EL PP NECESITA UN VUELCO

Artículo de Germán Yanke en “La Estrella Digital” del 14 de octubre de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

 

La economía está hecha un desastre, el PSOE desconcertado sobre cómo enfrentarse a la crisis, preocupado por el desapego creciente de los ciudadanos, asustado por lo que pueda pasar en el Tribunal Constitucional con el Estatuto de Cataluña, agobiado por un papel internacional cuyas consecuencias no preveía (como es el caso de Afganistán), con dificultades para colocar la deuda y obtener dinero para mantener una maquinaria estatal averiada, etc. Pero -y no es sólo una cuestión de lo que se llama despectivamente "opinión publicada"- el que aparece agobiado, asustado y realmente desconcertado es el PP, ahora anclado en Valencia en un proceso mal planteado desde el comienzo y, como es lógico, mal resuelto después. Al menos de momento.

Quizá el síntoma más claro de que el PP, en un momento político propicio para mostrar y explicar su alternativa al desastre, está afectado de desánimo y con síntomas de estar desfondado es que Mariano Rajoy está como desaparecido de la escena. Le preguntan por Valencia en el Congreso y dice que allí todos eran partidarios de que Madrid obtuviera los Juegos Olímpicos del 2016. Se acerca a la recepción del Rey del 12 de octubre y, advirtiendo que no quiere hablar de política, cuenta su mili a los periodistas. ¿Hace cuánto tiempo ya que el presidente del PP no ha convocado una rueda de prensa elemental, es decir, con preguntas? El presidente Rodríguez Zapatero, para sanar sus males (que terminan siendo los de los ciudadanos), se fotografía con Barack Obama en la Casa Blanca. Es verdad que adopta una pose un poco adolescente, como si fuese más un seguidor de ánimo inquebrantable que un colega, aunque menor, en los asuntos del mundo, pero ahí tiene la foto, las sonrisas y la traslación a la opinión pública de que está allí donde se toman las grandes decisiones. Mariano Rajoy podía haber estado la pasada semana, por ejemplo, en el congreso de los conservadores británicos, que ya están en las encuestas a 19 puntos de Gordon Brown y los suyos. Habría servido para afianzar internacionalmente la figura de una persona que quiere representar una alternativa conservadora con visos de triunfar y habría servido también para comprobar que no se pierden opciones, sino que se ganan si se hace bien, concretando las propuestas desde la oposición.

Y, en medio del silencio (a veces roto por ruidos quizá guturales) ante las sospechas de corrupción, Cameron y su cuarteto de fieles le podrían haber explicado en un aparte cómo se convive con los disidentes de dentro y cómo se da con un palmo de narices a los de fuera dando la vuelta, mediante propuestas de limpieza, a pequeñas o no tan pequeñas corruptelas que les han afectado. Mientras, el PP está en lo suyo. No es que no hable ya de la crisis, ni de política internacional, ni de un posible pacto de educación, ni de nada. Es que sobre el asunto valenciano no se aclaran: Camps no dice claro lo que allí han decidido y en Madrid quieren que haya decidido lo que no dice. O dan un vuelco a la situación o terminarán recibiendo un revolcón.