ENTREVISTA A ALEIX VIDAL-QUADRAS,
Por Juan Delgado En “El Semanal Digital” Del 20.05.06
Por su interés y relevancia he seleccionado la entrevista que sigue para incluirla en este sitio web.
"La Constitución de
1978 ya no sirve porque ha sido traicionada"
Los traidores son los nacionalistas y Zapatero. Así lo afirma Aleix Vidal-Quadras, para quien es "bastante improbable que Rajoy me llame para liderar otra vez el PP catalán".
20 de mayo de 2006. Aleix Vidal-Quadras, vicepresidente del Parlamento Europeo
y ex presidente del PP catalán, acaba de publicar un libro, La Constitución
traicionada (Editorial Libros Libres), en el que hace un análisis crítico del
nuevo Estatut y mantiene la ineficacia de la actual Constitución para preservar
la unidad nacional. Nacido en Barcelona hace 60 años, este catedrático en Física
Atómica y Nuclear de la Universidad Autónoma de Barcelona asegura que "es
imprescindible una campaña muy intensa, comprometida y entusiasta para evitar
que esta monstruosidad jurídica y política vea la luz".
¿Podría definirse como "cruzada" su ofensiva contra el Estatuto de Cataluña?
La palabra
cruzada es excesivamente dramática. Este Estatuto de Cataluña representa el
final de esa etapa tan positiva de la historia de España que se inició con la
aprobación de la Constitución de 1978. Es imprescindible una campaña muy
intensa, comprometida y entusiasta para evitar que esta monstruosidad jurídica y
política vea la luz. Sería enormemente perjudicial para España en su conjunto,
pero, sobre todo, para Cataluña.
Sin embargo, parece que su partido en Cataluña no tiene tanto vigor como usted
para oponerse al Estatut. ¿Por qué?
Se trata de
una visión curiosa de lo que está sucediendo, consecuencia de un síndrome muy
frecuente en las sociedades donde el nacionalismo identitario es hegemónico. Es
el "síndrome de Estocolmo". El nacionalismo tiene tal poder de amedrentamiento,
que acaba generando, incluso en aquellos que deberían oponérsele, una especie de
temor reverente hacia los postulados nacionalistas que encoge el ánimo y hace
que las estrategias políticas se vuelvan excesivamente suaves.
¿Está insinuando que Piqué padece "síndrome de Estocolmo"?
No lo sé
porque no lo he psicoanalizado. Lo que sí detecto en la actual dirección del PP
de Cataluña es una falta de voluntad para desarrollar la batalla ideológica
contra el nacionalismo que las actuales circunstancias requieren.
¿Ve a Josep Piqué de candidato del PP en las próximas elecciones autonómicas?
Como
presidente del PP de Cataluña, es el candidato natural. Él ha reiterado su deseo
de comparecer a esa cita con las urnas y todo indica que tiene el respaldo de
los máximos responsables nacionales de nuestro partido. En consecuencia, lo
normal es que se presente.
¿Cabe la posibilidad de que Rajoy le llame en algún momento para encargarle de
nuevo el liderazgo del PP en Cataluña?
No tengo el
menor indicio al respecto, y me parece bastante improbable.
¿Tiene futuro el partido de Boadella? ¿Le haría mucho daño al PP?
Ciutadans
de Catalunya es hoy una plataforma de protesta contra ese nacionalismo
monolítico y asfixiante que oprime a Cataluña. En este sentido, es un fenómeno
social y político altamente positivo. Ahora bien, otra cosa es que acabe
cristalizando en un partido político y en una lista electoral. Sus componentes
son gentes del mundo de la universidad, la cultura, el arte, el periodismo...
Claro, es muy difícil que este tipo de personas, con trayectorias profesionales
muy independientes, consigan montar una estructura con su logística,
financiación y disciplina interna. Ni su experiencia previa ni su vocación van
en esa dirección. Lo que sí tengo claro es que esa supuesta candidatura no
tendrá ningún éxito si no está encabezada por las figuras más conocidas de este
movimiento.
¿Hubiera nacido esa plataforma-partido si el PP mantuviera la línea que usted
marcó cuando lo presidía?
Según
Arcadi Espada, uno de los miembros prominentes de Ciutadans de Catalunya, no. Él
aseguró en un acto en San Sebastián, en el que yo estaba presente, que si el PP
de Cataluña actual fuera igual al que existió entre 1990 y 1996, no hubiera
habido ninguna necesidad de crear esa plataforma.
¿Cuáles son los aspectos más detestables, a su juicio, del todavía proyecto de
Estatut?
El nuevo
Estatuto tiene dos características que lo hacen totalmente nefasto. Por un lado,
su carácter intervencionista, controlador y dirigista hasta extremos
patológicos. Si entrara en vigor, ahogaría a la sociedad catalana y deterioraría
enormemente la competitividad de la economía de Cataluña. Por otro, este
Estatuto cierra a Cataluña y la separa del resto de España, levantando barreras
jurídicas y lingüísticas que impedirán en el futuro la libre movilidad de los
españoles hacia Cataluña. Este rasgo, terriblemente negativo, empobrecerá
material y culturalmente a Cataluña hasta extremos intolerables.
¿Cuáles son los mensajes principales de La Constitución traicionada?
