LAS CIVILIZACIONES NO SE ABRAZAN

 

 Artículo de Álvaro Delgado-Gal en “ABC” del 24.09.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Las civilizaciones, en vez de aliarse, se están desliando. Lo siento por nuestro presidente de Gobierno. Pero estudiemos antes el último motivo de discordia: la lección magistral de Benedicto XVI en la universidad de Ratisbona. El papa hizo una serie de consideraciones teológicas, hirió la sensibilidad de los musulmanes, y llevamos ya varios cristianos muertos a lo largo y ancho del planeta. ¿Tan terrible ha sido el discurso del papa?

No. Se trata de un excelente documento académico, escrito sin la tiesura y los manierismos que estragan no pocas veces las alocuciones eclesiales. El papa polemiza, esencialmente, con la teología escotista y la impronta que ésta dejaría en la doctrina de los reformadores y luego en el pensamiento moderno. El Dios de Escoto es absolutamente trascendente. La razón no lo abarca, ni siquiera puede ayudarnos a comprenderlo, y lo que ocurre entonces es que la relación del creyente con Dios se ve desplazada íntegramente a un acto de fe. Al menos, tal concluyeron los reformadores. Escindida la razón de la fe, el territorio de la primera acabó siendo absorbido y monopolizado por la ciencia. Razón y moral se escindieron a su vez, y el mundo espiritual del europeo experimentó una amputación, un empobrecimiento. Benedicto XVI, incrustado en la tradición tomista, defiende la conciliación de la razón con la fe y evoca, para reforzar esta idea, ahora por vía negativa, una observación de Ibn Hazn, una contrahechura islámica, por así decirlo, de Duns Escoto. Ibn Hazn afirma que Dios no estaría condicionado ni siquiera por su propia palabra, y que nada le obligaría a revelarnos la verdad. La referencia a Manuel II Espeleólogo se sitúa en la misma línea argumentativa: la difusión de la fe por la violencia, imputada por el emperador a los mahometanos, entraña un desprecio a la razón.

Bien, ¿qué ha sucedido? Para mí está clarísimo. El papa se olvidó de que era papa y se condujo como un profesor de teología. No era necesario referirse a Ibn Hazn ni al emperador bizantino, pero Benedicto, además de papa, es erudito, y gusta de redondear sus argumentos con citas sabrosas y exóticas. Desde el punto de vista estrictamente político, cometió una imprudencia, que no detectó o que no supo evaluar su equipo de asesores. Estoy convencido de que el papa habría preferido mil veces ser menos elocuente. ¿Qué se sigue de aquí?

Quienes, después de la ola de violencia desatada por las caricaturas de Mahoma, estimaron que el problema estaba en que se había usado mal la libertad de prensa, mirará ahora hacia el mismo lado y censurarán el despiste o falta de tacto del papa. Estos señores, de estirpe en ocasiones progresista -¡a dónde hemos llegado!-, no terminan de comprender qué es la libertad de palabra, o qué son las garantías que protegen la libertad en general. La libertad de palabra no prevé que la palabra se use para decir cosas útiles o beneficiosos o bonitas. A veces, su usa para decir tonterías. Lo de las caricaturas fue una tontería, al revés que el inteligente discurso del papa. Pero esto no viene en absoluto al caso. Lo mismo el papa que los caricaturistas, se valieron de una libertad que es esencial a la supervivencia de la democracia. Discutirles el uso de esa libertad, aun cuando el uso suscite conflictos, equivale ya a sacrificar la democracia a sus enemigos. Más grave quizá que el acto de cobardía, es no comprender el significado de lo que se está sacrificando.

Ha aludido antes a la Alianza de las Civilizaciones, ese hallazgo estupendo de Zapatero. Zapatero, cuyo instrumento retórico es el retruécano, se ha limitado a conmutar el choque de civilizaciones de Huntington. En los noventa, caído el muro, Fukuyama sacó un artículo donde se pronosticaba que se habían acabado las pugnas ideológicas y que lo que se nos venía encima era un mundo pacifico y aburrido, poblado de consumidores compulsivos. Huntington contrapuso la imagen apocalíptica de un planeta desgarrado por la lucha entre civilizaciones hostiles. El modelo de Huntington era la Guerra Fría, y su principal error consistió en identificar las civilizaciones con agentes dotados de alma propia. Error por error, por cierto, fue más aparatoso aún el de Fukuyama. Pero dejemos esto a un lado. Lo notable, es que la broma de Zapatero preserva el error de Huntington: Zapatero habla de las civilizaciones como de seres animados que pueden darse la mano y hasta un abrazo. Y completa su equivocación haciendo mala sicología. De hecho, el que las civilizaciones no sean monolíticas, no quita en absoluto para que mucha gente, armada en ocasiones hasta los dientes, se crea señalada por Dios para representar a su civilización y liquidar a la contraria. La semana pasada clamaba «al-Tadschdid», principal diario de Marruecos: «El papa en el Vaticano se ha unido a la Alianza americano-sionista contra el Islam». A quien hay que convencer, es a los fanáticos, no al papa. En cuanto a las civilizaciones... no tienen ojos ni oídos.