REFLEXIONES SOBRE EL CAMBIO DE SOCIEDAD Y LA CRISIS DE LA IZQUIERDA

 

Artículo de Luis Bouza-Brey del 12-1-97

 

Desde mediados de los años setenta, en que se desarrolla la gran crisis del Estado de Bienestar, con el consiguiente ascenso al poder de M. Thatcher (1979) y R Reagan (1981) en el Reino Unido y los Estados Unidos de América, la izquierda política, a nivel internacional, está experimentando una profunda crisis de identidad y orientación.

Es preciso reflexionar sobre ello, pues con la victoria del neoliberalismo hace ya casi veinte años, la revolución tecnológica y la crisis de los sistemas comunistas, el mundo está experimentando una profunda revolución cuyo sentido todavía se escapa en gran medida a nuestra comprensión.

Frente a esta revolución, la izquierda se encuentra muda o balbuceante y a la defensiva, y el mundo y la Historia, cambiando acelerada y radicalmente sin más dirección que la de las innovaciones tecnológicas, los automatismos del mercado y la especulación de un capitalismo financiero descontrolado.

 

¿LA IZQUIERDA?, ¿QUÉ ES ESO?

 

Muchos se preguntan hoy si la izquierda no es un residuo histórico enviado al desguace por la crisis del Estado del Bienestar y de los sistemas comunistas y el predominio del individualismo, el mercado y el neoliberalismo en el mundo desarrollado.

Pero bueno, ¿qué es eso de la izquierda? En primer lugar, es una definición situacional, --- incluso en el sentido más espacial: en la Asamblea revolucionaria francesa, eran los escaños situados a la izquierda del Presidente--- ocupada en un primer momento histórico por los liberales y "progresistas", después por los demócratas y posteriormente por los socialistas y comunistas.

De manera que si esta posición fue ocupada por diversos sujetos será que cumple alguna función y tiene una definición variable históricamente.

En mi opinión, el significado de la izquierda es fundamentalmente el de una actividad de lucha contra las estructuras opuestas al desarrollo de las potencialidades humanas. La izquierda se ha caracterizado históricamente por protagonizar e impulsar procesos de liberación de la tradición, el privilegio y el absolutismo, la desigualdad, la explotación y la arbitrariedad. En suma, la izquierda --- aún con grandes errores históricos y caminos ciegos en diversos momentos--- ha perseguido históricamente los valores de secularización y racionalidad, libertad, igualdad y solidaridad.

De estos valores, BOBBIO da prioridad a uno de ellos, el de la igualdad, y sostiene que "El elemento que mejor caracteriza las doctrinas y los movimientos que se han llamado ´izquierda´, y como tales además han sido reconocidos, es el igualitarismo, cuando esto sea entendido no como la utopía de una sociedad donde todos son iguales en todo, sino como tendencia, por una parte, a exaltar más lo que convierte a los hombres en iguales respecto a lo que los convierte en desiguales; por otra, en la práctica, a favorecer las políticas que tienden a convertir en más iguales a los desiguales" (BOBBIO:"Derecha e izquierda". Taurus, Madrid, 1966, pg. 152).

Sin menoscabo de lo anterior, en mi opinión el otro rasgo esencial de la izquierda es la creencia en la acción política y de gobierno como medio para romper con el pasado y cambiar la sociedad hacia las metas de desarrollo antes mencionadas.

Pues bien, desde los años setenta, las políticas a través de las cuales la izquierda intentaba realizar sus metas han fracasado, como también ha entrado en crisis en la década siguiente el propio Estado, y con ello el sistema de referencia fundamental de la acción política de la izquierda.

 

DEJAD HACER, DEJAD PASAR. EL MUNDO VA POR SI SOLO

 

Desde aquellos años, la inflación, el paro, el déficit público, el estancamiento de las inversiones, la crisis fiscal del Estado, y el crecimiento ineficiente del sector público, hicieron entrar en crisis el Estado de Bienestar. Ello posibilitó el ascenso del neoliberalismo y las políticas de estabilización y liberalización económica, desregulación, reducción del sector público, contención de la inflación y el déficit, abandono del pleno empleo como objetivo, y disminución en general del intervencionismo y las prestaciones sociales del Estado.

