LA UTILIDAD DE ETA

 

 Artículo de FERNANDO SAVATER en “El Correo” del 19/01/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

Cuentan que un forastero llegó a un pueblecito del Oeste americano. Nada más bajarse del caballo se encontró con el sheriff, que lucía su típica estrella de cinco puntas y dos fenomenales revólveres en el cinto. El forastero indagó: «Oiga, sheriff, ¿es éste un pueblo tranquilo?». «De lo más tranquilo. Aquí no se mueve un alma», le confirmó el condecorado pistolero. «Hombre, como le veo a usted con esas dos herramientas fabricadas por Samuel Colt...», objetó el otro. Y el sheriff concluyó: «Precisamente gracias a ellas reina la tranquilidad».

Nuestra sociedad vasca también es muy tranquila, como recordó satisfecho Ibarretxe a la prensa en su comparecencia posterior al encuentro con Zapatero. Y por las mismas razones que en aquel pueblo del Far-West, aunque entre nosotros el sheriff se llame ETA y haya utilizado sus armas contra el vecindario probablemente con más liberalidad que ningún otro pistolero célebre. Pero ha conseguido dejarlo plácidamente manos arriba. Aquí la gente no sólo no se mueve, por lo común, sino que procura hacer patente que no se mueve y se aleja prudentemente de los revoltosos. No por conformidad, hay que dejarlo claro, sino por conformismo, que es algo muy distinto. La conformidad es aceptar y aprobar racionalmente un estado de cosas, porque uno cree que es justo o al menos necesario; el conformismo es asumirlo sin quejas aunque nos parezca un asco, para no buscarnos problemas o para obtener algún tipo de prebendas.

En el País Vasco habrá sin duda gente conforme con el 'estatu quo' actual, qué duda cabe: gente íntimamente encantada de que ETA cierre la boca a los que le podrían llevar la contraria al nacionalismo felizmente reinante para que así ellos puedan pensar tranquilamente que no existen o son 'de fuera'. Pero estoy seguro de que abundan mucho más los conformistas, es decir, quienes se avergüenzan de lo que pasa pero no de aprovecharse de ello. ¿Si supieran ustedes la cantidad de conciudadanos que no me saludan si me ven por Donosti pero se solidarizan conmigo y me lloran sus penas en el hombro cuando me los encuentro en Algeciras! Aquí, en casa, abundan mucho los que 'no hacen política' y 'se llevan bien con todo el mundo' (algunos adoptaron el hábito en época del franquismo): se conceden a sí mismos y a sus semejantes el calificativo de 'jatorras', pero en otros lugares se les denominaría con el más exacto de 'canallas'.

A la violencia terrorista de ETA se le pueden hacer muchas críticas, salvo la de que es 'inútil'. Al contrario, su utilidad resulta evidente: como todos los terrores injustos, pretende conseguir y en gran medida consigue el conformismo abyecto de la sociedad. Pero ese conformismo impuesto distorsiona el retrato ideológico de la comunidad a que se aplica. Por definición, el conformista es un bicho que adopta el color del terreno para pasar desapercibido y por tanto cambia de pelaje con facilidad. Un mes antes de la muerte de Franco, la encuestas políticas -caso de haberse hecho- habrían encontrado en España una gran mayoría de franquistas; un mes después de su desaparición --¿y no digamos un año después!- los franquistas eran una especie en extinción, había que buscarlos con lupa.

Hoy en día, las encuestas siempre revelan diferencia a favor del nacionalismo entre la muestra tomada en el País Vasco y la del resto de España; pero ya veremos lo que ocurre un año después de que la amenaza terrorista haya desaparecido realmente del horizonte de los opinantes...Y lo mismo, por supuesto, puede asegurarse del resultado de las elecciones o de un eventual referéndum. En cuanto la utilísima ETA sea puesta fuera de servicio, y se pierda el miedo a los que la representan o el respeto a quienes se ofrecen como mediadores capaces de librarnos de ella, y regresen a la vida social los que tuvieron que dejarla por amenazas o hartazgo de coacciones... entonces ya veremos lo que pasa y lo que dice el electorado. Si Batasuna quiere ser de veras progresista y no le parece suficiente progreso acabar con los crímenes, aquí tiene otro motivo para denunciar y renunciar a la violencia de ETA: acabar con el conformismo de la sociedad vasca.

Es muy significativa la minimización de ETA que lleva a cabo el nacionalismo imperante. En la fantasiosa y cínica descripción de la sociedad vasca proporcionada por Ibarretxe -que ni siquiera la mencionó ante la prensa madrileña- se trata de un episodio minoritario y marginal, como los tironeros y carteristas. Algo que nada tiene que ver con lo que piensa o dice que piensa el ciudadano medio. ¿Como si no fuera gracias a ETA que él ha llegado con su plan hasta La Moncloa y puede decir con la mayor desfachatez que representa la voluntad no sólo de la mayoría absoluta del Parlamento sino la inmensa mayoría de la sociedad misma! La afirmación más significativa del lehendakari fue que mientras él ocupase el cargo, «la voluntad del PP y del PSOE no prevalecerá sobre la de los vascos y las vascas». Esa división -por un lado los vascos y vascas, por otro el PP y el PSOE, aunque sus miembros de hecho también sean vascos- es la obra maestra de ETA. Porque la banda no es fruto de la lucha de una parte de la población contra otra, sino la creadora de la división en dos partes de la sociedad: por un lado, las víctimas, los perseguidos, los amenazados y asesinados, las opciones políticas estigmatizadas; por otra, quienes nada tienen que temer directamente del terrorismo, los que viven tranquilamente, o sea, los vascos y vascas conformistas. La generosidad del plan Ibarretxe aprobado por el Parlamento vasco es ofrecer a los primeros la posibilidad de 'convertirse' y pasar a integrarse dócilmente con los segundos.

De aquí proviene también la curiosa idea de que el citado plan no es 'independentista'. Lo primero que habría que aclarar es qué se entiende por independencia de hecho: precisamente que los 'vascos y vascas' según ETA los ha determinado puedan decidir unilateralmente cómo ha de gestionarse la comunidad en la que todos vivimos y las potestades del Estado al que pertenecemos. Los nacionalistas no quieren llamarse Estado independiente, sino sencillamente borrar las atribuciones del Estado español en el País Vasco. Ellos conservarán la posibilidad de utilizar al Estado cuándo y cómo les convenga, pero no admitirán que éste pueda intervenir o fiscalizar de ningún modo lo que ellos lleven a cabo en la CAV en materia educativa, judicial, económica, social o lo que fuere. De hecho, podríamos decir que no sólo es independentista el plan mismo, sino el procedimiento de proponerlo e imponerlo. Es un independentismo 'amable': aquí decidimos nosotros solos, pero no renunciamos a solicitaros cuando nos sea preciso apoyo y vehículo político (cara a Europa, por ejemplo). El Estado español debe renunciar a cualquier pretensión sobre Euskadi, pero Euskadi conserva la posibilidad de reclamaciones al Estado cuando así le convenga. Y resuelto el conflicto... ¿alguien puede creer que semejante disparate habría merecido la consideración política de nadie cuerdo si ETA no llevase tantos años preparando el terreno social para imponer conformismo y resignación?