EUROPA CRUZA EL RUBICÓN
Artículo de Joschka Fischer en “El País” del
05.09.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web.
Con un
muy breve comentario a pie de título:
FISCHER CRUZA EL RUBICON (L. B.-B., 5-9-06,
7:00)
De vez en cuando uno se
encuentra gratas sorpresas donde no se las espera, aunque no sepa explicar muy
bien las causas que las motivan. Lo extraño es que Fischer hable como si
estuviera al otro lado del Rubicón del mundo real
hace tiempo, cuando no es así. Uno no puede menos de recordar su etapa de
ministro de Schröder, siguiendo la política del trío
del Elíseo hace sólo dos años; o su política de barra libre para la inmigración
desde el Este de Europa, y no parecen buenas muestras de sintonía con el mundo
real.
Pero si el señor
Fischer es capaz de percibir ya cuáles son los intereses estratégicos que
afectan a la seguridad de Europa, bienvenido sea al mundo real. Sólo le falta,
creo yo, encajar bien la pieza iraquí en al puzzle.
A ver cuándo lo imitan
algunos de por aquí.
La llamada Política Europea de Vecindad ha sido hasta el momento
algo curioso. En la Unión Europea se habla mucho de ella, pero ha tenido pocos
efectos prácticos. Se diseñó como alternativa al número cada vez mayor de
rondas de ingreso, en las que se veían involucrados, por ejemplo, los países
del sur del Cáucaso. Pero la guerra en Líbano y sus consecuencias han causado
un cambio súbito y fundamental en el tranquilo desarrollo de esta política. El
conflicto ha sido una violenta manera de recordar a la Unión Europea que tiene
"intereses estratégicos" -ante todo, intereses de seguridad- y que si
opta por ignorarlos, pagará un alto precio. Además, la división de tareas entre
Estados Unidos y Europa no está funcionando de la manera en que funcionaba
antaño y que ha resistido el paso del tiempo: la guerra actual en Irak está
erosionando la capacidad militar estadounidense y ha desembocado en una crisis
de legitimidad tanto ética como política para Estados Unidos en todo el mundo
árabe / islámico.
La Unión Europea, con la decisión de sus Estados miembros de
enviar varios miles de soldados a Líbano para imponer el alto el fuego
dictaminado por la resolución 1.701 de la ONU, ha tomado la decisión más
significativa hasta la fecha dentro del marco de su Política de Vecindad.
¿Puede de hecho la UE revelarse como una fuerza política estabilizadora en la
zona de conflicto más peligrosa de sus cercanías geopolíticas inmediatas?
Después de las guerras de los Balcanes en la década de los noventa, Oriente
Próximo es actualmente la región vecina más peligrosa -desde el punto de vista
de la seguridad- y a la vez la más importante para la Unión Europea. ¿Por qué?
Porque las principales amenazas para la seguridad europea en los albores del
siglo XXI provienen de esta región. Las amenazas que se concentran en Oriente
Próximo son de diversa índole: conflictos regionales, ideologías religiosas
totalitarias, terrorismo, programas de armamento nuclear, frenos a la
modernización, regímenes inestables y ambiciones hegemónicas.
Si uno se pregunta qué intereses podrían tener la UE y sus Estados
miembros en esta región desgarrada por los conflictos, la respuesta es que sin
duda están en juego los intereses energéticos y económicos europeos, así como
intereses vitales para los socios y aliados de Europa (Israel en especial).
Pero los primeros de la lista son los intereses europeos. La manera en que
evolucione Oriente Próximo determinará la magnitud de los riesgos, o incluso de
los probables retos, para la seguridad de Europa.
Si se consigue refrenar, o incluso resolver, los conflictos en
esta zona, las consecuencias para la seguridad europea serán tremendamente
positivas.
En la actualidad, Oriente Próximo se ve definido por tres
conflictos centrales: el conflicto árabe-israelí, Irak e Irán. La combinación
del programa nuclear iraní (y de las ambiciones hegemónicas de este país) con
la situación en Irak y con Hezbolá en Líbano
conducirá a un "nuevo Oriente Próximo" que, con toda probabilidad,
provocará un enfrentamiento a gran escala, en el que se verán implicados muchos
más que los actores y conflictos regionales de rigor. La guerra en Líbano ha
dejado sobradamente claro lo lejos que ya ha ido este peligroso proceso.
La misión en Líbano conlleva un alto riesgo para las fuerzas de la
ONU y para Europa en particular. La guerra no ha desembocado en una verdadera
decisión. Ni Hezbolá ni Siria, por no hablar de Irán,
tienen el menor interés en que la misión de la ONU llegue a buen puerto. La
resolución del Consejo de Seguridad da por hecho -además de la separación de
las partes combatientes- que se respetará la soberanía interna y externa del
Gobierno electo de Líbano, sin especificar cómo se va a conseguir esto teniendo
en cuenta que Hezbolá ha salido reforzada
políticamente y que militarmente es superior a las fuerzas libanesas.
Cualquier intento por parte de las fuerzas de la ONU de desarmar a
Hezbolá significaría una guerra contra Hezbolá (con Siria e Irán en segundo plano), algo que las
fuerzas de la ONU no pueden llevar a cabo. Pero si se resignasen a un mero
papel de observador en Líbano, la ONU y la UE perderían toda su credibilidad.
Además, es probable que en los próximos meses los soldados de la ONU se
encuentren una vez más entre las líneas de fuego de dos facciones en guerra. La
misión tendrá, pues, que andar por una fina y peligrosa cuerda para llevar a
cabo su abrumador cometido de estabilizar el país. El fracaso será un peligro
constante y el riesgo militar alto. Sin embargo, vista la situación, no existe
otra alternativa.
Teniendo en cuenta el peligro al que se enfrentan sus tropas,
Europa se verá obligada a usar su influencia e incluso a intentar por todos los
medios que se produzcan cambios estratégicos en el entorno político de todo
Oriente Próximo. Con su decisión a favor de la misión en Líbano, la Unión
Europea ha cruzado un Rubicón militar. Ahora debe
refrendar su creciente peso en Oriente Próximo con iniciativa política, y ésta
deberá abarcar tres elementos clave: una solución negociada para Siria, la
reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos, y un
entendimiento con EE UU respecto a la estrategia política de Occidente para la
región (que aborde el conflicto más peligroso para ella, Irán). Este entendimiento
mutuo será el reto crucial para el futuro de la relación transatlántica.
Europa y sus tropas se juegan mucho en Líbano. Pero esto tiene que
ver con los intereses vitales de Europa. La guerra y el caos en Oriente
Próximo, o simplemente un vacío moral o político, afectarán y trastornarán
directamente la seguridad de la UE y de todos sus Estados miembros. Por lo
tanto, Europa tenía que actuar, pese a que, evidentemente, la decisión era
difícil. La cuestión clave en el futuro próximo será si Europa de verdad tiene
la capacidad militar y política, el aguante político, y la voluntad común para
actuar de manera acorde con sus intereses básicos en Oriente Próximo. Ya se
verá. En cualquier caso, ya se puede decir una cosa: bienvenida al mundo real.
Joschka Fischer, ex líder del
Partido Verde, fue ministro de Asuntos Exteriores de Alemania y vicecanciller
desde 1998 hasta 2005.