EL NUEVO PILLAJE

 

 

 Artículo de Edurne Uriarte en “ABC” del 22.08.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Con un breve comentario al final:

 

EL DISCURSO DEL METODO (L. B.-B., 22-8-06, 9:30)

 

 

La aspirante socialista a la presidencia de Francia, Ségolène Royal, nos tenía fascinados con las incesantes fotografías de su familia numerosa, las historias de su poderosa pareja, y, sobre todo, con su eficaz marketing del nuevo poder femenino, el de la mujer-mujer, madre-madre y renovadora líder política. Hasta que hemos empezado a fijarnos en su programa. Y en sus limitaciones intelectuales. Este domingo criticó duramente la expulsiones de inmigrantes sin papeles ordenadas por Sarkozy en un mitin de presentación de su programa presidencial. Y argumentó que la inmigración escogida defendida por el ministro de Interior es una nueva forma de pillaje, «el pillaje de la materia gris». Las potencias coloniales, afirmó, se dedicaron durante muchos años al pillaje de materias primas y ahora pretenden este nuevo pillaje con los controles de la inmigración.

Pero Royal no es enteramente responsable de la anterior sandez. Su simpleza intelectual en este terreno está alimentada por un dilema ideológico que afecta a toda la izquierda europea. A Royal le ocurre que no hay teoría sobre la inmigración de la que pueda echar mano para no desvariar en sus mítines. Porque el socialismo aún no ha sido capaz de resolver el dilema de la igualdad que está en el centro de esa cuestión. El errático comportamiento del Gobierno español, su incapacidad para afrontar la crisis de la avalancha de inmigrantes por tierra, mar y aire, se explica sobre todo por ese dilema. Se resiste a diseñar una política para hacer frente a la avalancha porque eso le obliga a poner en cuestión algunos aspectos centrales de la igualdad.

El proceso de regularización encajaba perfectamente en sus bases ideológicas. El control de las fronteras las pone en cuestión. El mito de la igualdad de clase ha sido sustituido por el de la igualdad de pobres y ricos. Y, en su versión más moderna, por la ampliación de la ciudadanía, por la igualdad de derechos. Por eso el Gobierno promueve el derecho de voto de los extranjeros y hace discursos sobre solidaridad pero no tiene más remedio que ordenar expulsiones semisecretas o viajar desesperado a Senegal y Mauritania cuando los hechos lo desbordan.

Mientras no resuelva su dilema ideológico, será incapaz de gestionar eficazmente la inmigración. Pero, entonces y ahora, se enfrenta a otros dos problemas que comparte con la derecha, el moral y el puramente práctico. El primero es obvio. Se trata de expulsar a pobres y desesperados. Y el práctico lo es igualmente. Las vías marítimas son difícilmente controlables y a ver quién hace una revolución en las actuales regulaciones fronterizas. La prueba de que ambas cuestiones son enormemente complicadas es que Ségolène Royal, la autora de la sandez citada más arriba, está bien situada para ganar a Nicolas Sarkozy en su probable duelo presidencial. La izquierda está perpleja frente a la inmigración pero la derecha sólo va dos o tres metros por delante en sus seguridades.

 

Breve comentario final:

 

EL DISCURSO DEL METODO (L. B.-B., 22-8-06, 9:30)

 

En mi opinión, el fallo está en el bloqueo del discurso por la ideología. Lo que debería guiar el discurso son los valores, que son los fines, pero éstos son sustituidos por la ideología, que es el medio, y desaparecen del horizonte del sentido. Esto tiene relación con el encorsetamiento del espíritu, con la "jaula de hierro" de Max Weber o la "ley de hierro de la oligarquía" de Michels.

