EL EMBAJADOR ISRAELÍ NOS DA UNA LECCIÓN

 

 

 Artículo de Carmelo López-Arias en “El Semanal Digital” del 31.01.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

31 de enero de 2006.  La victoria de Hamas en Tierra Santa ha puesto patas arriba la diplomacia internacional, hasta el punto de alinear, con sorprendente celeridad, a Estados Unidos y a la Unión Europea. Esto es, a la diplomacia de la acción que encabeza Condoleezza Rice y a la diplomacia del espera-un-poco-más que encabezan varias personas a la vez en la selva de nuestras instituciones comunitarias. Sin expreso rechazo a la violencia y sin reconocimiento del Estado de Israel, ni habrá posibilidad de entendimiento ni llegarán los fondos de que se nutre la Autoridad Nacional Palestina.

Con las instituciones israelíes bajo dirección interina y unas elecciones a la vuelta de la esquina, y con Mahmud Ahmadineyad tanto más envalentonado cuanto más tiempo pasa, la resolución de esta crisis, siempre con el mismo protagonista –el fundamentalismo islámico–, se juega día a día y reunión a reunión en una complicada filigrana. En ella está involucrada hasta los tuétanos Angela Merkel con el ímpetu del recién llegado, para reivindicar el papel de su país. Y no está involucrado bajo ninguna forma nuestro presidente del Gobierno, ocupado, y tampoco con ímpetus especiales, en refundar España él solo.

Ayer en el programa La Mañana de la COPE Federico Jiménez Losantos entrevistó al embajador de Israel en Madrid, quien mostraba una lógica preocupación ante el porvenir inmediato. Y es que resulta peliagudo reconocer que las potencias occidentales han alentado la democratización palestina para que al final las urnas le den una victoria aplastante a un grupo terrorista del cual lo peor que se esperaba era un excesivo condicionamiento sobre el gobierno de Al Fatah.

Lo más interesante de cuanto dijo Víctor Harel fue, sin embargo, otra cosa: "Nunca debió permitirse que Hamas se presentase a las elecciones".

¿Por qué? Pues porque –y esto ya lo digo yo, no el diplomático– si hemos convertido a las urnas en único criterio de legitimación de cualquier cosa, hay que intentar evitar que ciertas cosas lleguen a legitimarse.

¿Que eso es hipócrita? No, lo que pasa es que falla el criterio de legitimación. Pero como no estamos dispuestos a discutirlo, el realismo de la vida en sociedad y del orden internacional nos impone alguna excepción. Y Hamas es una. Debería haber sido una, mejor dicho.

Tal es la lección que nos ha dado el señor Harel: recordarnos que no debe admitirse ni siquiera la hipótesis de que un grupo terrorista pueda, no ya triunfar a través de los votos, es que ni tan siquiera influir con ellos.

Al menos hay dos personas en España, José Luis Rodríguez Zapatero y Juan José Ibarretxe, empeñados en no seguir ese consejo. Y un día se les puede quedar cara de Abu Mazen.