COMENTARIOS AL INFORME BAKER SOBRE IRAK

 

Artículo de Luis Bouza-Brey del 8-1-07

 

 

En este artículo haré un comentario sintético sobre los rasgos más generales del informe Baker, que ya he introducido en este sitio web estos días (INFORME BAKER) junto con los mapas que lo acompañan.

 

He de destacar, antes de comenzar, que muchas opiniones expresadas estos días en la prensa española con respecto a este informe son falsas. Les cito algunos párrafos para apoyar lo que digo:

 

            “…sería un error por parte de EEUU abandonar Irak mediante una retirada precipitada de tropas y apoyos. Una retirada prematura de Irak produciría con casi absoluta seguridad una mayor violencia sectaria y un deterioro aún mayor de las condiciones del país, conduciendo a graves consecuencias…” (pg. 37).

 

            “…El incremento sostenido de tropas norteamericanas no resolvería la causa fundamental de la violencia en Irak, que es la ausencia de reconciliación nacional…” (pg. 38).

 

            “… El asunto clave no consiste en que los EEUU establezcan calendarios o plazos para retirarse, un enfoque al que nos oponemos. El tema es que los EEUU e Irak pongan claramente de manifiesto su interés compartido en la retirada ordenada de las tropas norteamericanas cuando las fuerzas iraquíes asuman su misión de seguridad. Un diálogo exitoso por la reconciliación nacional adelantará la fecha de la retirada…” (pg. 67).

 

            “… No obstante, podríamos apoyar un nuevo despliegue de fuerzas americanas de combate para estabilizar Bagdad, o para acelerar la misión de entrenamiento y equipamiento (de las tropas iraquíes), si el mando norteamericano en Irak determinara que tales medidas serían efectivas.

 

            También rechazaríamos la retirada inmediata de nuestras tropas, pues creemos que hay mucho en juego.

 

Creemos que las acciones que recomendamos darán al ejército iraquí el apoyo que necesita para tener una posibilidad razonable de asumir la responsabilidad de la seguridad de Irak. Dado el creciente deterioro de la misma, es urgente moverse lo más rápidamente posible a fin de que las fuerzas de seguridad iraquíes asuman su papel…” (pg. 73)

 

Como ven, el informe Baker adopta una posición muy realista, basada en la percepción de un deterioro de la situación,  derivado de la ausencia de un proceso de reconciliación nacional, que debe ser tratado por medio de la resolución de determinados problemas clave que después veremos, permitiendo a los EEUU finalizar la ocupación de Irak al ritmo que aconseje la evolución de la situación, que debería ser lo antes posible, pero sin precipitaciones.

 

Sería deseable que los demócratas norteamericanos y la comunidad internacional supieran asumir las exigencias de la situación, al igual que Bush parece haber asumido la necesidad de realizar una nueva política para Irak.

 

 

EL PANORAMA DE LA SITUACION EN EL INFORME

 

 

En el análisis de la situación en Irak, el informe comienza afirmando que en Baghdad y las provincias de Anbar, Diyala y Salah ad Din la inseguridad es muy alta.  Se afirma, igualmente, que la capacidad de los Estados Unidos para influir sobre los acontecimientos decrece, que muchos iraquíes están adoptando identidades sectarias, que el nivel de violencia es alto y creciente, que el Gobierno no avanza adecuadamente en el proceso de reconciliación nacional, ni es capaz de mantener la seguridad, ni suministrar los servicios básicos. Por todo ello, el pesimismo crece y la inseguridad impide el desarrollo económico, las brechas entre las comunidades étnicas y religiosas del país  ---kurdos y árabes; sunnís y chiítas---  se agrandan y se corre el riesgo de que el deterioro de la situación conduzca a una crisis regional, a la que coadyuva el que muchos países de la región no adopten una posición constructiva en apoyo de Irak, e incluso algunos estén ayudando a incrementar la inestabilidad.

 

La seguridad, según el informe se deteriora debido al incremento de la violencia por parte de diversos grupos contra el gobierno y las tropas de la coalición internacional, así como a los enfrentamientos de los mismos entre sí.

 

En efecto, la insurgencia sunní, el terrorismo yihadista de Al Qaeda, las milicias chiítas de al-Sadr y las Brigadas de Badr, y el crimen organizado ---que a veces se viste la careta de motivos políticos--- crean un clima de violencia creciente en el país.

