AGUAS REVUELTAS EN EL PSE

 

Las últimas apuestas políticas de López han reabierto las heridas en el socialismo vasco El sector moderado no acepta el acercamiento al PNV ni que se ninguneara a María San Gil durante su encuentro con el socialista

 

Informe de J. Arias Borque   en “La Razón” del 22.05.05

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el Informe que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

Vitoria- Las aguas andan revueltas en el río del socialismo vasco. La polémica entrevista entre el secretario general del PSE, Patxi López, y las tres cabezas de lista del abertzale Partido Comunista de las Tierras Vascas (PCTV), así como la actitud del propio López durante su encuentro con la presidenta del PP vasco, María San Gil, han vuelto a sacar a la luz las posturas críticas que existen dentro de la formación con la línea política que esta marcando la actual Ejecutiva. Tras unos meses de aparente calma, las rencillas y los cruces de declaraciones vuelven a dejar en evidencia que las actuaciones de López no cuentan con el respaldo de toda su formación.
   Durante la última semana, los nombres que han salido a la palestra son el de la eurodiputada Rosa Díez, el filósofo Fernando Savater, el concejal en Miraballes (Vizcaya) Nicolás Gutiérrez o la edil en Urnieta (Guipúzcoa) Maite Pagazaurtundua, hermana del socialista y jefe de la Policía Local de Andoain (Guipúzcoa), Joseba Pagazaurtundua, asesinado por terroristas de ETA en agosto de 2003. Pero a estos, habría que añadir muchos otros que se han posicionado en contra de la actual línea del PSE, incluso, abandonando los cargos públicos que ostentaban. Socialistas como Nicolás Redondo Terreros, ex secretario general del PSE, Gotzone Mora, concejal en Getxo (Vizcaya), Carlos Totorica, alcalde de Ermua (Guipúzcoa), Carlos Pera, ex alcalde de Baracaldo (Vizcaya), o Ana Urcheguía, ex alcaldesa de Lasarte-Oria (Guipúzcoa), entre otros.
   La división en el seno de la formación viene de lejos. Tan lejos como los tiempos en que los nacionalistas llegaron al poder en la región y comenzaron a impartir su doctrina. Un sector muy importante de los socialistas creyeron a pies juntillas la propaganda oficial del nacionalismo y se la siguen creyendo, esa que dice que para ser un buen vasco hay que ser nacionalista, que a la tierra sólo la quieren los nacionalistas. Ahí nace el complejo de una gran parte de los dirigentes del PSE, de la culpabilidad, inculcada, de no ser nacionalista. Lo que ha hecho que el alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, no tenga pelos en la lengua para reivindicar el derecho de autodeterminación, o que el actual presidente del PSE, Jesús Eguiguren, se mostrase a favor de la legalización de Batasuna en un artículo en el diario abertzale «Gara», unas horas antes de que las Fuerzas de Seguridad detuviesen en Basauri al terrorista Javier Pérez Aldanate cuando estaba preparando el asesinato, entre otros, del coordinador de la Ejecutiva del PSE, Rodolfo Ares.
   El PSE se encuentra dividido en dos sectores, por un lado, los partidarios de alcanzar una unidad de acción constitucionalista con el Partido Popular, basada en la defensa del Estatuto de Autonomía de Guernica y la Constitución, y partidarios de aliarse en todo momento con los populares para poder afianzar una alternativa constitucionalista en la región que demuestre a la ciudadanía que la comunidad vasca también puede tener un gobierno no nacionalista.
   Por el otro lado, un sector más proclive al acercamiento y al pacto con el nacionalismo, convencido de que cediendo ante el PNV, y sus aliados ocasionales, en todo lo que exijan en cada momento, podrán conseguir acallar las ansias soberanistas de los jeltzales, y cuyas representantes provienen mayoritariamente de Euskadiko Ezkerra.
   El mayor punto de inflexión que alcanzó la división dentro del partido se vivió hace apenas unos años, cuando Patxi López fue la cabeza visible de una rebelión interna contra el por entonces líder del PSE, Nicolás Redondo Terreros. El sector nacionalista tomó el mando desterrando al sector moderado.