Y AHORA, UNA CONSTITUCIÓN

 

 Artículo de Eduardo Aguirre, Embajador de EE.UU. en España

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

 

 

La historia nos maravilla -si sabemos reconocerlo- cuando toda una nación se alza ante desafíos extraordinarios y se gana la admiración del mundo entero. Hace veinticinco años, los polacos, indomables y con principios, defendieron sus derechos fundamentales y desataron las fuerzas que liberaron de la tiranía comunista no sólo Polonia, sino toda Europa del Este. En 1940, el pueblo británico se encontraba solo ante el fuego concentrado de la máquina bélica más poderosa del mundo. Para gloria eterna de su país, se negó a rendirse y frenó el avance nazi. Hoy, el pueblo iraquí está mostrando determinación y valor ante la feroz violencia terrorista para construir un Irak nuevo y democrático.

Durante treinta interminables años, el pueblo iraquí padeció una dictadura despiadada y sádica. Cientos de miles de personas fueron víctima de espantosas violaciones de los derechos humanos. Pero el mundo dijo e hizo muy poco para acabar con esa opresión. En 2003, Estados Unidos y sus aliados terminaron con el régimen de Sadam Husein. Desde entonces, hemos estado trabajando con los iraquíes para crear un futuro más prometedor, pacífico y próspero. Estamos viendo cómo el pueblo iraquí acoge esta oportunidad, que necesitaba desde hace tanto tiempo, para formar su propio gobierno, elegir a sus propios líderes y resolver democráticamente conflictos políticos en el marco de su nueva Constitución. Y una vez más, la comunidad internacional tiene la ocasión de ofrecer al pueblo iraquí la ayuda moral y material que necesita y merece.

El 15 de octubre, casi diez millones de ciudadanos iraquíes votaron en el referéndum constitucional por un futuro democrático y pacífico. La votación fue un triunfo para el creciente impulso de la democracia y las reformas en toda la región. Con cada voto, los iraquíes enviaron un claro mensaje al mundo: ellos decidirán su propio futuro mediante elecciones pacíficas. Con cada voto, rechazaron la visión de Al Qaeda de un Irak gobernado por el miedo y la violencia.

Más de un millón de iraquíes que no votaron en enero participaron en este referéndum. Votaran sí o no, el mero acto de votar supone un avance hacia un futuro democrático. Cada voto es una voz contra la tiranía y el terror, una voz a favor del proceso democrático. Particularmente significativo fue el alto nivel de participación de los suníes en todo el país.

El referéndum constitucional fue un proceso político iraquí y un éxito iraquí. La comunidad internacional también contribuyó con observadores internacionales, grupos independientes como la Misión Internacional para las Elecciones Iraquíes y equipos de Naciones Unidas que trabajaron para verificar la integridad del referéndum.

Es cierto que el proceso político sólo está comenzando. Los iraquíes están diciendo lo que piensan y hay desacuerdos entre los grupos políticos. Es lo que ocurre en un sistema democrático, y el pueblo iraquí debe encontrar una manera de resolver estas diferencias mediante acuerdos y negociación. Y como todos sabemos, todavía hay quienes creen que el odio, las atrocidades y el derramamiento de sangre pueden bloquear el camino hacia delante. Pero cada día muestra con más claridad que los insurgentes sólo ofrecen destrucción, miedo y un retorno al espantoso pasado. Cada vez más iraquíes miran hacia un futuro de paz. El 15 de octubre fue, ciertamente, un día tan malo para los terroristas como lo fue bueno para la democracia.

Esta Constitución es un hito en el camino hacia un Irak estable, democrático e inclusivo. Después de esta ratificación, las elecciones nacionales para el Parlamento en diciembre darán a los iraquíes otra oportunidad para decidir el futuro de su país.

Irak continúa necesitando el apoyo de la comunidad internacional. Hay que afianzar los sistemas médicos y educativos básicos. Muchos países, entre ellos Francia, Alemania y Rusia, han acordado conceder al Gobierno iraquí una reducción de la deuda y muchos han contribuido generosamente al Fondo Internacional para la Reconstrucción. Una cooperación continuada para reconstruir y fortalecer la economía iraquí es necesaria. Y por supuesto, mejorar la seguridad sigue siendo una prioridad y un reto para las fuerzas iraquíes y de la coalición. En este sentido, es especialmente importante la formación de las fuerzas policiales y de seguridad iraquíes, como el entrenamiento para desminar que está proporcionando España este mes y la oferta canadiense de asistencia en el entrenamiento de policías. Por último, nadie puede ignorar la necesidad de que los vecinos de Irak, en especial Siria, tomen medidas para detener la entrada de contendientes extranjeros en Irak.

¿Esta votación acaba con los problemas? Claramente, no. No hay una solución instantánea y fácil. Como sabemos por las cartas interceptadas de Zarqawi y al-Zawahiri y por las páginas web de Al Qaeda, los terroristas consideran que la batalla en Irak es clave para sus planes de imponer su visión totalitaria en gran parte del globo. Irak es el principal campo de batalla en la actual lucha contra el terrorismo, una lucha que, juntos, debemos; no, tenemos que ganar.

Ahora, más que nunca, es el momento de que los analistas y comentaristas políticos responsables alcen su voz -no en apoyo de Estados Unidos o del presidente Bush-, sino en solidaridad y apoyo del pueblo iraquí, que ha mostrado su valor y su determinación. El pueblo iraquí necesita y merece la ayuda mundial. Durante decenios, han padecido la brutalidad de la dictadura baazista. Ahora los iraquíes están amenazados por otro grupo de criminales asesinos. Esta vez, la comunidad internacional tiene una ocasión de ayudar a los iraquíes que no debe dejar pasar.

Hay mucho en juego, no sólo para los iraquíes, sino para el mundo entero. Todos los días, el pueblo iraquí desafía a los terroristas. Su lucha contra el terror es nuestra también. No podemos, no debemos, decepcionarles.