LA SOLEDAD DEL PP

 

 Artículo de GERMÁN YANKE  en  “ABC” del 20/12/04

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

«Están ustedes solos» se ha oído decir, desde el Gobierno y desde el Grupo Socialista en el Congreso, a los diputados del PP con motivo de la ajetreada votación de la reforma del procedimiento para nombramientos de magistrados. «Están ustedes solos» se escucha también cuando los populares se resisten a las reformas constitucionales. O cuando se decide volver atrás sobre diversas modificaciones del Código Penal aprobadas en la anterior legislatura. «Están ustedes solos» se oyó igualmente, antes de las elecciones del 14 de marzo, con motivo de la guerra de Irak. Lo mismo se escucha, por cierto, en la comisión de investigación del 11-M.

Hay en la política una cuota, a veces sobreabundante, de retórica y estas afirmaciones, que describen una realidad, no son argumentos. Estar solo no implica estar a falta de ellos, o incluso de tener la razón y lo sabe bien el PSOE que, en cuanto se le presiona sobre la lealtad al texto constitucional, recuerda que ha habido ocasiones en las que, defendiéndolo, se ha quedado solo. El Gobierno, y sus socios estables o coyunturales de los grupos minoritarios del Congreso, podrían intentar, con mayor o menor fortuna, dar carta de naturaleza a la hipotética supremacía de sus razonamientos y, sin embargo, nada tan repetido y emblemático como que el PP esta solo.

Se podría, incluso, pretender trazar las líneas maestras de lo que, ideológicamente, supondría el entendimiento de todos esos grupos parlamentarios y la exclusión del partido conservador. Sería un ejercicio interesante aunque complicado. ¿Se trata de la izquierda? ¿La izquierda con los partidos de la derecha étnica y hasta reaccionaria del nacionalismo? ¿Se trata de una determinada concepción de la Constitución? ¿Con los que la rechazan y la vulneran reiteradamente? ¿De un modelo de Europa? ¿Con los que no quieren su Constitución o consideran la Unión como una cueva de malvados mercaderes? Agrupar a todos «los que no están solos» con el rótulo de progresistas es una ficción y una falacia.

Lo que mantiene este estrafalario entramado es, simplemente, que están contra el Partido Popular. Lo que une a los que no están solos es, precisa y únicamente, dejar solo al PP. En el País Vasco, donde se juega -junto a Cataluña- buena parte del futuro de España como Estado de Derecho, el nacionalismo, con sus devaneos con el PSOE, ha pretendido exactamente eso: dejar fuera al Partido Popular. Eso que se llama, un tanto bobaliconamente, «parte fundamental de la tradición del socialismo vasco», es decir, su entendimiento y colaboración con el nacionalismo, es la retórica con la que un sector del PSOE disimula la necesidad, para la democracia y para el propio PSOE, de entenderse allí con el PP para desplazar en las urnas al PNV. En Cataluña la cuestión se ha vuelto paradigmática: el PP no sólo es minoría y está solo, sino que queda excluido formalmente en los acuerdos de Gobierno.

No se trata, por tanto, de buscar mayorías posibles ni, mucho menos, coyunturales y obligadas por la acción política concreta, sino de dejar solo al Partido Popular. Pero ¿qué ideología es esa de dejar solo al PP? ¿Qué modelo implica? ¿ Qué política nacional puede definirse con esos mimbres? Me temo que sólo el cambalache, la revancha y el disimulo.

Si no es por otros motivos -al menos por la constatación en las encuestas de la fragilidad del Partido Socialista en las clases urbanas ilustradas, a las que necesita para revalidar su triunfo electoral-, los socialistas deberían meditar. Sobre su retórica y sobre su deriva.