LA FASCINACIÓN DEL LADO OSCURO

Artículo de Alex Vidal-Quadras en “La Gaceta” del 04 de marzo de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

 

Las revelaciones contenidas en las actas incautadas a ETA en Francia sobre sus contactos con los enviados gubernamentales durante la tregua de 2006 demuestran lo que ZP siempre se ha empeñado en negar: las negociaciones con la banda amparadas por la ominosa resolución del Congreso del 17 de mayo de 2005 tuvieron carácter inequívocamente político y elevaron a los asesinos a la categoría de interlocutores válidos para el Estado.

Por mucho que Rubalcaba y compañía se empeñen en inventar precedentes, ningún Ejecutivo anterior llegó a tales extremos de ignominia en sus relaciones con el terrorismo separatista. Se produjeron conversaciones y hubo mediadores, sin duda, pero la sustancia de lo tratado se mantuvo siempre dentro de los límites estrictos de la búsqueda de una salida a la situación penal de los presos y a la articulación de soluciones personales para sus nuevas vidas tras la hipotética renuncia a la violencia. Jamás se habló de reformas institucionales ni del derecho de autodeterminación ni de entes unificadores de Comunidades Autónomas.

El único que, tal como prueban los documentos ahora hechos públicos, ha descendido a los infiernos del intercambio de cromos con el crimen organizado -vosotros os olvidáis de las pistolas y yo os entrego maniatada a la Nación que he prometido preservar- ha sido Zapatero, actuación deshonrosa que le marcará con oprobio eterno en la Historia de España. El Presidente del Gobierno es un tipo extraño y detrás de su mirada azul aletean las tinieblas del abismo. Tiene gustos perversos, le encanta facilitar la muerte de sus semejantes en las etapas de sus existencias en que se encuentran más necesitados de protección, busca ansioso la amistad de torturadores como los Castro o de histriones totalitarios como Chávez o Morales, hurga en nuestro pasado colectivo para desenterrar cadáveres y reavivar rencores y estuvo a punto de sellar una alianza siniestra con la hez de la sociedad vasca. Parece probado que el lado oscuro ejerce sobre él una fascinación fatal y es fácil imaginarlo, una vez despojado del engañoso ropaje del pacifismo benévolo y del progresismo suave, encerrado en los sótanos monclovitas lejos de indiscretas miradas, entregado sin reservas a ensoñaciones góticas de brujas, trasgos y pactos nefandos con el Mal.