LOS QUE AYUDAN A OSAMA

 

 Artículo de Gabriel ALBIAC  en “La Razón” del 22/10/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 


La cabecera de la web condensa los iconos fundantes: «Gloria y Pureza para el Islam», sobre retrato del santón Bin Laden, la testuz arropada en impoluto turbante blanco. A su izquierda, escalonadas, las cuatro consignas básicas: «Yihad y fusil». «No a la negociación». «Nada de conferencias». «Nada de diálogo». El editorial llama a aniquilar a los «herejes chiítas», cómplices de los infieles americanos, y reos, pues, de lo que la sharía dicta para el apóstata: la muerte. Viene luego el llamamiento a los buenos musulmanes para hacer, durante el santo Ramadán, extraordinarias matanzas de incrédulos. «Tomad el camino del sacrificio y la Yihad, y seréis preservados por el cuidado de Alá y por sus atenciones, pues Alá descenderá sobre vosotros, para ser socorro vuestro». Lo ornamenta, todo un lindo cromo en colorines, apelmazado de signos salvíficos: el bendito millonario saudí, los kalashnikov cruzados, el mullah ciego constructor de niños bomba… En la columna izquierda, la oferta completa de la web: vídeos de decapitaciones; audios de Laden, Al Zawahiri, y compañía; Corán on line; lecciones de Yihad y martirio; fotos gore de infieles trinchados… Preside el hit-parade, un llamamiento a pulverizar la corrupta democracia: «Ejecutad la misión de Osama».
   La web, en francés y árabe, no la aloja un servidor pakistaní; ni hoza bajo el tibio manto de degenerados petroemires; ni es huésped de la obscena monarquía saudita. La web se aloja en un muy legal servidor de Lausana, Suiza. Alá es grande; y a los estúpidos infieles europeos corresponde dar cobijo a quienes planifican su degüello.
   Mohamed Achraf, que desde Suiza preparaba la voladura de la Audiencia Nacional de Madrid, entendió muy bien eso: «A los infieles hay que colgarlos con su propio dinero». Con su propio dinero, con su propia tecnología; también con sus propias armas, aquellas en las que Arafat y compañía truecan las ayudas de la UE. Con nuestras propias cárceles, también. Estas que a la señora Gallizo le parecía estupendo ver transformadas en campamento militar para islamistas. Hace ya demasiado que esas cárceles están fuera del control del Estado. Hace meses que sus bibliotecas se trocaron en mezquitas, que los almuédanos atruenan, que los descreídos son linchados por la «policía islamica» de patio. Fue denunciado por los funcionarios. Gallizo sólo vio racismo en la denuncia. Los funcionarios fueron sancionados; a los yihadistas se les prometió trato carcelario preferente y legalización automática.
   La trama para volar la Audiencia ha sido desmontada. De haber llegado a ejecutarse, ninguna responsabilidad penal hubiera tenido en la matanza la señora Gallizo. Ninguna, las autoridades de Lausana. Tan, tan, tan humanitarias. Una y otras.