 

De esta violencia, la más preocupante, según el informe, es la sectaria, de atentados recíprocos entre sunníes y chiítas, pues es la que puede conducir a la ruptura del país. Junto a ella, y en ocasiones fomentándola, están los atentados de Al Qaeda y los insurgentes sunníes contra las tropas norteamericanas e iraquíes, así como contra los centros de reclutamiento de las fuerzas de seguridad iraquíes.

 

Conviene recordar, respecto a esto, que ya hace algún tiempo que está demostrada una estrategia de Al Qaeda dirigida a realizar atentados contra la mayoría chií, por considerarlos heterodoxos y colaboradores de los ocupantes. Una carta de Al-Zarqawi (que figura en el dossier sobre terrorismo de este mismo sitio web) reveló hace ya unos dos años los elementos constitutivos de esta estrategia.

 

Frente a esta violencia, las fuerzas policiales iraquíes son bastante inoperantes, en gran parte debido a la propia infiltración de las mismas por las milicias y actitudes sectarias, de tal modo que las operaciones conjuntas de las tropas norteamericanas e iraquíes en actividades de contrainsurgencia son previamente filtradas a los mismos grupos violentos o, con posterioridad a las mismas, la policía no es capaz de mantener limpio el territorio, que es vuelto a ocupar nuevamente por aquéllos.

 

Las razones de esta violencia creciente las encuentran los analistas del informe  Baker en el desarrollo de brechas conflictivas entre las comunidades y grupos políticos iraquíes, producidas por la ausencia de un proceso de reconciliación y por las diferencias existentes en el enfoque de diversos problemas clave por parte de dichas comunidades y grupos políticos.

 

Dichos problemas clave son tres: la reconciliación nacional, la seguridad y la gobernación.

 

Por lo que se refiere al problema de la reconciliación nacional, lo subdividen en la necesidad de revisar el proceso de desbahazificación, que  excluyó a gran parte de la élite sunní del poder; en la necesidad de una amnistía que abra el camino a la reconciliación, principalmente de los grupos sunníes que han luchado contra el Gobierno; en la necesidad de clarificar o revisar la Constitución en el tema del federalismo en relación con la viabilidad de una región sunní que debería participar en los beneficios petrolíferos del país, a pesar de carecer de él; en la desmovilización de las milicias, principalmente chiítas, a fin de que los sunníes acepten la reconciliación; y en la determinación del futuro de Kirkuk, zona de alta densidad de pozos petrolíferos, situada en la región kurda, pero con población multiconfesional y multiétnica, cuyo destino está pendiente, según la Constitución, de un referéndum.

 

El problema clave de la seguridad está muy bien sintetizado en el propio informe, al afirmar que “…no puede mejorar a menos que los líderes apoyen la reconciliación nacional. Los líderes chiítas deben adoptar la decisión de desmovilizar las milicias. Los árabes sunníes deben adoptar la decisión de luchar por sus objetivos por medio de un proceso político pacífico, y no a través de la revuelta violenta. Y el Gobierno iraquí y las tribus árabes sunníes deben perseguir agresivamente a Al Qaeda…”(pg. 19).

 

En tercer lugar, la gobernación, del país debe proporcionar los servicios básicos a los iraquíes, cosa que actualmente no realiza debido entre otros factores a la ausencia de seguridad que permite a los insurgentes destruir las infraestructuras, a la corrupción generalizada, al vaciado del país de personal experto, que ha sido “desbahazificado” o se ha refugiado en el extranjero, y a la debilidad e inoperancia de la administración y el poder judicial.

 

Todos estos factores negativos producen la consecuencia de que, a pesar de que Irak es un país rico en reservas de petróleo, tierras fértiles y recursos acuíferos, la economía se paraliza, reduciendo las condiciones de vida de los iraquíes.

 

Frente a ello, los analistas del informe Baker refuerzan la idea de que la asistencia económica y el apoyo para la reconstrucción, de EEUU y la Comunidad internacional, deben continuar hasta que el país pueda recuperarse de las consecuencias desastrosas del régimen de Sadam, la guerra con Irán, las sanciones de los últimos años del régimen dictatorial, la guerra y la violencia actual.

 

 

EL CONTEXTO INTERNACIONAL

 

 

Los analistas del informe Baker formulan una queja abierta contra la comunidad internacional, por su falta de apoyo ---salvo contadas excepciones--- al proceso de transición en Irak.

