ZAPATERO Y EL NAUFRAGIO DEL ESTADO

Artículo de José Antonio Zarzalejos*  en “El Confidencial.com” del 02 de septiembre de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

 

En diciembre, el número de parados en España será de casi cinco millones. Para entonces el déficit público habrá alcanzado el 10%. Es muy posible, también, que el Gobierno, radicalizándose, haya aprobado unos Presupuestos Generales con un incremento importante de la fiscalidad directa e indirecta. Seguramente, no se habrá logrado ningún pacto social entre sindicatos, empresarios y Ejecutivo y es ineluctable que para entonces el Tribunal Constitucional haya dictado sentencia sobre el Estatuto de Cataluña, declarando inconstitucionales un buen número de artículos que afectarán al núcleo duro del texto legislativo, lo que propiciará una crisis gravísima en el modelo de Estado porque los partidos catalanes -léase a Ernest Maragall en El País del pasado día 25 de agosto- no aceptarán la resolución del alto Tribunal. En las Navidades de este año, el índice de confianza de los ciudadanos habrá descendido a niveles desconocidos y la contracción de la economía española se adentrará en una sima histórica. En definitiva: al finalizar el año en curso se habrá consumado una situación enteramente dramática en lo económico, en lo político y en lo social, componiendo una ecuación tan endiabladamente complicada que sólo sería resoluble con la convocatoria de las unas elecciones generales anticipadas.

Sin embargo, de nuevo la suerte, la casualidad, vendrá en socorro de José Luis Rodríguez Zapatero porque el primero de enero de 2010, España debe asumir la presidencia de la Unión Europea hasta el 30 de junio. El Presidente aspirará con ansiedad el oxígeno que le proporcionará ese compromiso internacional de gran magnitud para sostenerse en un equilibrio inestable y fiar al transcurso del primer semestre del año próximo la mejora de los tenebrosos trazos que dibujan la realidad nacional. El inquilino -¿desahuciado?- de la Moncloa dispone de diez meses para rehabilitar su gestión y alcanzar 2011, año en el que se producirán las elecciones autonómicas y locales, aunque Cataluña habrá celebrado las suyas en 2010, acaso en un contexto de insurrección anticonstitucional más o menos larvada.

La posición de Zapatero y de su Gobierno ha derivado en los últimos meses hacia un terreno inverosímil fruto de una combinación en dosis arbitrarias de progresismo anacrónico e incompetencia técnica. Sencillamente: ni el presidente ni su Ejecutivo -tampoco el PSOE- han interiorizado que la política es el arte de lo posible. En una huida hacia delante (progresista) se incrementan los impuestos machacando a la clase media; se indispone -aún más- con la Iglesia y los sectores sociales conservadores no necesariamente confesionales con proyectos como los del aborto y la revisión de la ley de libertad religiosa, y se distancia de los colectivos de izquierda moderada e intelectual que no pueden digerir la levedad del personaje presidencial. En una muestra de incompetencia técnica pasmosa, el Gobierno tiene que modificar el Real Decreto Ley de los 420 euros con enorme cabreo de los desempleados a los que la norma no ampara, debe desdecirse de sus bonificaciones fiscales -los 400 euros en el IRPF- y, en un ejemplo de lo que no debe ser la comunicación institucional, se enfrenta a las organizaciones patronales con el aplauso de unos sindicatos burocratizados e inanes.

En ningún país de Europa una situación como la española sería soportable. Aquí lo es -por el momento- porque la oposición sigue sin acertar en el modo de ser percibida como alternativa; porque los nacionalistas, tanto vascos como catalanes, se benefician de su función de bisagras, ajenos a los intereses generales de España; porque la izquierda del PSOE -IU, ICV, ERC- buscan la radicalización del socialismo hispano… y porque los medios de comunicación en general han abdicado, en unos casos, o son impotentes, en otros, para el ejercicio de su misión de contrapoder (están arruinados o enfangados en compromisos con el poder)  en un panorama institucional en el que apenas funciona correctamente instancia alguna: ni el Consejo General del Poder Judicial (incapaz de emitir un informe preceptivo sobre el proyecto de ley del aborto), ni el Tribunal Constitucional (pendiente de renovación y paralizado ante el cumplimiento de sus obligaciones más elementales), ni los órganos reguladores (Comisión Nacional de la Energía, de Telecomunicaciones, de Competencia…) ni, en general, los mecanismos que componen el sistema de equilibrios de un Estado democrático moderno y eficaz.

El verano -en el que los terroristas etarras han sido capaces de convulsionar a los ciudadanos y causar enorme dolor- ha reiterado, por si hacía falta la comprobación, que Zapatero es un hombre banal y que la oposición desaprovecha las mejores ocasiones para alzarse en alternativa recurriendo a argumentarios -la persecución judicial a sus dirigentes, las supuestas escuchas ilegales- que miran más a sus militantes que a la sociedad en general. Este agosto caluroso en el que el turismo -nuestra primera industria- también se ha desplomado, ha sido letal para Zapatero e inquietante para nuestro país. El presidente debe ser consciente de que en junio de 2010, cuando acabe la presidencia española de la UE, ya no habrá coartadas internacionales para no acudir a las urnas para regenerar un sistema que, bajo su pulso alterado, arbitrario y desconcertado, amenaza con hacer de España un Estado fallido que ya ha comenzado a dar síntomas de naufragio.

*José Antonio Zarzalejos es director general en España de LLORENTE & CUENCA