ACABÓ EL POSTSOVIETISMO

 

 Artículo de José Javaloyes en “La Estrella Digital” del 04/01/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

Moscú respeta el derecho de Ucrania a elegir sus aliados. La noticia, desprendida de la declaración a los medios informativos alemanes del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, sobreviene como un corolario de las elecciones presidenciales en Ucrania y sólo se ha producido cuando Víctor Yanukovich, el candidato de Moscú, desistía de seguir recurriendo ante el Tribunal Supremo de Kiev contra los resultados de las elecciones extraordinarias, ganadas por su tocayo y antónimo político Víctor Yushenko.

Si el veneno de las dioxinas que le administraron en una sopa los clones ucranianos del KGB no consiguieron acabar con su vida, la revolución naranja de los liberales que acaudilla si logró acabar con la tutela de Moscú sobre Kiev. Un pulso popular exento de toda violencia, contra el abuso político y las trampas electorales, hizo que en Ucrania se acabara el ciclo postsoviético, lo mismo que un año antes, en Georgia, la llamada “revolución de las rosas” liderada por Mijail Saakachvili obligó a que, Eduard Shevardnadze, que había sido el rostro internacional de la Perestroika de Mijail Gorbacovh, saliera del poder por la puerta de atrás, cediéndolo a los cachorros liberales que él había apoyado en el inicio del postsovietismo.

Las declaraciones de Lavrov parecen descartar, en principio, que desde el Kremlin actual se vaya a operar con los ucranianos orientales de parecida forma a como se hizo con los georgianos de los territorios autónomos. “El derecho a la propia soberanía – ha dicho el director de la diplomacia de Putin – significa también, por ejemplo, respecto de Ucrania y Georgia, que Rusia no haría nada contra su adhesión a la Unión Europea o la OTAN”.

Los hitos están muy claros. En 1968, uno de los relieves más significativos de la Guerra Fría, Leónidas Breznef, estableció después de la invasión de Checoslovaquia el principio de “soberanía limitada” para los Estados integrados en el Pacto de Varsovia. Tras de la implosión de la URSS, las naciones orientales del Occidente europeo rescataron la plenitud de su soberanía política, homologándose en derechos, internacionalmente, con las del otro lado de la raya que había sido el Telón de Acero; pero lo que cabe llamar las “otras rusias” –federadas o no con Moscú – siguieron orbitando por donde anteriormente lo hacían. Fue ésta, inercialmente, una gravitación postsoviética.

Y es esa situación la que ahora se acaba tras de las importantes crisis de Ucrania y Georgia. Crisis revolucionarias porque con ellas ha concluido un orden y una estructura de relación, en el seno de lo que durante tantos años se llamó el bloque oriental, sin que para ello haya tenido que dispararse un tiro. La situación actual, de soberanía política ilimitada, conforme las palabras de Lavrov, cierra el tiempo postsoviético o postguerra fría, que fue, en el Este y en el Oeste, tiempo de soberanía más influida que directamente tutelada.

Lo más interesante, sin embargo, puede no ser ahora el hecho de ese reconocimiento de libertad política entre sus próximos por parte de Rusia, sino la causa de ese reconocimiento. De lo obvio no se levanta acta. Quizá lo que se hace es manifestar de forma implícita que se está, por parte del Kremlin, en disponibilidad de intentar otro género de relaciones y de alianzas, con la Unión Europea y con la Alianza Atlántica. Hechos como el terrorismo islámico y sucesos como la anunciada apertura de negociaciones entre Turquía y la UE, no son irrelevantes ni para la Rusia de Putin ni para nadie. Se trata de otra cosa, que empieza por donde acaba el tiempo postsoviético. Se intuyó con la revolución pacífica de Georgia y se ha verificado con el pacífico y libre cambio ucraniano.