En términos económicos, el neoliberalismo tuvo un éxito relativo: se superó el estancamiento y se redujeron los desequilibrios básicos de la economía en el mundo occidental, impulsando una década de crecimiento, internacionalización de la economía y predominio del mercado frente al intervencionismo estatal como forma de dinamización y funcionamiento de la economía.

Pero además, desde mediados de los ochenta apareció un nuevo factor que cambió de raíz la situación anterior: se puso en marcha la revolución tecnológica en el mundo de las telecomunicaciones, la informática y la automatización, iniciando una nueva era y desencadenando cambios radicales y acelerados de consecuencias todavía impredecibles.

Estos cambios consistieron, fundamentalmente, en que se intensificó la interrelación e interdependencia mundial, produciéndose un proceso de globalización económica, política y cultural que impulsó un crecimiento intenso de la economía, la ascensión al ámbito mundial de la batalla por la productividad y la competitividad, la movilización internacional de los recursos financieros, el desarrollo de las telecomunicaciones y los medios de comunicación de masas, la crisis del Estado como medio para gobernar la sociedad y la emergencia de una cultura planetaria que inunda, a velocidad vertiginosa, con las pautas y rasgos definidos en los centros culturales de las sociedades más avanzadas, los rincones más apartados del mundo.

Los efectos más inmediatos de este proceso, que el Club de Roma ha definido como la "Primera Revolución Mundial", han consistido en la transformación de la economía industrial en una economía postindustrial, con nuevos sectores económicos predominantes; el incremento del desempleo, principalmente como consecuencia de la automatización y de la crisis de las industrias de la segunda revolución industrial; la transformación del sistema de estratificación , con el declive y pronta desaparición de la clase obrera tradicional, el incremento de la movilidad ascendentes y descendente y el desdibujamiento de los límites de clase anteriores; el incremento de la desigualdad y de la exclusión, a nivel de cada país e internacionalmente; la aceleración de las transformaciones demográficas, como el crecimiento desbordado del Tercer Mundo, el envejecimiento del Primero y las migraciones masivas; la destrucción del medio ambiente por el agotamiento de los recursos naturales no renovables, la desertización, el efecto invernadero, y la destrucción de especies animales y vegetales.

En síntesis, se ha producido una revolución sin dirección ni control, resultante de unas innovaciones tecnológicas radicales, así como de los automatismos del mercado, la especulación financiera internacional y la incapacidad del poder político estatal para gobernar un cambio que lo desborda.

Este último factor ha producido, a nivel político, la transformación del sistema político internacional, con la crisis del mundo bipolar anterior y el hundimiento del comunismo, la crisis de los autoritarismos y, en el mundo democrático, la sensación de impotencia política, corrupción, un individualismo rampante, y la crisis de la idea de "progreso" y de las ideologías de la época anterior.

Todo ello se ha reflejado, en el ámbito de la cultura política, por el predominio del vacío neoliberal y la emergencia de nacionalismos étnicos y xenófobos y de los fundamentalismos, como nichos culturales frente a la incertidumbre, el miedo al cambio y la crisis de identidad de los pueblos.

 

¿LA IZQUIERDA?, ¿ PARA QUÉ?

 

En este escenario, para mi la izquierda no sólo es imprescindible, sino que es ella quien tiene que protagonizar un nuevo cambio que permita dar dirección a la revolución en curso.

