MENÚ BALCÁNICO
Artículo de Francisco Veiga
en "El País" del 3 de abril de 2001
Francisco Veiga es profesor de Historia de Europa Oriental en la UAB.
Con un muy breve comentario al final
Luis Bouza-Brey
Coincidiendo
con los idus de marzo, comenzaron a manifestarse los primeros efectos de la
nueva dinámica en la política balcánica. Se terminaron los tiempos en que los
problemas llegaban de uno en uno, separados sus actores en buenos y malos.
Ahora los viejos vientos se mezclan en grandes frentes tempestuosos. Aunque no
lo parezca, la pasión de Milosevic está relacionada con la reciente crisis de
Macedonia. El interés de Washington en la detención y juicio del mandatario
serbio en el Tribunal Penal de La Haya, por el cual ha ofrecido una recompensa
millonaria, es un ejercicio de mal gusto diplomático y jurídico que trae ecos
de la captura de Noriega en 1989. Si a eso le añadimos el dudoso papel de juez
imparcial y profesional que juega la temperamental Carla del Ponte, de nombre también
melodramático, se pueden entender las reticencias de muchos serbios a entregar
a Slobo, personaje que por sí mismo ya no despierta
demasiadas simpatías entre la ciudadanía. Viene a la memoria la mascarada del
juicio a Ceausescu en 1989, que tan mala prensa le
dio a las nuevas autoridades rumanas surgidas de la revolución de diciembre y
que con el tiempo terminó por llenar de flores la tumba del insufrible
dictador. Por ende, tras la detención de Milosevic, ya se han manifestado y se
harán más audibles luchas políticas internas, fragmentaciones y
desestabilización; es decir, semillas de nuevos problemas y no de soluciones. A
todo ello se unirá en breve la previsible secesión de Montenegro y la posible
desaparición de la tercera Yugoslavia, preñada de nuevos reajustes
institucionales, pugnas y más fragmentaciones.
En ese
retablo, el interés norteamericano por la detención de Milosevic poco tiene ya
que ver con el viejo Nuevo Orden de Bush padre. El renovado y muy reciente
interés del vástago por los asuntos balcánicos, materializado en el entusiasmo
demostrado por la detención del ex mandatario serbio, está relacionado con la
expectativa de una fácil victoria en política internacional. En Washington el
juicio del ex presidente yugoslavo interesa como forma de dar contenido a la
intervención en Kosovo, operación cada vez más cuestionada internacionalmente
por el comportamiento de los albanokosovares. El juicio de Milosevic se
presenta así como el verdadero colofón de la campaña militar de la OTAN, un Núremberg
grandilocuente pero tardío. Y, por ello, el ahora presidente Bush se ha
ilusionado ante la posibilidad de heredar la guinda final de la arriesgada
intervención impulsada por su antecesor, Bill Clinton.
Es, por tanto,
un último servicio del 'chollo' Milosevic, la perfecta cabeza de turco de todos
los males balcánicos durante una década y que ahora deberá tapar temporalmente
la mal resuelta intervención de la OTAN en Kosovo. El espectáculo llega como
agua de mayo cuando el conflicto macedonio aún no se ha extinguido y
seguramente se reactivará. Las manifestaciones de apoyo a la guerrilla albanesa
en Pristina, y no en Tirana o Skopje,
vienen a demostrar que las fuerzas que se plantaron ante la ciudad de Tetovo son cosa de algunos políticos en Pristina.
También resulta significativo que entre los guerrilleros albaneses la Kfor detuviera a varios agentes del TMK, el cuerpo de
protección civil kosovar, la ex guerrilla del ELK reconvertida por la
Administración internacional.
Más allá de
las desorientadas elucubraciones sobre agravios históricos entre albaneses y eslavomacedonios, lo cierto es que, desde hace más de una
década, miles de albanokosovares han entrado y se han establecido en Macedonia.
