo humano afirmado como comunidad nacional tendrá soberanía plena e independiente sobre su situación política. Es decir, cualquier Gobierno coyuntural tendrá la puerta abierta para promover la secesión.

 

La lucha por la libertad en España se ha asentado en la nación como sujeto, desde el Cádiz de 1812 hasta la Constitución de 1978. Los conceptos de nación y de libertad han ido unidos, al igual que en la mayor parte de las grandes democracias del mundo. Ahora, en España se pretenden separar y relativizar, con una contrarreforma constitucional que tiene tantas y tan dispares voces en contra que merecería una mayor reflexión.