LA GLOBALIZACIÓN ES LA LÓGICA
Comentario de Justo Barranco al libro de Robert Wright “Nadie pierde”, en “La Vanguardia” del - 26/02/2006
Robert Wright afirma que el mundo global es la consecuencia inevitable de la evolución
Por su interés y relevancia he seleccionado el comentario que sigue para incluirlo en este sitio web.
”Nadie pierde”, Robert Wright. Traducción de María Luz García de
la Hoz Tusquets. Barcelona, 2005 454 páginas, 24 Euros.
En el siglo XVIII Immanuel Kant señaló la "insociable sociabilidad" del hombre.
"Movido por el ansia de honores, poder o bienes, trata de conquistar una
posición entre sus congéneres, a los que no puede sorportar, pero de los que
tampoco puede prescindir". Sin la "insociabilidad", las facultades humanas
"quedarían adormecidas en su germen, en una arcádica vida de pastores". Sin
embargo, para Kant la historia humana encarnaba "un plan secreto de la
naturaleza" y aseguraba que se podía tener una perspectiva consoladora del
futuro porque "la especie humana va llegando a ese estado en que todos los
gérmenes depositados en ella por la Naturaleza se desarrollan por completo y
ella puede cumplir su destino en este mundo", lo que llevaría a la paz perpetua
tras milenios de "insociabilidad".
Para Robert Wright la globalización ha acercado ese momento, según explica en su
ensayo Nadie pierde, que ha logrado los elogios de Fukuyama o The Economist, y
que mezcla la generosidad y el egoísmo, el avance de las tecnologías de la
información y la sociobiología, la libertad y el sentido de la existencia. El
asunto básico es que en la vida hay dos tipos de situaciones: los juegos de suma
cero, en los que si uno gana eotro tiene que perder - como un partido de
fútbol-, y los juegos de suma no nula, en los que los diferentes jugadores
pueden ganar o perder a la vez. Al comprar algo, comprador y vendedor ganan, y
cuando los hombres prehistóricos participaban en grupo en una cacería, se
repartían lo cazado. O nada.
Para evitar que el producto sea nada, es necesario jugar bien esas situaciones
de suma no nula, en las que además hay aprovechados y tacaños, y eso hace cada
vez más compleja la organización social. Los jugadores deben coordinar sus
comportamientos y las personas que de otro modo estarían aisladas en su órbita
individual forman un sistema mayor, con mayor fuerza y capacidad de procesar
información para aumentar la riqueza y la seguridad.
En ese sentido, la globalización era un fenómeno potencial desde el comienzo de
la vida misma. Aunque contrariando a Adam Smith, no se conecten manos sino
cerebros invisibles, que se hacen cada vez mayores hasta llegar al estado
actual.
La evolución biológica y cultural se mueven hacia una complejidad más amplia y
profunda.
La historia humana ha sido, así, un largo camino hacia la interdependencia, un
camino que fomenta la paz puesto que la guerra cada vez es más negativa para
todos. De hecho, la flecha básica de la historia parece comportar progreso
moral: la interdependencia genera respeto o, al menos, tolerancia.
Pero dada la velocidad actual, ¿vamos hacia el caos o al orden? La
globalización, los descontentos de la globalización y los crecientes
nacionalismos, ¿adónde conducen? Para Wright no es que vaya a llegar el gobierno
mundial, pero sí algo que podamos llamar gobernación mundial, consecuencia
natural de la milenaria expansión de la aditividad no nula entre los humanos. El
caos actual empuja a una organización política a nivel global, igual que se
crearon estados nacionales y organizaciones como la Hansa para proteger el
comercio. La tecnología y el comercio empujan a la gobernación supranacional.
Lo cual va a convivir con el aumento del tribalismo, que ya no tiene la
importancia de antes, puesto que ahora habrá menguado fuertemente el nivel de
soberanía de las nuevas organizaciones políticas soberanas.Por eso cada vez será
más difícil negar la autodeterminación a los grupos homogéneos y decididos.
Pero su mensaje va más lejos: afirma que hay que tolerar las protestas globales.
Es cierto que aumentar los sueldos de los trabajadores del Tercer Mundo y
proteger las selvas húmedas reduce el impulso del mercado y lentifica el
progreso. Pero desacelerar el ritmo de cambio no es un sacrificio, sino un
beneficio, cuando el enfado y el descontento son problemas mundiales. La mayor
globalización política desacelerará la económica, pero esto ya pasó cuando se
introdujo la legislación laboral en los diferentes países. Y si bien se mira
tiene más posibilidades de detener la globalización la reacción caótica de los
descontentos que la regulación.
No sólo eso. La sociable insociabilidad humana ha sostenido la fructífera
orientación de la historia, permitiendo que cada vez más personas vivan mejor.
pero la avaricia han dejado de ser útil con el ecosistema mundial resintiéndose
y miles de millones de ciudadanos en el horizonte. Con una sociedad globalizada
no necesitamos guerras para ampliar el ámbito de la organización política, es
decir, la paz. Las guerras o la codicia en un mundo global son causa de
retroceso. Reconoce que la naturaleza humana es tenaz, pero cree que no está
fuera de control y se puede moderar. Y quizá de la tolerancia se pase a la
empatía.