Supongo que se entiende desde el principio que me estoy refiriendo a la izquierda democrática, que debe buscar soluciones políticas, económicas y culturales a la crisis de la civilización existente. En primer lugar, se debe ser consciente de que la crisis del Estado exige buscar nuevos marcos y organizaciones políticas para dirigir la sociedad, fortaleciendo las instituciones políticas mundiales de las Naciones Unidas a fin de que puedan formular soluciones a los nuevos problemas medioambientales y de otro tipo que emergen en la actualidad, como consecuencia de la globalización, y formular y aplicar políticas solidarias de desarrollo para el Tercer Mundo.

Además, la izquierda debe ser consciente de que en la actualidad existen tres modelos de desarrollo que pugnan entre sí:

---el modelo norteamericano, hoy hegemónico, de capitalismo salvaje y empresas privadas transnacionales muy flexibles y competitivas, con muy poco Estado social, con una sociedad fragmentada entre la élite dirigente mundial y unas comunidades multiculturales en descomposición, y con una industria cultural multimedia y unos medios de comunicación que crean una cultura "pop", de bajo perfil humanístico pero de ámbito mundial.

--- el modelo asiático, principalmente japonés, pero también propio de los "tigres" de Singapur, Hong Kong, Indonesia, Malasia y Corea del Sur, basado en el mantenimiento de la tradición y los vínculos de solidaridad confucianos y familiares, y en una asociación corporativa entre el Estado autoritario y oligárquico y unas grandes empresas de tipo patriarcal.

--- el modelo europeo, de un Estado democrático de Bienestar y una economía social de mercado en crisis, sin una unidad política suficiente, y sacudido por la crisis y la presión económica, política y cultural del modelo norteamericano de desarrollo.

Pues bien, en mi opinión, la izquierda europea debe asumir la dirección del proceso de construcción acelerada de nuevas instituciones políticas mundiales y europeas, resistir frente a la presión del modelo norteamericano, reformando la economía social de mercado y las instituciones del Estado de Bienestar para hacer a las empresas y a la burocracia más flexibles y adaptables al cambio acelerado, pero sin desmantelar el sistema de protección social, e intentar diagnosticar el problema del paro y buscarle soluciones.

La izquierda debe hacer consciente a la población europea de que sin protección social --- educación y sanidad públicas, pensiones y seguros sociales--- la economía no podrá funcionar e irá viéndose sometida a recesiones cada vez más intensas. Y de que para proteger este modelo de sociedad es imprescindible tomar medidas de ámbito europeo, sobre una población de unos seiscientos millones de habitantes, que pueda enfrentarse de igual a igual a los modelos norteamericano y asiático, y desde unas instituciones políticas potentes, resultado de un proceso de federación europea más decidido y acelerado.

La izquierda debe formular una política de respuesta al problema del desempleo, que ya no es cíclico solamente, sino estructural, y resultado del incremento de productividad derivado del proceso de automatización y de la revolución tecnológica. La producción de bienes y servicios se efectuará cada vez más por las máquinas, sin que la destrucción de puestos de trabajo humanos sea compensada por la creación de otros nuevos en número suficiente.

RIFKIN, GORZ y otros autores que han analizado "El fin del trabajo" son partidarios de buscar soluciones como la reducción del tiempo de trabajo y su reparto, que habrían de financiarse con impuestos que gravaran los incrementos de productividad de las empresas automatizadas, y permitirían además crear un "tercer sector" distinto del privado y el público, orientado a la realización de actividades socialmente útiles de diverso tipo ---educativo, medioambiental, asistencial, etc.---.

Finalmente, para articular culturalmente el modelo de desarrollo europeo, la izquierda debe definir una política de investigación eficaz y una política cultural de amplia difusión y democratización de la información y el conocimiento. Una política cultural de desarrollo de una cultura de masas de alto perfil, superior a la cultura "pop" del modelo norteamericano, y que ponga en práctica en serio la creación y funcionamiento de instituciones educativas permanentes de formación y reconversión profesional.

En síntesis: escuelas, ordenadores, redes, institutos, Universidades y medios de comunicación sin "basura", son las llaves del futuro y del mantenimiento de la estabilidad y el desarrollo en esta nueva era.