RODRÍGUEZ ZAPATERO AMENAZA EL 'OASIS' DEL PAÍS VASCO

Artículo de José Antonio Zarzalejos  en “El Confidencial.com” del 16 de septiembre de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

 

En el debate sobre el estado de la Nación, en mayo de este año, Zapatero justificó el acuerdo entre los socialistas vascos y el PP por la “situación excepcional” creada por Ibarretxe, protagonista de dos intentos secesionistas. El presidente, en consecuencia, no se mostraba persuadido de que la fórmula PSE-PP fuera la que España necesitase. Se trataba sólo de una contingencia. Días antes, Santiago Carrillo hacía unas declaraciones poco destacadas por los medios pero muy sintomáticas: “El pacto entre el PSOE y el PP en el País Vasco es temporal porque las fuerzas fundamentales que pueden resolver el problema de forma satisfactoria son los socialistas y el PNV”.

En Vitoria y Bilbao, López y Basagoiti han venido procesando estas declaraciones y en agosto, durante las fiestas de la capital vizcaína, lanzaron mensajes de advertencia pero también de alarma. Para el lendakari socialista “el País Vasco ha pasado de la crispación a ser  un oasis en las políticas españolas”, reclamando que la tensión entre el PP y el PSOE a nivel nacional no enturbiara la experiencia que se vivía allí entre los dos partidos. El presidente de los populares vascos se pronunció en la misma línea y similar énfasis.

El 9 de septiembre pasado, apenas cuatro meses después de la firma del documento de acuerdo entre socialistas y populares vascos (Bases para el cambio democrático al servicio de la sociedad vasca) que dio a López los 13 votos del PP que precisaba para elevarle a la presidencia del Gobierno autonómico y echar así a Ibarretxe de Ajuria Enea, el portavoz del grupo parlamentario del PNV en el Congreso, Josu Erkoreka, ofrecía a un Zapatero agobiado por la crisis y rebasado por los problemas más variados, los seis votos de los nacionalistas en el Congreso que sumados a los de ERC (3) e IU (2) permitirían al Gobierno sacar adelante los Presupuestos. En realidad, Erkoreka no ofrecía los votos del PNV en la Cámara, sino que le lanzaba una oferta de venta en un momento en el que su partido está en la oposición en el País Vasco después de tres décadas en el poder.

Ahora los nacionalistas vascos se han instalado en una permanente lamentación, no surgen líderes nuevos en el partido, Ibarretxe ha sido exportado a Puerto Rico (imparte clases en aquel Estado libre asociado) y se han atrincherado en las Diputaciones, Ayuntamientos y las empresas públicas. Y aunque aún disponen de poder, quieren mantener el régimen que impusieron desde 1980 siempre con el acompañamiento subalterno de los socialistas. Sencillamente: el PNV está dispuesto a ayudar a Zapatero en Madrid siempre y cuando el pacto entre el PP y el PSE quiebre en el País Vasco.

Por el momento, el Gobierno de López, con la vigilancia de Basagoiti, está cumpliendo lo pactado: la lucha contra los cómplices del terrorismo es abierta; la bandera nacional ondea en la sede de la Presidencia del Gobierno Vasco; se están modificando las normas reguladoras de la política lingüística impuestas por los nacionalistas; se ha comenzado a sustituir a los comisarios políticos de los medios de comunicación públicos; López ha visitado a sus vecinos riojanos y navarros y el Gobierno, como preveía el pacto con el PP, ha lanzado un plan contra la crisis económica para crear 10.000 empleos con una inversión de 367 millones de euros y, después de más de una década, se ha reunido en Vitoria –lo hizo el pasado día 7—la Comisión Bilateral de Cooperación entre las administraciones central y autonómica. Incluso se ha activado la política de transferencias detenida desde los años noventa.

El PP dice ‘adiós’ a la diputación de Álava a cambio de estabilidad

Zapatero, con el agua al cuello, puede sacrificar todo ese logro histórico para salvarse  él a través de concertar el apoyo de los seis escaños del PNV en Madrid. Para el presidente el pacto en el País Vasco es “excepcional” (¿también temporal?), así que si es superada la excepcionalidad (ya no está Ibarretxe de por medio), encontraría razones para impugnarlo. Las alarmas se han encendido. El raso pragmatismo de Zapatero –examínense sus distintas políticas para comprobarlo—permite albergar, no la sospecha, sino el indicio de que el “oasis” vasco está seriamente amenazado. Si la amenaza se consumara sería, digámoslo sin ambages, una traición a la buena fe de los socialistas y populares vascos y a los intereses generales de España.

A nuestro país le interesa  la integración constitucional de Euskadi como valor esencial de la convivencia democrática. Por otra parte, el PP vasco no ha podido ser más cuidadoso: ha aplazado, quizá hasta abandonado, su demanda de que el PSE le reintegre en la Diputación de Álava y sigue sin plantear en Guecho (segunda ciudad de Vizcaya) una moción de censura al PNV para que acceda a la alcaldía un concejal popular. Según el vicepresidente Chaves  esas contrapartidas al PP “crisparían la situación”. O sea, el recurrente argumento inmovilista que a tantos desafueros nos ha llevado.

Los problemas en el País Vasco no se han resuelto (el obispo de San Sebastián sigue abogando por el diálogo oficiando de portavoz del nacionalismo; la UE ha dado un varapalo enorme a la capacidad normativa del Concierto rechazando la legalidad de las “vacaciones fiscales”; el PNV crea mecanismos alternativos a los oficiales como la nueva radio militante, Onda Vasca, para oscurecer la nueva ETB y radio Euskadi…) y, en consecuencia, hace falta que el acuerdo PP-PSE permanezca y ambos partidos profundicen en el vuelco que aquella comunidad autónoma precisa.

Si Zapatero, como muchos temen con verosimilitud, acepta la venta de los seis votos nacionalistas en el Congreso que Erkoreka le ha ofrecido, él se salvará a corto plazo, pero el precio no será otro –ahora o dentro de un tiempo—que el de desecar “el oasis” vasco para devolver al desierto ardiente a los constitucionalistas y habrá cometido así un error histórico imperdonable. Sería ya el segundo yerro, después del malhadado “proceso de paz” con la banda terrorista ETA cuyo entorno ansía el regreso del PNV al poder. El PP debe prepararse para la peor hipótesis en el País Vasco y elevar la exigencia de garantías de cumplimiento de los compromisos pactados con los socialistas.