 

Afirman, por ejemplo, que “el apoyo internacional a la reconstrucción iraquí ha sido tibio. Los donantes internacionales recogieron 13,500 millones de dólares para ello, pero sólo han transferido 4.000” (pág. 27).

 

E, igualmente, que “… ningún país de la región desea un Irak caótico, pero sus vecinos prestan poca ayuda y algunos incluso menoscaban su estabilidad. Los iraquíes se quejan  de que los vecinos se entrometen en sus asuntos. Al ser preguntado un alto oficial iraquí acerca de quiénes de sus vecinos se entrometen, afirmó que todos ellos…” (pág. 27). Y continúan “…las acciones de Siria e Irak frecuentemente se derivan de sus problemas más amplios con los Estados Unidos. Muchos Estados árabes sunníes se hallan preocupados por la creciente influencia iraní en Irak y la región. Y la mayor parte de los países de la región manifiestan cautela frente a los esfuerzos de EEUU por promover la democracia en Irak y en el Oriente Medio..” (pg. 28)

 

Generalizando las informaciones específicas de los analistas del informe Baker sobre el papel de cada uno de los Estados vecinos de Irak, podemos afirmar que Irán Siria, Arabia Saudí y los Estados del Golfo, Turquía, Jordania y Egipto están desempeñando un papel, predominantemente negativo, con contadas excepciones, con respecto a la estabilización de Irak, aunque todos ellos se verían gravemente afectados si el deterioro de la situación no se detuviera, provocándose con la fractura o la guerra civil en Irak un conflicto internacional de suma gravedad para la región y el conjunto del Mundo.

 

(Ver páginas 28 y siguientes).

 

Las conclusiones generales del análisis de la situación están muy bien explicadas en las páginas 32 y siguientes del informe, que me voy a permitir citar sin traducir:

 

 

“…The United States has made a massive commitment to the future of Iraq in both blood and treasure. As of December 2006, nearly 2,900 Americans have lost their lives serving in Iraq. Anther 21,000 Americans have been wounded, many severely.

 

To date, the United States has spent roughly $400 billion  on the Iraq War, and costs are running about $8 billion per  month. In addition, the United States must expect significant  "tail costs" to come. Caring for veterans and replacing lost equipment will run into the hundreds of billions of dollars. Estimates run as high as $2 trillion for the final cost of the U.S. involvement in Iraq.

 

Despite a massive effort, stability in Iraq remains elusive and the situation is deteriorating. The Iraqi government cannot now govern, sustain, and defend itself without the support of the United States. Iraqis have not been convinced that they must take responsibility for their own future. Iraq's neighbors and much of the international community have not been persuaded to play an active and constructive role in supporting Iraq. The ability of the United States to shape outcomes is diminishing. Time is running out.

 

If the situation in Iraq continues to deteriorate, the consequences could be severe for Iraq, the United States, the region, and the world.

 

Continuing violence could lead toward greater chaos, and inict greater suffering upon the Iraqi people. A collapse of Iraq's government and economy would further cripple a country already unable to meet its people's needs. Iraq's security forces could split along sectarian lines. A humanitarian catastrophe could follow as more refugees are forced to relocate across the country and the region. Ethnic cleansing could escalate. The Iraqi people could be subjected to another strongman who exes the political and military muscle required to impose order amid anarchy. Freedoms could be lost.

 

Other countries in the region fear significant violence crossing their borders. Chaos in Iraq could lead those countries to intervene to protect their own interests, thereby perhaps sparking a broader regional war. Turkey could send troops into northern Iraq to prevent Kurdistan from declaring independence. Iran could send in troops to restore stability in southern Iraq and perhaps gain control of oil fields. The regional inuence of Iran could rise at a time when that country is on a path to producing nuclear weapons.

 

Ambassadors from neighboring countries told us that they fear the distinct possibility of Sunni-Shia clashes across the Islamic world. Many expressed a fear of Shia insurrections—perhaps fomented by Iran—in Sunni-ruled states. Such a broader sectarian conict could open a Pandora's box of problems—including the radicalization of populations, mass movements of populations, and regime changes—that might take decades to play out. If the instability in Iraq spreads to the other Gulf States, a drop in oil production and exports could  lead to a sharp increase in the price of oil and thus could harm the global economy.

