CUESTIÓN DE ESTÉTICA

 

Ante la incompetencia en la gestión, se trata de conseguir que el adversario parezca odioso

 

 Artículo de Aleix Vidal-Quadras  en “La Razón” del 22.09.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

El gran hallazgo de la Factoría Pepiño para el discurso de cierre de la insulsa y plastifi cada Conferencia Política del PSOE fue la calificación del primer partido de la oposición como «extrema derecha». Esta invectiva, tan gratuita y sin fundamento como el conjunto de mensajes enlatados que desplegó la magna reunión progresista, obedece a una estrategia de comunicación cuyo diseño y objetivos  aparecen ya con diáfana claridad.

Dado que todas las medidas y políticas del Ejecutivo socialista se saldan con sonados fracasos, inmigración, catástrofes naturales, seguridad ciudadana, acción internacional, negociación con ETA, opas en el sector energético, preservación de la cohesión nacional, y así sucesivamente, la forma de ocultar la inoperancia propia y de invalidar la posibilidad de una alternativa consiste en afear al contrario  mediante la técnica de la caricaturización maligna. Ante la evidencia de la indigencia intelectual y la incompetencia de gestión propias se trata no de mejorar lo que uno concibe y hace, sino de conseguir que el adversario aparezca como odioso.

Por eso el abuso de clichés injuriosos y la atribución arbitraria y carente de argumentación de los peores defectos y aviesas intenciones al rival electoral se convierte en la más efi caz forma de confundir a la ciudadanía y excitar sus miedos atávicos y sus bajos instintos.

La actual cúpula del PSOE, con alguna honrosa excepción, se sitúa en el nivel más mediocre que la histórica organización fundada por Pablo Iglesias haya conocido en su siglo largo de existencia. El amasijo de banalidades, bobadas, lugares comunes y muestras fl agrantes de analfabetismo funcional con los que nos obsequian un día sí y otro también ministros, altos cargos y cómicos de la legua, consumidores de subvenciones que orbitan en torno al astro de La Moncloa provoca rubor ajeno en cualquier observador sensato. Por eso Mariano Rajoy y su equipo han de prescindir de complejos ante esta ofensiva permanente que huye de la sustancia y se concentra en la estética para llevar al Gobierno al terreno de los hechos y de las propuestas serias, allí donde esta tropilla de cantamañanas pierde pie y naufraga sin remedio.