LA SOMBRA DE LA SERPIENTE

 

 Artículo de Aleix Vidal-Quadras en “La Razón” del 02.12.05

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 El Estatuto catalán actúa como ariete de ETA, y parece ocioso recordar que la entrevista de Perpiñán no se celebró para hablar del tiempo La defensa del nuevo Estatuto catalán realizada por la banda terrorista ETA en su último comunicado ha levantado una enorme polvareda de comentarios y reacciones, consecuencia lógica de la gravedad y las implicaciones de tan inquietante pronunciamiento. Los nacionalistas catalanes han querido matar al mensajero y han abundado en descalificaciones furibundas al Partido Popular que, con buen sentido, ha señalado las evidentes conexiones entre el movimiento soberanista del Principado con los propósitos y planteamientos de los terroristas. El proceso de desmantelamiento del Estado español y de liquidación de España como nación unida y soberana que estamos viviendo en su fase más aguda desde la transición, ha registrado recientemente una serie de operaciones encadenadas que obedecen a un  planteamiento estratégico coordinado entre el nacionalismo catalán y el vasco en su doble vertiente, la que actúa dentro del sistema y la que se vale de las balas y las bombas. El primer acto consistió en la admisión a trámite por la Mesa del Congreso de los Diputados del Plan Ibarretxe, disparate jurídico y político que contó con el aval de José Luis Rodríguez Zapatero, sentando así el precedente necesario para poder repetir la maniobra cuando llegase la propuesta catalana, igualmente anticonstitucional y subversiva. El segundo ha sido la pretensión absurda del PSOE de que el texto elaborado por el tripartito nacionalista puede ser enmendado en la Comisión Constitucional del Congreso y la apertura de negociaciones con este fin. El tercero será la aprobación del nuevo Estatuto catalán con ligeros retoques cosméticos culminando así la transformación de España en una confederación de naciones cuasi-soberanas y la voladura de la Constitución de 1978.

Es evidente que para ETA el éxito de la ofensiva secesionista catalana es esencial para su siguiente paso, que será la presentación de un Plan Ibarretxe bis  acompañado de una oferta de tregua. Si las Cortes Generales aceptan que una Comunidad española se erija en nación facultada para decidir libremente su futuro sobre la base de derechos históricos anteriores y, por tanto, inmunes a la Constitución, el camino para la segregación del País Vasco quedará allanado porque no se podrá negar a los nacionalistas vascos lo que se haya dado ya a los catalanes. De esta forma, el Estatuto catalán actúa como ariete de ETA y parece ocioso recordar que la entrevista de Perpiñán no se celebró para hablar del tiempo y la sospecha de que en aquel siniestro conciliábulo se acordaron acciones convergentes resulta más que fundada.

Ya Pujol dijo en cierta ocasión, abandonando por una vez su habitual ambigüedad, que los vascos abrían brecha y que él entraba detrás. Por mucho que les desagrade a los impulsores del nuevo Estatuto catalán, la sombra de la serpiente cobija todos y cada uno de sus corrosivos preceptos.