TOMARLE LA PALABRA
Editorial de "El País"
del 18-9-02
Con un breve comentario al final
Luis Bouza-Brey
Era de esperar que Sadam Husein, en su intento de evitar una guerra que podría
acabar con él y su régimen, aceptara el retorno 'sin condiciones' de los
inspectores internacionales de armas de destrucción masiva. Pero la Casa Blanca
rechazó ayer el gambito de Bagdad como 'táctico' y consideró que lo que estaba
en juego no era ya el regreso de los inspectores, sino el desarme de Irak. 'Es
hora de actuar contra Husein', fue la respuesta del presidente Bush. Pese al
escepticismo del fiel aliado británico, lo razonable sería observar que las
presiones han dado resultados y enviar sin demora a los inspectores
internacionales a Irak. El dictador iraquí debe saber que esta vez no podrá
torearlos. Sin condiciones.
Con su anuncio, Sadam Husein ha dividido a la comunidad internacional, y
especialmente a los miembros permanentes con derecho de veto en el Consejo de
Seguridad. Uno de los objetivos inmediatos de este maestro de la supervivencia
era tomar la iniciativa para evitar una 'nueva y efectiva' resolución, como
quiere Washington, que plantee un ultimátum y abra la vía a una guerra caso de
no aceptar Bagdad, lo que equivaldría a una rendición incondicional. Ayer Sadam Husein pareció haberlo calculado bien: Rusia
consideró que ya no era necesaria una nueva resolución, mientras China y
Francia acogían esperanzadas el paso dado por Bagdad. Incluso Schröder, el mayor crítico al frente de un Gobierno europeo
de una posible guerra contra Irak, rompió su aislamiento y ofreció los
servicios inmediatos de especialistas alemanes en detección de armas químicas y
biológicas. Y ante la Asamblea General de Naciones Unidas, la ministra española
Ana Palacio apoyó la idea de una nueva resolución 'muy firme y que deje claro
que en caso de no haber cumplimiento habría consecuencias'.
Salvo por el seguidismo
de España y el Reino Unido, Husein obliga a Bush a volver a empezar para lograr
su empeño de forzar una nueva resolución, o a lanzarse a una acción bélica sin
apoyo del Consejo de Seguridad para intentar acabar con ese régimen, lo que en
estas condiciones pondría de manifiesto que el objetivo principal no son las
armas de destrucción masiva que pueda tener Irak, sino el control de un país
crucial en términos geopolíticos y petroleros. En todo caso, EE UU sigue
avanzando en el planeamiento militar para un ataque y Rumsfeld ha ordenado un
cambio de táctica para que las incursiones anglo-americanas, en principio dirigidas
a preservar la zona de exclusión aérea en el norte y sur de Irak, no se limiten
a destruir radares y equipos antiaéreos, sino que se amplíen a centros de
comunicación y control de la fuerza iraquí.
Bush dejó claro la
semana pasada en la ONU que su objetivo es forzar el cumplimiento de todas y
cada una de las resoluciones aprobadas desde 1991, que no se refieren sólo al
regreso de los inspectores, sino también al cese de la represión del pueblo
iraquí y al desarme. Bush seguirá a la ONU mientras el Consejo de Seguridad le
siga a él. Ahora bien, tras el paso dado ayer por Bagdad, varios socios y
aliados podrían dar la espalda a EE UU si se empeña en la vía bélica.
Husein rechazaba cuatro
días antes el regreso de los inspectores de no ir acompañado del levantamiento
de las sanciones. El giro se explica por su maquiavélica capacidad de maniobra
y por una posible debilidad interna -la carta iraquí al secretario general de
la ONU sólo salió tras una larga reunión conjunta del Comité Revolucionario y
del Consejo de Ministros-, pero también han debido influir las presiones de la
Liga Árabe y la nueva actitud de Arabia Saudí, dispuesta a autorizar ahora a
Estados Unidos el uso de las bases en su territorio contra Irak, pero sólo si
el ataque lleva el aval de una nueva resolución del Consejo de Seguridad.
La ONU sigue siendo
útil, incluso imprescindible, aunque sólo sea porque es la única referencia
aceptada por todos en un asunto de alcance global. Comienza ahora la fase del
baile diplomático. Sadam Husein ha demostrado a lo
largo de excesivos años no resultar fiable. Pero en estas circunstancias no se
pierde nada con poner a prueba su palabra. Todo lo contrario.
Breve comentario final
Luis Bouza-Brey
La situación es muy fluida y, por ello, se
hace muy difícil adoptar una posición claramente perfilada y definitiva. Pero
algunas cosas, a mi juicio, resultan claras:
Una primera es la de que la imagen que
debe definir a partir ahora la situación es la de la ONU conduciendo a Irak al
redil, y no la de Hussein torero. La imagen de la ONU como pastor es la
única admisible frente a la de Hussein torero ante la comunidad
internacional o EEUU. Pero para ello es preciso amarrar muy bien la situación:
las NNUU deberían aprobar una nueva resolución contundente, con plazos
concretos y previsiones coercitivas inmediatas y precisas frente a su
incumplimiento. Sería vergonzoso, dañino para las NNUU y peligroso para la
seguridad internacional que dentro de unos meses se continuara discutiendo
cuándo van a ir los inspectores, a dónde pueden dirigir sus inspecciones y qué
tipo de armas e instalaciones armamentísticas hay que destruir. En síntesis: es
urgente acabar con el incumplimiento reiterado por parte de Irak de las
resoluciones de la Comunidad Internacional y desarmar a ese país.
Y dicho esto, si se elimina el riesgo
apuntado del Hussein torero, también se debe evitar la imagen de EEUU entrando
en Oriente Próximo u Oriente Medio como un elefante en una cacharrería. EEUU
debe ser firme, pero contando con los demás, influyendo y liderando, pero
cargándose de razones y de justificaciones, sin incurrir en belicosidad o
descomedimiento imprudente, pero también sin dejarse conducir a la inacción e
inoperancia por vacilaciones o intereses de otros.
Por ello, a fin de evitar el torero y el
elefante, no se entiende por qué Rusia, China y Francia se oponen a una
resolución que impida ambos riesgos. Si esto sucede, la ONU se paraliza y
Hussein sigue toreando, la única salida que queda es que sea EEUU quien ponga
el plazo y actúe junto con otros países en legítima defensa de la seguridad
internacional y de sus aliados. No se puede llegar, por ejemplo, a finales de
octubre sin haber iniciado el desmantelamiento de las armas de destrucción
masiva que puedan existir en Irak, después de que los inspectores hayan
inspeccionado durante septiembre y dicho mes sin ningún tipo de condiciones ni
limitaciones.
Y una vez cumplidas las resoluciones de
las NNUU en lo que se refiere al desarme, éstas deberían exigir que se cumplan
las demás resoluciones referentes a prisioneros políticos, indemnizaciones,
respeto a las minorías y distanciamiento de los grupos terroristas.
Satisfechas estas exigencias, sería cuando
se podría empezar a hablar de eliminación de las sanciones y restablecimiento
de la normalidad política en las relaciones de la comunidad internacional con
Irak.
Por cierto, y para acabar, resulta
significativo el artículo del príncipe Faisal de ayer, así como
la actuación de la Liga Arabe y Arabia Saudí estos días.
Pueden estar reflejando un cambio en algunos regímenes árabes. Den tiempo al
tiempo, dejando madurar las situaciones.