Pone en
evidencia que el nuevo Estatuto de Cataluña acaba con la etapa histórica que se
inició con la Constitución de 1978, liquida el Pacto de la Transición y nos
introduce en un camino de resultado imprevisible, al tiempo que inaugura una
etapa de la vida colectiva española en la que reinará el conflicto, la
incertidumbre y el enfrentamiento entre españoles. Otro mensaje importante es
que la Constitución de 1978 ya no sirve para mantener unida a la nación porque
ha sido traicionada por los nacionalistas y por Zapatero. Procede, en
consecuencia, que los dos grandes partidos nacionales, el PP y un PSOE libre de
Zapatero y dirigido por personas sensatas, elaboren una nueva Constitución que
refuerce el Estado, cohesione la nación e impida que el 90 por ciento de los
españoles quede en manos del 10 por ciento restante, cuya única aspiración
obsesiva es destruir la unidad constitucional.
¿Quiénes son los traidores?
Los
nacionalistas, que nos han apuñalado por la espalda, después de que en la
Transición se modificara toda la estructura del Estado para darles satisfacción,
y José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente del Gobierno ha dedicado todo su
esfuerzo, de manera incomprensible y profundamente inmoral, a deshacer la nación
que prometió defender y preservar cuando tomó posesión de su cargo.
¿Existen cómplices a esa traición en el contexto social de Cataluña?
Sí, muchos,
porque las elites económicas, culturales y sociales han sido extraordinariamente
cobardes en este proceso. Si se lee el Estatuto y se advierte que para la
empresa catalana y la economía en general es letal, y, a continuación, se
observa cómo las organizaciones empresariales catalanas se han plegado
sumisamente a esta norma impregnada del colectivismo y del intervencionismo más
arcaicos, uno se da cuenta de hasta qué punto la sociedad catalana es pusilánime
y está encadenada a un nacionalismo excluyente que la esteriliza.
¿Cree que la Constitución de 1978 establecía nítidamente la noción de España o,
por el contrario, dejó demasiadas puertas entornadas, lo que permite este tipo
de ofensivas nacionalistas?
La
Constitución de 1978 fue un ejercicio de generosidad y de buena fe que se ha
visto totalmente defraudado. El principio dispositivo para construir el Estado
de las Autonomías ha dado lugar a que cada vez que un Gobierno central dirigido
por uno de los grandes partidos nacionales se encontraba sin mayoría suficiente
y dependía de los nacionalistas, ha tenido que ir cediendo competencias y
recursos del Estado hasta que, al final, nos hemos encontrado con este Estatuto
que termina con España como Nación. La Constitución española tiene, además,
algunas vías de agua, como ese artículo 150.2, que ha sido objeto de muchos
abusos y utilizaciones espúreas, por lo que se hace necesario modificarla para
definir de manera inequívoca las competencias exclusivas del Estado, establecer
nítidamente la asignación de recursos financieros y diseñar un sistema electoral
que impida en el futuro que minorías radicales tengan el control efectivo del
Gobierno central.
Se asegura frecuentemente que las aspiraciones de los nacionalistas son
irrefrenables. ¿Cuáles serán los siguientes pasos que darán, a su juicio, tras
la más que probable aprobación del Estatut?
La
voracidad de los nacionalistas no tiene límites; son insaciables. Su meta última
es la independencia. La erección de un Estado soberano, separado del español, y
construido sobre bases culturales y lingüísticas. ERC no cejará en ese empeño y
el resto de los partidos nacionalistas seguirá en esas mismas tesis, aunque con
formas menos estridentes. El fin último de todo nacionalismo es la
autodeterminación y la secesión.
¿Qué futuro político prevé para Cataluña tras la ruptura del tripartito?
Seguirá
habiendo una hegemonía nacionalista y se producirá una alianza entre el
nacionalismo socialista y el nacionalismo postpujolista. El próximo Gobierno de
Cataluña será una coalición entre socialistas y convergentes presidido por Artur
Mas.
En su libro habla de intelectuales orgánicos del nacionalismo catalán. ¿Quiénes
son?
Hay un
grupo amplísimo de periodistas, profesores de universidad, artistas,
intelectuales... que tienen sus plumas y sus cerebros alquilados al poder
nacionalista desde hace mucho tiempo. Y esa cohorte aduladora y devoradora de
prebendas, subvenciones y cargos, está entregada permanentemente a suministrar
munición ideológica al nacionalismo. Son una auténtica vergüenza para Cataluña.
En esa camarilla hay algún ex dirigente nacional de su partido...
Sí, sin
duda. En el contexto nacional, uno de los intelectuales orgánicos más
entusiastas y entregados es Herrero y Rodríguez de Miñón, padre de esa peregrina
doctrina de que la Constitución española consagra derechos históricos para
Comunidades como Cataluña o Galicia, que jamás lo tuvieron. Ha hecho un daño
tremendo a su país.
¿Participará activamente en la campaña del referéndum del Estatut?
De hecho,
ya estoy participando, porque la promoción de mi libro, La Constitución
traicionada, me ha llevado en la práctica a estar inmerso en la campaña por el
no al Estatuto. Lamentablemente, mi partido en Cataluña todavía no me ha llamado
para participar en la suya.
¿Se siente escuchado por los máximos dirigentes nacionales del PP?
Escuchado,
sí, y muy atentamente. Otra cosa es que, después, las recomendaciones que
hacemos unos y otros sean seguidas. En cualquier caso, lo que resulta muy
difícil es no oírme.