UN IMPULSO MAS HACIA LA
PAZ
Luis Bouza-Brey,
18-4-02.
Sería una injusticia con Powell y EEUU, pero sobre todo un
desperdicio para las oportunidades de caminar hacia la paz, que cuajara la
impresión de fracaso con respecto a las actuaciones diplomáticas de Powell de
estos días.
Es cierto que no han producido resultados inmediatos, pero
han sentado las bases para una nueva dinámica hacia la paz. El ejército israelí
abandona los territorios de Cisjordania y Arafat está acercándose a una nueva
posición con respecto a la violencia armada.
Constituiría un error no moverse ahora con energía, a alto
nivel, para dar un nuevo impulso hacia la paz, dejando que se consolide, por
pasividad, la impresión dominante en la opinión pública en estos momentos.
Powell y EEUU, pero también el “cuarteto”, y los países árabes, tienen
desbrozado el terreno, si actúan con diligencia, para dar un nuevo paso. Uno
carece de la información no publicada sobre las interioridades de la situación,
y la cara de Powell de estos días era patética, pero hay que superar el trance
y avanzar. ¿Qué se podría hacer?
Dada la situación psicológica de decepción, pero también la
frenada y detención de la violencia militar israelí, conviene atender a dos
aspectos: el de los contenidos y el de la escenificación. La situación está
abierta a iniciativas, si son rápidas e impiden cristalizar el desánimo y las
tentaciones de nuevas actuaciones terroristas, y hay que contrapesar el
desequilibrio que se ha producido a favor de la política de Sharon, que ha
podido finalizar sus actuaciones en Cisjordania.
La orientación general de las iniciativas de EEUU, a partir
del discurso de Bush de días atrás y de la actuación de Powell, parece
correcta: se trata de frenar la dinámica destructiva y poner en marcha un proceso
de negociación global a favor de la creación de un Estado palestino según la
propuesta de Arabia Saudí de paz por territorios, que tenga como consecuencia
la paz entre Israel y los palestinos y la convivencia pacífica de ambos
Estados, junto con el reconocimiento de Israel por la totalidad del mundo
árabe.
Frenar la dinámica destructiva significa detener el
terrorismo y la violencia militar israelí. Lo segundo ya está conseguido,
aunque hay que acabar con los restos de la situación anterior: detención de
Arafat y ocupación de Ramala y Belén.
El problema principal, como siempre, es el del efecto
desestabilizador de un terrorismo en gran parte incontrolado, sobre el que la
OLP y Arafat pueden actuar sólo parcialmente. Por ello es tan importante el
acuerdo de días pasados del “cuarteto”, pero también la colaboración de los
países árabes y el ejercicio de su influencia sobre los países más cercanos a
la financiación y apoyo a los grupos fundamentalistas, como Hamas, Hizbolá y la
Yihad. Estos grupos siempre han intervenido para desestabilizar el proceso de
paz en los momentos clave. ¿No existe ningún mecanismo diplomático, o incluso
basado en presiones de otro tipo, una vez que se haya terminado con la
ocupación militar de Palestina a partir del domingo, para frenar una posible
nueva intervención de los grupos fundamentalistas?
Es posible que algo se haya intentado estos días en esta
perspectiva: resulta significativo, a mi juicio, que Irán haya apoyado que la
UE lidere las negociaciones de paz. Pero también puede ser muy útil que Arabia
Saudí, que tiene una importante influencia sobre los grupos fundamentalistas,
colabore con energía a detenerlos. De manera que un nuevo impulso de EEUU y el
resto del “cuarteto”, con la colaboración general de la Liga Arabe y específica
de Egipto y Jordania, es urgente y necesario.
¿Sería salirse de la realidad el pensar en convocar una
urgente reunión internacional para la semana próxima en la que se llegara a un
acuerdo para poner fin a las hostilidades y abrir un nuevo período de alto el
fuego, con una llamada imperiosa por parte de los actores internacionales
mencionados a la finalización definitiva de la incursión israelí, la detención
de las actividades de las organizaciones armadas, y la iniciación de la
preparación de una conferencia internacional de paz? ¿No les parece que sería
enormemente positivo que a esa reunión internacional acudieran Arafat y el
Ministro de Exteriores israelí para firmar el llamamiento?
Pero para conseguir esto haría falta, como decía líneas
arriba, que Israel echara el freno definitivamente y se abriera a una nueva
dinámica, liberando a Arafat y abandonando Belén y Ramala a cambio de un
compromiso firme y firmado de Arafat y la OLP de apoyar este llamamiento.
Habría que poner en juego un conjunto de incentivos,
presiones y contrapesos: de la OLP y Arafat para apoyar la detención de la
violencia, de Israel para abandonar las ciudades ocupadas, liberar a Arafat y
detener los asentamientos; y de la comunidad internacional y el mundo árabe
para actuar al unísono todos en la misma dirección.
El papel de EEUU y la UE es decisivo: ahora han de poner en
juego toda su influencia para detener la política agresiva de Sharon, paralizar
el terrorismo a través de la acción en múltiples frentes diplomáticos, e
imponer un liderazgo firme de mediación en el fin de la violencia y el
principio de una situación de paz estabilizada. Y esta actuación ha de ser al
máximo nivel: Powell debe recuperar el ánimo y protagonizar de nuevo estas
actuaciones, sin dejarlas en manos de actores de nivel inferior.
Existe un aspecto sobre el que uno vacila, que es el de la
interposición de tropas de la ONU, al menos en estos momentos. Pero quizá sí
que serían útiles una vez consolidado el proceso.
¿Es salirse de la realidad el soñar en esta nueva situación
general en Oriente Medio como posible?