UN PROCESO DE PAZ IRLANDÉS «OFF THE RECORD»

 

 Artículo de Carmen GURRUCHAGA  en  “La Razón” del 24/04/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

El dirigente socialista vasco Jesús Eguiguren no estaba muy equivocado cuando en una entrevista que concedió al periódico abertzale «Gara», antes de que empezara la campaña de las elecciones vascas, anunció que su partido nunca negociaría con el PP y que, en cambio, sí podría aceptar la propuesta etarra de organizar una doble mesa: una de diálogo, en la que participaran todos los partidos, sin exclusiones; y otra de negociación, entre ETA y el Gobierno.

Los dirigentes socialistas se apresuraron a negar que Eguiguren hubiera hecho semejantes manifestaciones y hubo quien les creyó. El poco tiempo transcurrido desde entonces y el enorme giro dado a las palabras que surgen desde Ferraz invitan a pensar que este socialista vasco puede tener dotes adivinatorias porque estos días los líderes de su partido copian su discurso, en el que coinciden con los «batasunos».

Esta nueva situación pone en evidencia que Eguiguren habló a destiempo, cuando no resultaba conveniente para los intereses electorales del PSE.

De momento, Arnaldo Otegui, el vocero de Batasuna que hace las veces de portavoz del PCTV (Partido Comunista de las Tierras Vascas), no cree que el problema del País Vasco sea cómo conformar una mayoría gubernamental, sino el «conflicto, que hay que resolver a partir de una mesa de negociación». Propone un diálogo multilateral, sin exclusiones, para conducir un proceso de paz. Pese a estas buenas intenciones, lo más probable es que la presencia del epígono de Batasuna en ese foro impida al PP acudir al mismo, lo que le dejaría excluido.

 

Exigencias de ETA.

 

 Otegui también ha hablado de exigencias y aunque no ha aclarado en nombre de quién lo hacía, se supone que en esta ocasión representará al brazo político de ETA. No ha dicho nada nuevo, aunque es cierto que ha empleado un envoltorio más bonito que en otras ocasiones. «Nosotros garantizamos una posición flexible en el método, para que sea posible hacer la paz en este país, si se da la solución al problema del territorio y de la capacidad de decisión». Como quitándole importancia ha puesto sobre el tapete las dos reivindicaciones de ETA: la unidad territorial y el derecho de autodeterminación.

Y pretende, según dice, un acuerdo satisfactorio para todo el mundo, que sea  respetado por el Gobierno español.

En ese flirteo a distancia –no se sabe si cada vez más corta–, que mantienen socialistas y «abertzales» radicales, Otegui aplaude que el Gobierno del PSOE manifieste su deseo de dialogar y de resolver el conflicto. En este cruce de mensajes, no podía faltar el proceso irlandés como modelo a imitar. Batasunos, «on the record», y socialistas, «off the record», coinciden en la necesidad de iniciar un proceso a la irlandesa.

En sintonía con el portavoz de Batasuna, José Blanco ve una nueva situación en el País Vasco que permite escudriñar un camino para alcanzar la paz. Por eso, el PSOE «no va a renunciar a hablar en cuanto ETA anuncie el abandono definitivo de la violencia». Esta afirmación encierra una gran paradoja ya que si ETA deja de coaccionar, asesinar, secuestrar y chantajear, la paz llega sin más.

El escenario que Blanco ve tan distinto es similar al que había antes de las elecciones de 2001. Esos comicios se celebraron en medio de una enorme bipolarización y, en esas circunstancias, la coalición PNV-EA recogió votos de sus aledaños, que, en realidad, correspondían a Batasuna. Ahora bien, el resultado electoral del domingo 17 de abril no ha variado la relación de fuerzas en la política de bloques. Los  nacionalistas continúan con el mismo porcentaje de votos, pero escorados hacia la radicalización.

En medio de este afán negociador existe un calendario que marca los tiempos políticos en Euskadi: falta casi un mes para que se celebre el pleno de Constitución de la nueva Cámara vasca y casi dos para el de investidura del lendakari. Todo parece indicar que Ibarreche presidirá de nuevo el Ejecutivo autonómico, apoyado por el actual tripartito más Aralar. Los dos bloques empatan a 33 escaños y son los Comunistas de las Tierras Vascas los que deciden. «A priori» es impensable que vayan a propiciar la elección de Patxi López. Parece más probable que se produzca una actitud discreta de algún parlamentario que llegue tarde, o que se ponga enfermo. En caso de no ser así, algún voto del mundo de Batasuna se escapará hacia el tripartito, como sucedió cuando la Cámara vasca aprobó el «plan Ibarreche». En el peor de los casos, se producirá un empate que alguien tendrá que romper, porque ningún partido querrá asumir la responsabilidad de convocar nuevas elecciones.

 

Reforma estatutaria.

 

 El siguiente paso será la aprobación del texto de reforma del Estatuto. Zapatero ya ha anunciado que para aceptarlo deberá contar con dos tercios del Parlamento Vasco. Los números indican que esa cifra se consigue con los escaños del actual tripartito, más el PSE. Todo encaja y parece fácil, pero dentro de la coalición nacionalista

siete escaños corresponden a Eusko Alkartasuna, que los va a vender caros a la hora de pactar el articulado del Estatuto. Este partido no ve con agrado un compadreo con los socialistas y, como dice un dirigente de esa formación, «con EA no se puede contar para hacer una chapuza».