TALIBANES DEL CUERNO AFRICANO

 

 Artículo de José Javaloyes en “La Estrella Digital” del 26.12.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

La reacción militar etíope, con el empleo de la artillería y el uso de la aviación para cortar los suministros eritreos a las llamadas Cortes Islámicas de Somalia, a cuyo Gobierno de transición mantienen bloqueado con las armas, ha hecho retroceder a las milicias islamistas de las posiciones que ocupaban en Burhakaba. Un relativamente nuevo conflicto africano está servido y, para que la cosa no vaya a más, se ha convocado una conferencia internacional en Addis Abeba, capital etíope donde tiene su sede la UA (Unión Africana). Acudirá también a la cita una delegación de la Liga Árabe. No es mucho lo que cabe esperar de este empeño de la UA, por más que sea de precepto el intentarlo.

Después del gravísimo asunto de Darfur, desde el crónico problema sudanés de los árabes islámicos y los negros cristianos y animistas, al que subyace actualmente la oscura cuestión del petróleo, sólo faltaba que al África doliente le brotara este conflicto armado capaz de resucitar la guerra de Etiopía con Eritrea, puesto que eritreo es el canal preferente de suministro de armas a los talibanes somalíes.

Según fuentes norteamericanas, los hilos que mueven la actividad de las milicias islámicas de Somalia no son otros que los hilos de Al Qaeda. Desde luego, la querencia africana de las huestes de Ben Laden no es nueva después de la historia de sus atentados contra las embajadas estadounidenses en Kenia —también parte integrante del Cuerno de África, ámbito en el que se integran todas las partes concernidas en el actual conflicto— y Tanzania; atentados que oficiaron de prólogo a los ataques del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York.

Pero en el caso de Somalia, país que no ha encontrado la estabilidad desde que se desprendiera la escayola soviética que sostenía la dictadura de Barre, tiene sustantividad propia en la danza geopolítica que envuelve por sus cuatro costados la península Arábiga. Tiene Somalia frente a sí el estrecho de Bab el Mandeb, por donde discurre el tráfico petrolero hacia el canal de Suez y el Mediterráneo —utilizado por buques cisterna de porte medio—, mientras que al otro lado del mundo arábigo se encuentra el estrecho de Ormuz, con Irán en su orilla norte, por donde sale el petróleo árabe del golfo Pérsico, en buques de medio y gran tonelaje, hacia los estrechos orientales, para las economías del Pacífico, y hacia el cabo de Buena Esperanza, con destino a las economías de las grandes democracias industriales de Europa y América del Norte.

La importancia estratégica de Somalia, por tanto, desborda con mucho el de su producción bananera… Su interés mundial aparece asociado al de Yemen del Sur, que también ha sido escenario de acciones de Al Qaeda contra Estados Unidos. El punto más alto en la evidencia del interés de Estados Unidos —y del mundo occidental— en la zona fue el riesgo asumido y el consecuente y catastrófico fracaso de la intervención norteamericana del 2002 contra los señores de la guerra somalíes.

Y lo mismo cabe decir de la significación estratégica de Etiopía, si definida actualmente contra el descontrol islamista de Somalia, captada por la satelización soviética representada durante los 17 años que se prolongó la dictadura de Haile Mariam Mengistu: desde 1977 hasta 1991, año en que también periclitó la dictadura somalí y también pro soviética de Barre.

El actual conflicto en el Cuerno de África, que concierne a somalíes, etíopes y eritreos, es como la pulsación nueva de una vieja y crónica inestabilidad, que parece traducir en su política interna y en su proyección internacional y geopolítica su propia inestabilidad geológica. La gran falla sobre la que se asienta esa punta africana que cornea el Índico origina una tectónica de placas que la acabará llevando, dentro de miles de años, a que se separe del continente, igual que en un tiempo se separó de África el territorio de Madagascar.

Mientras tanto, desaparecido el peso político que durante la Guerra Fría desarrolló la URSS, tiene todo su sentido que Al Qaeda, con la acción de sus talibanes vertebrando las milicias islámicas de Somalia, intente subrogarse en la función antiamericana de los soviéticos dentro de ese espacio crítico del Cuerno de África. El problema añadido para Washington es que la V Flota en el Índico no es el más ajustado instrumento para esta guerra contra el terrorismo islámico. Que se expande como un cáncer por el cuerpo árabe y el mundo africano.