 

Terrorism could grow. As one Iraqi official told us, "Al Qaeda is now a franchise in Iraq, like McDonald's." Left unchecked, al Qaeda in Iraq could continue to incite violence between Sunnis and Shia. A chaotic Iraq could provide a still stronger base of operations for terrorists who seek to act regionally or even globally. Al Qaeda will portray any failure by the United States in Iraq as a significant victory that will be featured prominently as they recruit for their cause in the region and around the world. Ayman al-Zawahiri, deputy to Osama bin Laden, has declared Iraq a focus for al Qaeda: they will seek to expel the Americans and then spread "the jihad wave to the secular countries neighboring Iraq." A senior European official told us that failure in Iraq could incite terrorist attacks within his country.

 

The global standing of the United States could suffer if Iraq descends further into chaos. Iraq is a major test of, and strain on, U.S. military, diplomatic, and financial capacities. Perceived failure there could diminish America's credibility and inuence in a region that is the center of the Islamic world and vital to the world's energy supply. This loss would reduce America's global inuence at a time when pressing issues in North Korea, Iran, and elsewhere demand our full attention and strong U.S. leadership of international alliances. And the longer that U.S. political and military resources are tied down in Iraq, the more the chances for American failure in Afghanistan increase.

 

Continued problems in Iraq could lead to greater polarization within the United States. Sixty-six percent of Americans disapprove of the government's handling of the war, and more than 60 percent feel that there is no clear plan for moving forward. The November elections were largely viewed as a referendum on the progress in Iraq. Arguments about continuing to provide security and assistance to Iraq will fall on deaf ears if Americans become disillusioned with the government that the United States invested so much to create. U.S. foreign policy cannot be successfully sustained without the broad support of the American people.

 

Continued problems in Iraq could also lead to greater Iraqi opposition to the United States. Recent polling indicates that only 36 percent of Iraqis feel their country is heading in the right direction, and 79 percent of Iraqis have a "mostly negative" view of the inuence that the United States has in their country. Sixty-one percent of Iraqis approve of attacks on U.S.-led forces. If Iraqis continue to perceive Americans as representing an occupying force, the United States could become its own worst enemy in a land it liberated from tyranny.

 

These and other predictions of dire consequences in Iraq and the region are by no means a certainty. Iraq has taken several positive steps since Saddam Hussein was overthrown: Iraqis restored full sovereignty, conducted open national elections, drafted a permanent constitution, ratified that constitution, and elected a new government pursuant to that constitution. Iraqis may become so sobered by the prospect of an unfolding civil war and intervention by their regional neighbors that they take the steps necessary to avert catastrophe. But at the moment, such a scenario seems implausible because the Iraqi people and their leaders have been slow to demonstrate the capacity or will to act”....  (págs. 32-36)

 

Frente a esta situación en creciente deterioro y a sus posibles y graves consecuencias, los analistas del informe Baker formulan diversas opciones posibles  que consideran negativas, como la retirada precipitada , la continuación de la política anterior, el envío sostenido de tropas o la partición (“Devolution to Three regions”) (págs. 37-39).

 

 

UN NUEVO ENFOQUE

 

 

Frente a estas diversas opciones los analistas del informe Baker formulan su propia propuesta, que constituye un cambio de enfoque basado en dos aspectos:

 

            En primer lugar, desde el punto de vista internacional, proponen una “NUEVA OFENSIVA DIPLOMATICA” que construya un consenso internacional y regional para apoyar el progreso en Irak.

 

             En segundo lugar, desde el punto de vista de la política iraquí, el informe Baker propone que los EEUU colabore con el Gobierno iraquí para  “AYUDAR A QUE LOS IRAQUIES SE AYUDEN A SI MISMOS” estableciendo unos hitos o mojones (“milestones”) que vayan señalando el cumplimiento por parte del gobierno iraquí, con ayuda norteamericana de los objetivos señalados anteriormente de reconciliación nacional, seguridad y gobernación. Dichos mojones se fijan tentativamente mediante un calendario  que debería finalizar en sus aspectos más importantes en diciembre de 2007, permitiendo la retirada sustancial de las tropas norteamericanas y la asunción definitiva por parte del gobierno iraquí del control de la seguridad del país. No obstante, durante este período, el ejército norteamericano mantendría asesores y unidades especiales  incrustados en el ejército iraquí,  hasta finalizar el proceso de incremento y puesta a punto de este último.

