UNA SENSACIÓN GENERAL DE FRACASO

Artículo de José Antonio Zarzalejos  en “El Confidencial.com” del 16 de diciembre de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

Con un breve comentario al final:

¿PUES QUÉ DIABLOS HACE EL PP?

Luis Bouza-Brey (16-12-09, 10:00)

En 2006 se publicó un libro en el que, bajo el título de “¡Vaya País! Cómo nos ven los corresponsales de prensa extranjera.”, dieciocho periodistas de distintos países retrataban el espíritu español. Miguel Ángel Bastenier, prologuista de la obra, consideró en clave irónica que la descripción que hacía la corresponsal, entonces, de Le Monde, Martine Silbert, implicaba una “rigurosa primicia mundial” porque estimaba que los “españoles casi nunca protestan, son sumisos, seguramente algo indolentes y aquejados de fatalismo más o menos decorado de sabiduría de la vida, aunque también resultan acogedores, solidarios, positivos y optimistas.”

Hoy, los españoles no seríamos para la periodista francesa ni solidarios, ni positivos, ni optimistas y estaríamos sumidos en el “fatalismo” y, desde luego, en el pesimismo. Una general sensación de fracaso recorre España. Porque todo cuanto se aborda desde la gobernanza del país, falla, fracasa, no funciona. En definitiva, hemos entrado en esos períodos históricos en casi todo nos va mal.

“España ha decepcionado económicamente al mundo”, declaró el Premio Nobel, Robert Lucas, ayer en el diario Expansión. Y añadió verdades como puños tales como que la manifestación del sábado de los sindicatos contra la clase empresarial “no tiene sentido”, o que nuestro endeudamiento es “insostenible” o, en fin, que es necesario “acometer una reforma laboral”. Al mismo tiempo, se nos advertía de que el Eurobarómetro de otoño indicaba que los españoles -en un porcentaje tan abrumador como es el 89%- creen que la situación económica es “mala” con un sentimiento pesimista de que “irá a peor”. Y para que el día fuese más completo, la agencia Moody’s consideraba a España como el país avanzado con más riesgo para 2010.

Mientras descargaban estas noticias, vivíamos el fracaso de la Conferencia de Presidentes -¿Pero qué creía Zapatero que iba a conseguir de la oposición? ¿Cómo es posible encarar ese encuentro sin una preparación adecuada de las propuestas de acuerdo?-, experimentábamos el peligro de que el independentismo catalán pase a mayores después del ensayo del domingo en 167 consultas independentistas en otros tantos municipios de Cataluña; muchos no podíamos comprender la irresponsabilidad sindical, y la mayoría también se lamentaba de la incompetencia del Gobierno en política exterior: el caso Haidar continúa sin que EEUU o la Unión Europea se impliquen y tenemos a tres compatriotas en manos de terroristas islamistas que nos amenazan con un terrible chantaje. Y hasta los militares, se echaron a la calle el fin de semana ejercitando así, de manera desacostumbrada, sus reivindicaciones profesionales.

Es evidente que atravesamos por una fase de mal gobierno -el consumo retraído, el paro incrementándose, el anteproyecto de la ley de Economía Sostenible naufragando, la ley del aborto abriendo una grave brecha en la ciudadanía- que se debe, a partes iguales, a una alarmante incompetencia política –hay que saber gestionar las cuestiones públicas-, y a un sectarismo desintegrador y banderizo que hace imposibles comportamientos de consenso. En esta situación –la oposición política y la propia sociedad en su conjunto tienen una cuota de responsabilidad. Pero la mayor, la decisiva, corresponde al Gobierno de Rodríguez Zapatero que es, seguramente, el más soberbio, altivo y displicente de cuantos hemos tenido en la democracia española. Y al que, por esas actitudes incompatibles con el sentido común, se le puede romper el propio Estado en lo económico y en lo político. Lo primero, por no saber enfrentarse a la recesión con una mínima eficacia; lo segundo, por haber propiciado un cambio encubierto del modelo territorial de España a través de un Estatuto catalán que, por si fuera poco, está dejando al Tribunal Constitucional a la altura del betún.

Por eso -y no es poco- España vuelve a experimentar la amargura del pesimismo, la sensación de un fracaso que tardaremos en superar.

Breve comentario final:

¿PUES QUÉ DIABLOS HACE EL PP?

Luis Bouza-Brey (16-12-09, 10:00)

 

Creo que la pregunta que encabeza este artículo hay mucha gente que se la está haciendo: ¿Si el Gobierno es un desastre, por qué el PP no lo denuncia y plantea una alternativa? ¿Es que no la tiene? ¿O es que no la hay?

Lo que no es admisible es que la oposición no reaccione ante tamaño desgobierno; que no plantee un ataque frontal a ese desgobierno, para evitar que continúe deshaciendo el país; que no plantee una moción de censura en la que ofrezca una alternativa y un candidato para sustituir a quien no sabe gobernar (utilizando una calificación suave del Presidente actual).

Sí, uno ya sabe que la moción de censura constructiva es muy difícil de ganar, aunque no imposible, pero al menos permite que el sistema democrático plantee opciones cuando el declive se acelera. Pero bueno, uno no entiende el laberinto mental de los políticos de este país, que parece que sólo sirven para crear problemas irreales y para eludir enfrentarse a los reales. Parece como si sólo les interesara el poder, y no el país. Tenemos un sistema político gravemente enfermo. Uno no sabe si es posible regenerarlo o ya no tiene cura.