DEL DEBATE A LAS ENCUESTAS: LA SUCESIÓN DE ZAPATERO
Artículo de José Antonio Zarzalejos en “El
Confidencial.com” del 07 de enero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
El pasado día 23 de diciembre escribí en este mismo espacio un
artículo titulado “Debate
abierto sobre la sucesión de Zapatero”· Muchos creen que ese debate
-planteado muy seriamente en periódicos de izquierda- encerraba una trampa que
consistiría en poner en duda el liderazgo del presidente del Gobierno para, más
adelante, respaldarlo en loor de multitud. Pudiera ser que ese fuese el
propósito de los que han lanzado al ruedo público la hipótesis de una retirada
de Rodríguez Zapatero. Pero, si así fuera, se les está yendo de las manos
porque el debate ha saltado a las encuestas.
Un diario tan sobrio como La Vanguardia publicó el pasado 2 de enero un estudio demoscópico muy amplio en el que se ponía de manifiesto que el “63% no quiere que Zapatero repita; la alternativa: Rubalcaba o Bono”. La encuesta del diario catalán aportaba otros datos interesantes: sólo el 31% creía que el Presidente debe volver a presentarse. El más espectacular de todos es que el 50% de los votantes socialistas -frente al 45%- optan por una nueva cara al frente de las listas electorales en 2012.
Por su parte, el diario El Mundo publicaba, también ese mismo día, otra encuesta con cifras distintas: el 20% de los votantes socialistas “ve mal que Zapatero repita” y, al igual que su colega catalán, apuntaba a Bono y Rubalcaba como las alternativas más deseadas si el Presidente desiste para la próxima legislatura.
En todos los casos, existe la percepción de que Rodríguez Zapatero, pese a todo, optará a la reelección. Pero, también es muy general la sensación de que la diferencia de votos entre el PSOE y el PP se agranda y podría situarse ya en torno a los 5 puntos. Además, la comparecencia de fin de año del presidente fue preocupante: inseguro, reconociendo haberse confundido al tratar la recesión como una desaceleración, con escasez de ideas y un planteamiento de reformas atropellado -hasta cuatro en el mes de enero nos promete el Gobierno: laboral, pensiones, educación…-. La imagen del jefe del Ejecutivo no fue sólida ni segura. Como ha recordado Ignacio Escolar -nada sospechoso de veleidades derechistas-, las comparecencias públicas de fin de año del presidente han sido fallidas. Las tres últimas, clamorosamente fallidas: en 2006 con el terrorismo, en 2007 con la crisis y el pasado año con el optimismo en su superación inmediata.
Desautorizado por la próxima sentencia del Estatut
Al Gobierno, por si fuera poco, le quedan tragos amargos por deglutir. Además de la sentencia del Estatuto catalán -que en alguna medida le desautorizará-, las cifras del paro seguirán creciendo durante 2010, aunque con menor intensidad, pero el balance al final de este ejercicio, continuará siendo muy negativo. El martes tocamos ya los cuatro millones de desempleados. Por otra parte, a mediados de este año -allá por julio- se notará el incremento impositivo con el alza del IVA -tanto el general (del 16 al 18%) como del reducido- y el ahorro estará soportando una fiscalidad superior.
En estas condiciones, el deterioro del presidente será muy intenso y progresivo y adquirirá mayor verosimilitud la hipótesis de que no repita candidatura. Pocos se hacen a la idea de que el país pueda soportar un tercer mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, cuyo crédito ha quedado agotado con operaciones políticas demasiado arriesgadas y con improvisaciones excesivas. Es verdad que la alternativa en el PSOE no se presenta fácil, pero, hoy por hoy y en tanto las circunstancias no favorezcan un giro copernicano de la situación, el presidente va de perdedor.
Hace falta que la oposición no pierda tensión en su labor, que consiste sólo en deteriorar al Ejecutivo, sino también en ofertar a los electores motivos concretos y ciertos para cambiar su voto en apoyo de políticas mejores que las de los socialistas. Esperar, simplemente, a que Zapatero se desgaste, no es ni prudente ni estimulante para una ciudadanía que quiere divisar un horizonte mejor.