EL DILEMA DEL PP
Artículo de Aleix Vidal-Quadras
en
“La Razón” del 16 de mayo de 2008
Por su interés y relevancia he seleccionado el
artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Intercambiar
la coherencia ética por el goce de la púrpura acaba en una combinación de
deshonor y derrota
La negativa de María San Gil a figurar como firmante de la ponencia política
que va a ser debatida en el próximo Congreso Nacional del Partido Popular
refleja de manera insoslayable el dilema crucial al que deberá enfrentarse el
primer partido de la oposición en su cónclave de junio. Al margen del texto que
finalmente sea sometido a los compromisarios, lo que la aguerrida diputada
donostiarra ha puesto sobre la mesa es el interrogante de si Mariano Rajoy y su
equipo -por fin sólo suyo- van a introducir un cambio de rumbo estratégico en
la organización que dirigen para acomodarla a la mutación constitucional
emprendida por Zapatero en alianza con los separatistas catalanes y vascos o
piensan mantener su compromiso con los principios y valores de nuestra Carta
Magna, incompatibles, por supuesto, con la transformación de España en un
Estado plurinacional. Esta cuestión representa para la gran fuerza de
centro-derecha el ser o no ser, el vivir o el morir, el seguir vinculada a la
abrumadora mayoría de sus simpatizantes y militantes o el divorciarse de ellos
emprendiendo un camino que no excluye la fractura interna ni la consiguiente
catástrofe electoral. Ningún Congreso anterior de los populares, habiendo
celebrado sin duda en el pasado algunos de notable trascendencia, admite
comparación con la importancia del que se avecina porque en él se van a
contraponer dos visiones imposibles de armonizar: aquella que sostiene que la
consecución del poder debe prevalecer sobre las convicciones y la que considera
que el poder a costa de las convicciones no merece la pena. Esta es una batalla
tan antigua como la política y sin entrar en reflexiones de carácter moral para
mantenernos en el campo de juego de los pragmáticos, la experiencia de siglos
ha demostrado que casi siempre el intento de intercambiar la coherencia ética y
la decencia en los comportamientos por el goce de la púrpura acaba en una
fétida combinación de deshonor y derrota. A partir de aquí, y gracias a María
San Gil y su admirable coraje, nadie podrá alegar desconocimiento de la
auténtica naturaleza y del alcance de tan notable ocasión.