LA PARADOJA ISLÁMICA: AYATOLÁS, FUNDAMENTALISTAS Y DEMOCRACIA

 

 Artículo de GEES  en “Libertad Digital” del 26/12/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

Reuel Marc Gerecht, graduado en Historia Islámica en Johns Hopkins y Princeton, con dominio de árabe y farsi, es un investigador del American Enterprise Institute (AEI), antiguo analista de la CIA para Oriente Medio, autor de penetrantes y espléndidamente informados artículos sobre la actualidad en Irak, Irán y el próximo Oriente, que con la misma maestría desentraña los problemas militares de la ocupación que las políticamente relevantes diferencias teológicas entre la escuela de Jomeini y la de Sistani, así como los intríngulis de la política suní o chií en el país mesopotámico.

 

Nuestro autor ha publicado recientemente un pequeño libro, La Paradoja Islámica, disponible en el sitio web de su Think Tank, un artículo el 14 de diciembre en el Wall Street Journal sobre el papel de Irán en Irak, y en el número de la próxima semana del Weekly Standard aparecerá un largo ensayo sobre La lucha por el Oriente Medio, también accesible en el sitio del semanario, publicaciones todas a cual más recomendable para comprender el maldito embrollo en el que toda la región está sumida. Es de advertir que esos diferentes escritos no se repiten, sino que son perfectamente complementarios.

 

Uno de los puntos más destacados que Gerecht dilucida de manera convincente es el que concierne a las diferencias entre el chiísmo iraquí e iraní. Jomeini es autor de una revolución en el pensamiento tradicional chií que ha desembocado en una teocracia islámica. Sistani y los otros tres grandes ayatolas de Nayaf, han desarrollado una interpretación no menos revolucionaria del Corán, que conduce a una afirmación de la soberanía popular y una democracia basada en el principio de un hombre un voto.

 

Estas profundas contradicciones en los posicionamientos teológicos, así como el fuerte sentido nacional de los chiíes de Irak, puesto ya a prueba durante la guerra que Sadam libró contra sus vecinos en los ochenta, y el profundo descrédito de los ayatolas persas en su propio país, hacen que el temor a que una mayoría chií salida de las elecciones se convierta en una peón de los intereses de Teherán, es mucho menos que probable, casi absurdo, por más que los sucesores de Jomeini hayan tratado de jugar simultáneamente todas las bazas políticas del mundo de los chiíes de Irak. Por el contrario, esa "democracia islámica" sucesora de la tiranía baasista pude constituir con su ejemplo una amenaza mortal para los ayatolas de Teherán.

 

Pero el punto más radicalmente rupturista de los escritos de Gerecht, desarrollado al final de La Paradoja Islámica, es la tesis de que no son los liberales, occidentalistas y moderados árabes los aliados naturales de Washington para llevar a cabo la transformación democratizadora del Oriente Medio, para, de esa manera, segar la hierba bajo los pies del binladenismo y el guerrerismo santo, por usar la terminología del analista americano. Esos elementos son demasiado marginales a su sociedad, que en conjunto se ha ido desplazando a lo largo de los veinte últimos años hacia el fundamentalismo. Éste, sin embargo, en su enfrentamiento contra los regímenes dictatoriales tanto monárquicos como republicanos, ha ido desarrollando, como los teólogos de Nayaf, ideas próximas a la soberanía popular y apelaciones al sufragio como método de legitimación del poder. Es la cuña de la misma madera que puede reventar a los yihadistas que usan sistemáticamente el terror como táctica de elección.

 

Tesis tan osada como llena de riesgos, sobre la que merecerá la pena volver.