 

Finalizado el primer cuatrimestre del 2008, o posteriormente, según las exigencias de seguridad, incluso cuando los “Estados Unidos hubiera desplazado todas las brigadas de combate fuera de Irak, se mantendría una considerable presencia militar en la región, consistente en nuestra todavía significativa presencia en Irak, y nuestro poderoso despliegue terrestre, aéreo y naval en Kuwait, Bahrein y Quatar, así como el incremento de nuestra presencia militar en Afganistán…” (pg. 72)

 

 

 

“LA NUEVA OFENSIVA DIPLOMATICA”

 

 

La nueva ofensiva diplomática propuesta por el plan Baker debería ser completa, dirigida a todos los problemas críticos del Oriente Medio, como el conflicto árabe-israelí, Irak, Irán, la necesidad de reformas políticas y económicas y la lucha contra el extremismo y el terrorismo. Consistiría en 18 recomendaciones que definirían una nueva política internacional de amplio consenso, a realizar mediante la creación de un “GRUPO INTERNACIONAL DE APOYO A IRAK”. Los objetivos de dicha política, a iniciar inmediatamente, serían los siguientes:

 

a) Apoyar la unidad e integridad territorial de Irak.

 

b) Frenar las acciones e intervenciones desestabilizadoras de Irak realizadas por sus vecinos.

 

c) Asegurar las fronteras iraquíes, incluso mediante la puesta en práctica de patrullas fronterizas conjuntas con los vecinos de Irak.

 

d) Prevenir la expansión de la inestabilidad y el conflicto más allá de las fronteras iraquíes.

 

e) Promover la asistencia económica, el comercio, el apoyo político e incluso, si es posible, la ayuda militar al gobierno iraquí por parte de los países musulmanes no vecinos de Irak.

 

f) Impulsar a los demás países a apoyar la reconciliación nacional de Irak.

 

g) Reforzar la legitimidad iraquí reanudando las relaciones diplomáticas, cuando sea necesario, y reabriendo las embajadas en Bagdad.

 

h) Ayudar a Irak a establecer embajadas operativas en las capitales de la región (por ejemplo, en Riad).

 

i) Ayudar a Irak a conseguir un acuerdo mutuamente aceptable sobre Kirkuk.

 

j) Ayudar al gobierno iraquí a alcanzar los mojones de seguridad, políticos y económicos, incluyendo una mejor realización de los objetivos de reconciliación nacional, distribución de beneficios petrolíferos y desmantelamiento de las milicias.

 

 

En opinión del grupo de analistas del plan Baker, los gobiernos de Turquía, Irán, Siria, Kuwait, Arabia Saudí, Jordania,  y los Estados del Golfo, “abandonados a su propia dinámica, tenderían a reforzar las divisiones étnicas, sectarias y políticas de la sociedad iraquí. Pero si el GRUPO DE APOYO adopta un enfoque activo y sistemático que tenga en consideración las preocupaciones de cada uno de estos países, creemos que cada uno de ellos puede ser impulsado a jugar un papel constructivo en Irak y en el conjunto de la región” (pg. 48).

 

El GRUPO DE APOYO debería incluir a Irak y todos sus vecinos, incluso Irán y Siria, con los que se debería negociar para impulsarlos a participar, así como los Estados regionales claves, como Egipto y los países del Golfo. Igualmente, deberían participar en él los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, la Unión Europea y otros países que lo desearan, como Alemania, Japón o Corea del Sur.

 

 

 

Por lo que se refiere a la propuesta de política interna para Irak, la de

 

 

 

“AYUDAR A QUE LOS IRAQUIES SE AYUDEN A SI MISMOS”,

 

 

 

se centraría, como habíamos dicho en ir alcanzando objetivos en los temas de reconciliación nacional, seguridad y gobernación, con la ayuda de los Estados Unidos, de manera que a medida que Irak fuera incrementando su capacidad para gobernar, defenderse y sostenerse a sí mismo, la presencia militar y civil de los Estados Unidos podría ser reducida.

 

No obstante, “si el Gobierno iraquí no realizara progresos sustanciales en la realización de los objetivos señalados, los EEUU deberían reducir su apoyo político, militar o económico al gobierno iraquí” (pg. 61).

 

 

LOS MOJONES PARA IRAK

 

 

Serian los siguientes:

 

            En el ámbito de la RECONCILIACION NACIONAL

 

            Hacia finales del 2006 y primeros meses del 2007,

 

a) La aprobación de la Ley de elecciones provinciales y la fijación de una fecha para las elecciones.

 

b) La aprobación de la Ley del Petróleo.

 

c) La aprobación de la Ley de Desbaazificación.

 

d) La aprobación de la Ley de las Milicias.