 

Pero la prolongación en el tiempo de la situación de parálisis de la vitalidad conduce a la degeneración, a la senilidad espiritual, a la incapacidad para percibir las situaciones y darles sentido, a la demencia senil. Una demencia que transforma el socialismo y el vigor del impulso transformador de la izquierda en la frivolidad e inanidad superficial y en el extravío del "progresismo". Una parálisis que corrompe intelectual y moralmente el sentido de las cosas y en la que cada uno recita la letanía del "pensamiento correcto" que se espera de él, so pena de pérdida posicional y desbarajuste organizativo.

 

Hoy inicio uno de mis comentarios divagatorios, en el que las conclusiones no están todo lo redondeadas que uno quisiera, pero la experiencia me lleva de vez en cuando a ir por ese camino. Me explico: me he pasado más de la mitad de mi vida académica trabajando infatigable y parsimoniosamente en pos del rigor intelectual, en el marco de una parcela científica multidisciplinar y enciclopédica, como es la ciencia política. Tanto fue así, que uno de mis amigos gallegos al que me encontraba por los pasillos de la Facultad, en alguno de mis intervalos entre eclipses, me comentaba irónicamente: "¿Qué fas, estás enchendo lagóas?" ("¿Qué haces, estás llenando lagunas?"). Y así era, aunque algunos lo interpretaban como vagancia burocrática y desinterés universitario, agravados por la falta de publicaciones en mi currículum, aunque nadie pudiera acusarme nunca de ser un mal profesor por desatender a mis alumnos.

 

Con el tiempo conseguí clarificar esta contradicción, llegando a la conclusión de que prefería optar por el rigor parsimonioso y enciclopédico en el estudio, combinado con la atención prioritaria a los estudiantes y la publicación  a-burocrática en la web, aún a costa de seguras pérdidas de prestigio académico e incremento del esfuerzo de actualización espiritual, a fin de estar alerta ante el mundo. En el fondo, es una cuestión de equilibrio psicológico y productividad intelectual: de optar por cegar el camino a la neurosis universitaria y abrir el camino a la percepción del mundo. La conclusión a la que llegué es la de que  el rigor académico-burocrático, tal como se concibe en nuestras anquilosadas estructuras universitarias, impide publicar algo significativo y que incida sobre la realidad al ritmo que exige la trepidante actualidad. Es una cuestión de opción entre creatividad desnuda operativa y erudición encorsetada y endorreferencial. Cuando a uno le toca vivir, primero la transición local, y ahora la global, no puede desentenderse y encerrarse en la fortaleza burocrática y el comportamiento política y académicamente correcto.

 

Dentro de poco, antes de llegar a la senilidad biológica, optaré por prejubilarme, y dedicar mis últimos años productivos a la publicación parsimoniosa de lo aprendido. Paradójicamente, cuando me prejubile podré ser más sistemática y académicamente creativo, pues no estaré sometido a los apremios docentes. ¿Curioso, no?

 

Bueno, doy fin a este intermedio semilírico que ---si se fijan--- tiene relación general con la esclerosis de la izquierda y la jaula de hierro de la burocracia, para continuar con el argumento central de este comentario,

 

El pensamiento creativo, el liderazgo político e intelectual tiene que basarse en un discurso de adaptación creativa de los valores, a fin de aplicarlos a una realidad universal, radical y aceleradamente cambiante, a la que no es posible interpretar con las  fórmulas ideológicas del pasado. Y es que el análisis desde los valores permite buscar los equilibrios necesarios entre ellos y distinguir valores de realidad objetiva, a fin de dirigir esta última hacia aquéllos, al ritmo que permita la capacidad humana en este momento histórico. Sólo así se puede evitar el caos derivado del anquilosamiento ideológico, la decrepitud, la ineptitud y la corrupción moral, intelectual y política. Sólo así se puede mantener la vitalidad espiritual, y percibir los nuevos peligros que acechan a nuestra civilización y al desarrollo de la Humanidad hacia la libertad.

 

Para algunos, esto que acabo de escribir les sonará a música celestial, lo que constituirá un epifenómeno más de los que revelan la decadencia en que nos encontramos.