LA DIABÓLICA ESTRATEGIA DE ZAPATERO: SE VA, PERO SE QUEDA

Artículo de José Antonio Zarzalejos  en “El Confidencial” del 04 de abril de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

José Luis Rodríguez Zapatero parece estar decido a implantar -no se sabe por cuánto tiempo- una inhabitual bicefalia en el PSOE. Porque su renuncia a la candidatura en las próximas elecciones generales no comporta la resignación de la secretaría general. Vamos a vivir una extraña situación en el Partido Socialista: su máximo líder no será el candidato a la presidencia del Gobierno; o formulada la cuestión a la inversa: por primera vez desde las iniciales elecciones democráticas al amparo de la Constitución de 1978, el secretario general del PSOE no aspirará simultáneamente a presidir el Gobierno de la Nación, en confrontación con el líder de la oposición.

Ni en el discurso de renuncia que leyó ante el Comité Federal del pasado sábado, ni en declaraciones anteriores o posteriores, Zapatero ha mentado la mera posibilidad de dejar de inmediato la dirección del partido. Se trata de una estrategia verdaderamente diabólica, porque siendo verdad que se va -de la presidencia del Gobierno-, no abandona el poder -la secretaria general del PSOE-, de modo y manera que así podrá tutelar las primarias en las que podría ejercer como si de un  gran elector en un cónclave papal se tratara.

A mayor abundamiento, Zapatero controlará a su sucesor/a en la candidatura y le impondrá el programa de gobierno en tanto que éste corresponde al partido y en absoluto al candidato. Sea el candidato Rubalcaba, sea Chacón, tendrán tras de sí y con un inmenso poder a un Zapatero que se ha reservado la carta de la secretaría general para iniciar otro proceso especulativo sobre su suerte definitiva que le permita jugar con los tiempos y las incógnitas tanto frente a la muy divididas familias de su partido como frente a la oposición conservadora. Y que, además, le refuerza para blindar la legislatura.

En este contexto se explican, no sólo el discurso del sábado en el que reivindicó su papel de secretario general del PSOE, sino también las declaraciones del día anterior a cinco periódicos europeos –entre ellos El País- en las que enfatizaba sobre el “impresionante apoyo del partido” que decía disfrutar y recordaba su meritoria “hoja de servicios” al PSOE.

Tras su anuncio del sábado sólo cerró una incógnita y abrió otras de enorme importancia en una dinámica de maniobras sucesivas para infligir desconcierto en los suyos

El profesor Santos Juliá, en un esclarecedor artículo publicado ayer en el diario El País alertaba, preocupado, sobre esta situación. Y lo hacía en términos inequívocos: “Lo lógico sería que la primera renuncia a la candidatura se complemente a su debido, pero no muy lejano, tiempo con una segunda renuncia a la secretaria general y que, por lo tanto, el primer congreso que se convoque proceda a elegir un nuevo secretario general que quedaría disminuido si no fuera nominado a la presidencia”. Y añade el intelectual e historiador que “de hecho, esa fue la lógica seguida por Felipe González desde la refundación del PSOE en 1974; y eso fue, punto por punto, la misma lógica de José Luis Rodríguez Zapatero en su camino a la presidencia del gobierno en 2004. Primero, llenar el vacío de poder por el que atravesaba el partido con sus respectivas elecciones como secretarios generales en sendos congresos; segundo, designación -sin primarias- como candidatos a la presidencia (…)”.  Santos Juliá, en todo un aviso a navegantes, recuerda que “esa es la tradición asentada  en la historia del partido, sólo interrumpida por las primarias de 1998 que condujeron a la inapelable derrota de 2000 después de un tenso período de bicefalia

He aquí la estrategia –diabólica por sus laberínticos propósitos, repletos de reservas mentales- de un Zapatero que, por el momento, no “abre paso a un nuevo liderazgo en el PSOE tras renunciar a ser candidato”, como ayer titulaba, quizá con un segunda o tercera intención, el periódico de mayor difusión de España. No hay en el todavía presidente del Gobierno, ni rastro de bambismo, agotamiento, buenismo y, mucho menos, de ingenuidad. Tras su anuncio del sábado sólo cerró una incógnita y abrió otras de enorme importancia en una dinámica de maniobras sucesivas para infligir desconcierto en los suyos y reinar en el ordenado caos en que se ha convertido el PSOE y remitir al PP el mensaje de que él sigue ahí, es decir, yéndose, pero quedándose. Al menos de momento.

Un momento que él pretende sea muy largo. El gran peligro para el PSOE es que este tactismo de Zapatero le retrotraiga a los peores momentos de su historia, aquellos en los que el socialismo quedó desgarrado por las luchas banderizas. Va por ese camino.