Después llegó un cuarto de millón de refugiados durante la campaña de bombardeo
de la OTAN sobre Yugoslavia, lo que equivalía a la décima parte de la población
de la joven república (algo así como si 27 millones de latinos entraran en EE
UU en el lapso de pocas semanas). Muchos de ellos permanecieron en Macedonia y
otros entraron y salieron sin control en meses sucesivos. En definitiva, en esa
república existe ahora una minoría albanokosovar en cierta competencia política
y social con la vieja población albanesa de Macedonia. Ésta integra el Partido
Democrático de los Albaneses (PDA), ahora en el Gobierno de coalición, y el
Partido de la Prosperidad Democrática (PDP), que lo estuvo en el Gobierno
socialista y que dio el mejor ministro de Economía que tuvo Macedonia: Taki Fiti. Los albanokosovares
aún no están claramente definidos como fuerza política, pero son un grupo muy
dinámico contemplado con aprensión en la misma Tirana, donde muchos temen que
el día de mañana pudiera traer una Gran Albania con capital en Pristina.
Pero, aunque
el gran teórico del pannacionalismo albanés actual
sea Rexhep Qosja, un pulcro
profesor de Pristina, lo ocurrido en Tetovo ha sido más bien una operación organizada desde
Kosovo para desbloquear la situación y no para construir la Gran Albania. Las
potencias occidentales, que ahora instan al Gobierno macedonio a reajustar sus
estructuras estatales para dar más autonomía a los 'albaneses' (sin hacer
distinciones), no ven la viga kosovar en el ojo propio. En Kosovo la
Administración internacional no tiene fecha para las elecciones parlamentarias,
ni siquiera existe una ley electoral. Más remota aún es la posible consulta a
la población sobre el status de Kosovo, que ahora está en pleno limbo. Parece
claro que en Pristina alguien planeó una temeraria
huida hacia adelante. Primero, en el sur de Serbia, y luego, cuando la Kfor dio luz verde a las tropas yugoslavas para liquidar a
las guerrillas albanesas, en Macedonia. Allí el ELK dispone de armas
almacenadas desde 1998 y cuenta con un potencial de reclutas entre los jóvenes
albanokosovares establecidos en el tercio occidental de la república y tan al
sur como Struga. Organizar un levantamiento en la
franja albanesa de Macedonia y hasta forzar el hecho consumado de una anexión a
Kosovo terminaría con el statu quo diplomático. Perdería sentido la resolución
1.244 de las Naciones Unidas y todos los acuerdos y disposiciones
internacionales referidos a Kosovo como provincia serbia con las fronteras de
entonces: un viejo truco balcánico.
Si el menú
balcánico tiene como plato principal el revoltillo yugoslavo y como postre
Macedonia, los cafés los ponen los croatas de Bosnia, que estos días andan
forzando la secesión. Si prosperara, los acuerdos de 1995 harían agua y tendría
más fuerza la demanda de varios actores balcánicos para organizar un Dayton 2,
algo de lo que no quieren ni oír hablar las potencias intervinientes. Por ende,
y con la previsible secesión de Montenegro, sería el final del último intento
por preservar la idea de federación, único concepto político capaz de aportar
paz en los Balcanes. Así, la idea del Estado-nación triunfaría en toda regla,
con sus autodeterminaciones descontroladas y limpiezas étnicas sin fin. Pero
ante el órdago de los amigos croatas de Bosnia nadie se rasga ya las
vestiduras, a pesar de que están protagonizando el pecado original que
cometieron los serbobosnios en 1992, y por el que ahora en La Haya se las
quieren hacer pagar todas juntas a Milosevic. Ironías de la historia que
paradójicamente le unen al desaparecido presidente Tudjman. Un chiste local
decía que ambos tienen una cosa en común: ninguno puede salir ya de la tierra.
Muy breve comentario final
Luis Bouza-Brey
Tanto
la solución adoptada en Dayton para finalizar la guerra de Bosnia, como el
apoyo y estímulo al UCK en Kosovo constituyen, a mi juicio, un error grave.
En
efecto, la solución bosnia de configurar dos repúblicas étnicas, forzadas a
cooperar en una federación, no hace más que estimular el etnonacionalismo y la
fragmentación del país. Es coadyuvar al impulso autodestructivo imperante desde
hace diez años en los Balcanes. Lo lógico es que continúe el proceso de cantonalización del país. Acabarán constituyéndose
"Estados" cuyo territorio esté constituido por barriadas o pequeños
valles balcánicos.
Por
otra parte, el apoyar el fundamentalismo y el integrismo etnicista
del movimiento albanés partidario de "la Gran Albania" también es
análogo a echar gasolina al fuego de la hoguera ex yugoslava.
Las
soluciones tienen que orientarse en la dirección de la federación y la
convivencia multiétnica. Europa y EEUU deben aclararse de una vez, sino aquello
no terminará nunca.