 

En marzo del 2007,

 

Un referéndum de reforma constitucional si fuera necesario.

 

En mayo del 2007,

 

a) La aplicación de la Ley de las Milicias.

 

b) La aprobación de la amnistía.

 

c) La finalización de los esfuerzos de reconciliación.

 

En junio del 2007,

 

Las Elecciones provinciales.

 

 

En el ámbito de  la SEGURIDAD (pendiente de una revisión conjunta por los EEUU e Irak),

 

Hacia finales del 2006

 

El incremento del presupuesto de gastos en seguridad del gobierno iraquí por encima del nivel del 2006.

 

En abril de 2007,

 

El control iraquí del Ejército.

 

En septiembre de 2007,

 

El control iraquí de las provincias.

 

 

 

En diciembre de 2007,

 

La independencia iraquí en el ámbito de la seguridad (con el apoyo de los EEUU).

 

 

En el ámbito de la GOBERNACION:

 

Hacia finales del 2006,

 

a)   El Banco Central de Irak debería elevar los tipos de interés al 20% y revaluar el dinar un 10%, para combatir la inflación acelerada.

 

b) Irak debería continuar reduciendo los precios internos del petróleo refinado y vender el petróleo importado a precios de mercado.

 

Por último, en las recomendaciones 24 y 25 se afirma que la fijación temporal de algunos mojones puede no ser realista y debería ser completada a primeros del 2007, así como complementada mediante la fijación conjunta de nuevos objetivos temporales en los ámbitos mencionados.

 

Las últimas recomendaciones del informe se centran en temas militares, de reforma policial y judicial y en cuestiones de asistencia económica y ayuda a la reconstrucción.

 

En asuntos militares ya hemos mencionado al principio de estos comentarios cuáles eran las recomendaciones de los analistas.

 

La reforma policial es una preocupación constante del informe, pues se considera uno de los ámbitos en peor situación para contribuir al desarrollo político del Irak.

 

Por lo que se refiere a la asistencia económica y a la ayuda a la reconstrucción, los analistas del Plan Baker recomiendan  el incremento de las mismas y evitar su reducción.

 

 

DIFICULTADES Y CONTRADICCIONES

 

 

En mi opinión, las recomendaciones del Plan Baker se enfrentan a diversas dificultades importantes:

 

En primer lugar, la victoria de los demócratas en las elecciones norteamericanas, según como la interpreten sus protagonistas, puede constituir un obstáculo relevante para una política firme de apoyo a Irak, bloqueando durante estos dos próximos años la política de Bush, que parece dirigida a incrementar algo la presencia de tropas en Bagdad y las provincias más inestables, a fin de realizar los objetivos del plan Baker.

 

En segundo lugar, parece cada vez más necesario y conveniente la formulación de una política ambiciosa y global para el Oriente Próximo y Medio, que unifique la percepción de problemas y la definición de objetivos globales en la región. Existen grandes dificultades para ello, pero no sería de extrañar que después de las últimas elecciones iraníes comience a realizarse un cambio de rumbo, que pueda ayudar a que Irán desarrolle un papel positivo en la región. Pero sería necesario presionarlo para que acepte los mecanismos del Tratado de No proliferación Nuclear y el control para el uso de esta tecnología con fines pacíficos, así como que modifique su política regional, reconociendo a Israel y suprimiendo sus apoyos al terrorismo islámico.

 

Todas estas cuestiones, en mi opinión, deberían comenzar a tratarse en conversaciones informales de los EEUU y la UE con Irán, pues el tiempo se está acabando y los riesgos de desestabilización mundial incrementándose.

 

Parece indudable, en este sentido, que existe una contradicción inmediata entre la necesidad de firmeza en el ámbito de la no proliferación nuclear con la necesidad de pedir a Irán que desempeñe un papel positivo en la estabilización de Irak. Pero, como afirman los analistas del Plan Baker, existen diversos incentivos y desincentivos que podrían aplicarse para realizar ambos objetivos, además de que la situación puede estar cambiando favorablemente en la situación política interna iraní.

 

Queda una última dificultad a comentar: el papel de la comunidad internacional en esta política ambiciosa para el Oriente Próximo y Medio. Si la UE sigue en crisis y la izquierda occidental anquilosada, los obstáculos a la estabilización de la zona pueden incrementarse. No obstante, es posible que Merkel y Sarkozi puedan desatascar la situación. Lo más difícil es que la izquierda se desbloquee.