LA LIRA DE ZP

 

 Artículo de Aleix Vidal-Quadras en “La Razón” del 04.08.06

 

  Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Cualquier estudiante del antiguo Bachillerato sabía del incendio de Roma en época de Nerón y de la locura del emperador, cantando su pésima poesía al son de la lira mientras la capital del mundo se consumía entre llamas devoradoras. Los hijos de la LOGSE no tienen noticia siquiera de la existencia del Imperio Romano, por lo que no podrán disfrutar de esta columna en la medida que yo desearía, aunque reconozco que su ignorancia no es culpa suya ni de sus padres, sino del concepto blando de la educación que han impuesto los socialistas. Pues bien, a mí Zapatero me recuerda cada día más al sucesor de Claudio y a sus desastrosas estrofas inspiradas por la destrucción de la legendaria ciudad. España se deshace a golpe de Estatuto, en Canarias los nacionalistas se reclaman descendientes directos de salvajes anteriores a la obra civilizadora de la Casa de Austria y en Galicia añoran a los bárbaros suevos. Subsaharianos famélicos y deshidratados arriban a nuestras costas por centenares todas las semanas hacinados en cayucos sin que el Gobierno sea capaz de obtener una colaboración mínimamente efi caz de los países de origen y la Unión Europea está de vacaciones. La delincuencia campa por sus respetos, se multiplican los asaltos violentos a los domicilios, las mafias de la droga distribuyen su mercancía a placer o se acribillan por las calles en brutales ajustes de cuentas, se anuncia la llegada de bandas juveniles latinas de crueldad inusitada y las fuerzas de seguridad se ven impotentes para atajar esta marea sangrienta a la vez que los jueces, atenazados por una legislación obsoleta excesivamente garantista, ponen en la calle repetidamente a criminales de alta peligrosidad. El Estado se dispone a negociar una paz deshonrosa con el terrorismo etarra y soporta cobardemente los desplantes, las amenazas y las bravatas de los asesinos rebajando a la sociedad española a unos niveles de vileza que jamás hubiéramos creído posibles. Huelguistas salvajes invaden las pistas de los aeropuertos poniendo en peligro las vidas de miles de pasajeros y provocando daños irreparables a la economía en plena temporada turística ante la pasividad de los ministerios del Interior y de Fomento, que han ofrecido un espectáculo vergonzoso de pusilanimidad e inoperancia. Hasta los servicios de escolta del propio Presidente del Gobierno se plantan, negándose a viajar en un avión de transporte militar en su traslado a la residencia veraniega de aquél, y lo único que se le ocurre a nuestro bobalicón jefe del Ejecutivo es telefonear a sus mandos para gimotear pidiendo excusas.

España se consume y las vigas crepitantes de nuestro sistema de convivencia caen sobre nuestras cabezas a la par que Zapatero tañe las cuerdas impertérrito y entona verso nauseabundo tras otro en loor de la Alianza de Civilizaciones. Si al menos Rubalcaba fuese Petronio, pero más bien recuerda a Tigelino.