ESPERANDO A AL QAEDA



 Artículo de José Javaloyes en “La Estrella Digital” del 11.08.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

De no ser porque la policía británica tenía desde hace meses el rastro de la conspiración terrorista para el cielo atlántico, la noticia del descomunal atentado que se preparaba se podía haber interpretado, en clave zapateril, como una respuesta de Al Qaeda a la todavía campaña militar de Israel en Líbano. Lo cual no excluye que la gente de Bin Laden no esté preparando su propia comparecencia, en cualquier escenario y a propósito de Oriente Medio, o en el mismo Oriente Medio y también a propósito de Líbano. Simultáneamente a cómo parasita la situación de Iraq, intenta también concurrir en la cuestión libanesa, donde el herético chiísmo de Hezbolá le está comiendo la tostada al sunismo dentro del mundo islamo-árabe.

Hasta ayer mismo cabía esperar que en cualquier momento Al Qaeda hiciera acto de presencia, por la dicha razón de esa campaña en Líbano que puede convertirse en guerra a cualquier hora y, también, por el hecho de que hace unos días Al Qaeda anunciara que se le incorporaba operativamente una facción de los Hermanos Musulmanes egipcios, aunque a éstos se les pueda tener como responsables de todos los ataques terroristas contra el turismo internacional en el país del Nilo.

Pero alguno de los datos filtrados por la policía británica, como el de la identidad de los detenidos en el Reino Unido a propósito de esta conspiración, ponen luz a un componente capital sobre el terrorismo islámico en Europa. Me refiero al hecho de que los detenidos sean musulmanes y ciudadanos británicos, posiblemente de segunda generación, como los ejecutores de los atentados del Metro londinense el 7 de Julio del año pasado. ¿Qué puede estar pasando aquí?, ¿qué puede significar esto?

Toma alianza de civilizaciones! Más allá de la movilización política antioccidental en la que convergen muchas corrientes ideológicas dentro del mundo islámico —que no sólo su componente árabe—, lo que se sabe fehacientemente es que el choque de civilizaciones se sitúa específicamente en el seno de la comunidad islámica; un choque entre aquellos de sus componentes partidarios del cambio hacia la modernidad, los derechos humanos y las libertades, y quienes apuestan abiertamente por todo lo contrario. Y son éstos últimos, de forma muy precisa, quienes forman la levadura de la involución musulmana al arcaísmo político, social y cultural.

Y ocurre, siendo ello más preocupante y grave, que la escisión y el conflicto entre una y otra postura sobreviene, aparte de en los escenarios genuinos del islamismo, en el espacio europeo donde se encuentran asentadas las nuevas comunidades islámicas. La fermentación de la bomba la tenemos en nuestra casa, debajo de nuestra propia cama; es decir, dentro de los diversos ámbitos por los que discurre nuestra vida cotidiana. Es en el Metro o en los trenes de cercanías, o iba a ser en los aviones que cruzan sin pausa el Atlántico, de Levante a Poniente y viceversa.

La realidad que hay que asumir es la de que nuestro mundo occidental se encuentra contaminado de riesgo terrorista, islámico o no. Pero ello, además de ser la referencia primordial, el dato de partida, es también algo que evoluciona hacia lo menos deseable. Los millones de musulmanes establecidos en Europa por vía de la emigración podrán constituir multitud ingente de gentes honorables, respetuosas y leales a la sociedad occidental que les acoge, pero culturalmente aportan la base en donde se plantea ese conflicto del choque de civilizaciones. Un choque que se expresa a bombazos y con todos los recursos propios del terrorismo.

Toda la problematicidad de la fermentación islámica se encuentra más profundamente instalada en el mundo europeo que lo pueda estar el Estado judío en la geografía del Oriente Medio, que antes que islámica fue judía y cristiana.

Al Qaeda volverá a intentarlo. Habrá que estar a la espera, alerta.