¿ES EL FIN DEL CAPITALISMO?

 

Artículo de Roberto Cortés Conde en “El Imparcial” del 14 de noviembre de 2008

 

Roberto Cortés Conde es Profesor Emérito de la Universidad de San Andrés y Presidente Honorario de la Asociación Internacional de Historia Económica

El origen de la crisis


Aunque muchos esperaban que la burbuja inmobiliaria en algún momento iba a explotar afectando no sólo al mercado de viviendas sino a los bancos y otras entidades financieras que habían expandió el crédito hipotecario hasta límites nunca antes vistos debido a las ingeniosas y complejas innovaciones inmobiliarias, nadie pensó que iba a llegar a los alcances de una crisis mundial, profunda y extendida que no sólo afecta al mercado financiero sino a la economía real.

Es que en las décadas anteriores en el manejo macroeconómico, aprendida la lección de los 30 parecía que se habían logrado implementar acciones coordinadas para evitar las bruscas fluctuaciones de los ciclos económicos y que el capitalismo (salvo en las aéreas periféricas) marchaba por un camino sin tropiezos.

El mundo progresaba empujado por una fuerte expansión del comercio ayudado por la eliminación de muchas restricciones al comercio (aunque esto no incluyó a los productos agrícolas) lo que se extendía también a los flujos de capitales.

El mundo se había globalizado. La baja de los costos de transporte y la informática permitieron acercar a los países del mundo y las distancias importaron cada vez menos.

Los progresos de la ciencia aplicados a la tecnología habían posibilitado un avance notable en la productividad, lo que pareció prometer un mundo de progreso indefinido

En las décadas finales del siglo XX se incorporó al mercado internacional una enorme masa de población asiática, principalmente china resultado de sus reformas económicas, de los avances tecnológicos y de la desregulación de los mercados. Ello contribuyó al aumento de la demanda de alimentos, a la reversión de las tendencias negativas de los términos de intercambio para los productores primarios y al abaratamiento de los costos del trabajo. Así como a principios de siglo XX, la entrada de los cereales americanos bajó su precio, subiendo el salario real en los países manufactureros, ahora el factor trabajo se había abaratado, lo que incidió en la estabilidad del precio de las manufacturas y en la disminución de presiones inflacionarias, a pesar de la gran liquidez internacional.

Con ello se inició un periodo de expansión que fue mayor en los países emergentes.

La tecnología y las innovaciones financieras permitieron una gran movilidad de capitales. Mientras que en el siglo XX éstos se colocaban en los países con recursos naturales para extraer materias primas o alimentos que se elaboraban en los industrializados, la globalización del siglo XXI es distinta, los capitales se invierten donde hay trabajo abundante y barato en la producción de manufacturas en el lugar y sus efectos difusores fueron mucho mayores. Ya no se trató de economías de enclave pero también desaparecía el capitalismo nacional.


La subvaluación de la moneda china para mantener baratas sus exportaciones a los EEUU — un arma proteccionista- se expresó en la compra de dólares (en titulo y otros valores norteamericanos) lo que agregado a la política de la Fed. (temerosa de tendencias recesivas y desempleo) de dinero barato. condujo a una enorme liquidez, al aumento del gasto y a un fuerte endeudamiento en los Estados Unidos, En el mercado de hipotecas, donde los rendimientos eran más altos, generó una burbuja inmobiliaria que terminó estallando este año. Mientras los chinos ahorraban los norteamericanos gastaban y a la larga esto tenía que terminar.

Mientras muchos alegan que el estallido de la burbuja se debió a la falta de regulación y a la avidez de los inversionistas, lo que no deja de ser cierto, debe tenerse en cuenta, las consecuencias de los desequilibrios de las políticas proteccioncitas. Keynes en su proyecto para el FMI en Bretton Woods no sólo quería penalizar a los países que gastaban incurriendo en déficit de sus balances de pagos, sino a los que ahorraban demasiado, produciendo fuertes desequilibrios. Si China hubiera revaluado su moneda parte de sus ahorros, que gastaron los norteamericanos, hubieran pasado a los asalariados chinos que hubieran consumido más y ahorrado menos, La subvaluación de la moneda es un instrumento de protección . Por otro lado es cierto que las normas surgen en general con retraso respecto a los fenómenos que regulan.

