EL VACÍO QUE DEJA LA DES-UNIÓN

 

 Artículo de ANDRÉS ORTEGA  en “El País” del 20.06.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

El parón en la construcción política de Europa, la quiebra en la confianza interna y en el proyecto común, puede tener graves consecuencias para su derredor que acaben repercutiendo sobre su interior. El primer daño colateral es el fin de ampliación de la UE (salvo a Rumania y Bulgaria, que ya han firmado, aunque su ingreso puede retrasarse). La referencia del Consejo Europeo de Bruselas a la ampliación no podía ser más lacónica y corta. Los mismos que sin pensarlo suficientemente (salvo los británicos) se lanzaron a la ampliación a 10 en tromba, con igual ligereza tras los noes francés y holandés a la Constitución Europea han frenado ahora en seco la apertura de la Unión a otros aspirantes, con unas consecuencias que pueden resultar sumamente desestabilizadoras. Muchos han pensado que los noes a la Constitución también lo han sido a la ampliación. Y lo han sido. Pero hay que atenerse a las consecuencias.

No es exagerar pensar que, por ello, la guerra, o al menos la violencia, pueda volver a los Balcanes. La falta de perspectiva de ingreso de los países balcánicos puede, en un futuro inmediato, dificultar sobremanera el nuevo status para Kosovo que se va a plantear a la vuelta del verano. No es lo mismo que permaneciera como una provincia de hecho independiente, pero dentro de una Serbia que tuviese horizontes de ingreso en la UE, a ver que Belgrado se va a quedar fuera. O veremos qué pasa con Bosnia.

Respecto a Turquía, el Consejo Europeo ha dejado en el aire si abrirá o no las negociaciones de adhesión como estaba previsto para principios de octubre, o las postergará sine die. Entre otras cosas porque en el otoño la democristiana Merkel, frontalmente opuesta a la entrada de Turquía, puede ser canciller de Alemania. En todo caso, como Francia (en un gesto inútil para fomentar el en el referéndum) ha incluido en su Constitución nacional que toda nueva ampliación será sometida a referéndum, difícil lo tienen los turcos. El cierre de estos horizontes puede provocar un serio retroceso en el avance de las libertades, la democracia y el Estado de derecho en Turquía.

Con Ucrania, pasa algo parecido. Los europeos, entre otros, impulsaron a los ucranios a la rebelión, y cuando Yúshenko finalmente logró que se reconociera su victoria, uno de los primeros objetivos que se marcó fue entrar en la UE. Pero la UE no puede ni quiere. Y está el movido Cáucaso. Algunos opinan en Bruselas que si la crisis de la Unión deja este vacío, será Rusia la que tenderá a llenarlo erigiéndose en polo alternativo para una recomposición geopolítica.

Estamos viviendo el fin de la ampliación, al menos de momento, sin plan B para este proceso. La perspectiva de ingreso en la UE ha sido el mejor instrumento de exportación de democracia y prosperidad, como hemos vivido los españoles. Quizás la UE se ha excedido en su utilización, y al abrirse en exceso hacia fuera se ha dividido por dentro. Si es así hay que buscar otras fórmulas, otros instrumentos, otros modelos, para no dejar a estos países a la intemperie.

Y más allá, está el papel que la UE puede desempeñar en Oriente Próximo, especialmente ante los palestinos, o para moderar a Irán. Aunque algunos neoconservadores y otros se alegren en Estados Unidos, la Administración Bush no gusta de esta crisis europea, pues contaba con la UE para la recomposición del entorno europeo. ¿Con qué cara se presentará hoy la troika comunitaria (Juncker, Barroso y Solana) en Washington? Sin ministro europeo de Asuntos Exteriores, figura difícilmente rescatable de la comatosa Constitución, y sin instrumentos, si al menos los países grandes funcionaran Bush podría contar con ellos en vez de con Europa. Pero, tampoco. Alemania, Francia e Italia, están en crisis. La Unión era un multiplicador de poder para sus miembros. Su parálisis puede traducirse en un multiplicador de impotencia.