Aunque finalmente los líderes del mundo parecen coordinar sus acciones, no sabemos si serán suficientes Por de pronto la crisis dejó de ser solamente financiera y, aunque la amenaza de quiebra de los bancos pareciera haberse evitado, los gobiernos se encuentran con un escenario no menos complejo, donde habrá que evitar que las tendencias recesivas concluyan en una depresión,

¿El fin del capitalismo?


Como en los 30 frente a la magnitud de la crisis surge la misma pregunta. ¿No es que la intervención de los gobiernos muestra las fallas del capitalismo?_ ¿No sería preferible decidirse por regímenes con economías planificadas que brinden seguridad?_ La experiencia de la segunda mitad del siglo XX muestran que ninguno de esos regímenes sobrevivió y que en los Estados Unidos, desde fines de la II guerra la economía siguió los mecanismos de mercado.

Los regímenes de mercado no garantizan la ausencia de crisis, aunque mostraron enorme capacidad de producir riqueza y en una parte importante del mundo de reducir la miseria.

Las innovaciones financieras permitieron una gran expansión del crédito, y de. la economía. Si la prohibición de cobrar interés no hubiera sido evitada por los banqueros florentinos del siglo XIII, con la letra de cambio seca, donde el interés se escondía tras una supuesta diferencia de cambio, no hubiera progresado el capitalismo. Aunque debiera haber una reprobación ética de la sociedad será difícil que los gobiernos establezcan reglas que limiten la avidez o que ellas no sean un pretexto para el gobernante de turno, como ocurrió en el Terror de 1793 en Francia, para usarlas contra sus adversarios.

La confianza, cuando su falta no solo afecta a los que la causan sino a todos, es un bien público. Esa es la razón por la que estado interviene para restaurarla, pero al hacerlo, provee también un bien común para todos, inocentes o culpables, y este es uno de los problemas de la acción colectiva.

Lo que se debe evitar es que, como reacción, se caiga en medidas que no sólo aislaron las economías sino que fomentaron el auge nacionalista y chauvinistas y los conflictos que terminaron en la II Guerra Mundial.

La crisis del 30 continuó en la depresión debido a las múltiples restricciones al comercio con la tarifa norteamericana y las devaluaciones compensatorias en el resto del mundo. En los Estados Unidos la depresión siguió hasta la guerra debido a la ley Wagner que mantuvo un alto desempleo.

Las medidas


El gobierno de los Estados Unidos amplió la garantía de los depósitos para evitar las corridas de ahorristas, y ha comenzado a implementar la operación de compra de activos tóxicos de los bancos de inversión, complementando sus acciones con un programa de sostenimiento de bancos por medio de inyección de capitales.
Por de pronto eso parece haber aliviado la crisis aunque todavía no se advierte una salida clara mi una dirección definida. Tampoco está resuelto e el problema del mercado inmobiliario ya que con sus valores deprimidos los costos de las deudas son excesivos lo que haría perdurable la incobrabilidad.

Crisis y depresión


¿Seguirá a esta crisis una recesión o inclusive una depresión como la de la década los 30 con baja de precios, caída del producto y enorme desempleo? Aunque algunos de esos fenómenos ya se advierten, la caída de los precios de los activos y las commodities, la disminución de la demanda, etc., - a pesar la notable carencia de liderazgo en el gobierno de los Estados Unidos- se cuenta con una serie de instrumentos que podrían evitar una depresión de la magnitud de aquella, aunque sus consecuencias no dejarán de ser serias.

¿Es el fin del capitalismo?


Aunque habrá profundas reformas en las instituciones financieras y nuevas regulaciones (necesarias cuando se trata de transparencia en las transacciones, lo que es un bien público) las intervenciones de los gobiernos, la inyección de capital en una situación de emergencia no pareciera que fueran a conducir - como en el pasado- a un proceso generalizado de nacionalizaciones permanentes. Sin duda los próximos años se verá algún régimen nuevo, hibrido pero seguramente distinto.


De todos modos el de mercado pareciera que sigue siendo - al menos por la experiencia del siglo XX- el menos imperfecto de los sistemas conocidos.