IMPASIBLE EL ADEMÁN

 

 Artículo de Ramón Pérez-Maura en “ABC” del 13.08.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

No confundamos la señal. La operación antiterrorista de Londres nos indica lo contrario de lo que parece. No significa que al terrorismo islamo-fascista se le pueda frenar en las puertas de embarque de los aeropuertos. Por el contrario, nos enseña que es imprescindible recopilar información, que hay que hacer múltiples operaciones secretas en colaboración con nuestros aliados, que debemos aceptar que estos terroristas han impuesto restricciones a nuestras libertades por las que nuestras cuentas bancarias u otros datos personales —antes de tomar un vuelo— pueden ser investigados. Mientras esa alianza de vagos intereses filo islámicos llamada Al Qaida planea la destrucción de nuestra civilización, nuestras ondas radiofónicas se llenan de comentaristas que continúan echando la culpa de todo lo que nos sucede a los Estados Unidos. Y ahora, algún viejo comunista, impasible el ademán, nos explica cuánto mejor nos iría si dialogásemos con los que quieren finiquitarnos.

Mientras sigamos gobernados por razonamientos sociopolíticos del siglo XX perderemos esta guerra irremisiblemente. Si, frente a los terroristas que querían perpetrar la barbarie de derribar diez aviones, nos ponemos a echar la culpa a la Administración Bush, estamos muertos. Aunque a algunos les cueste aceptarlo, conviene hablar con claridad y decir que este terrorismo no conoce fronteras, por lo que ningún intento por luchar contra él puede ser constreñido por éstas. De esta lucha podemos aprender tendencias: una vez más, Pakistán aparece como cuna de terroristas; de nuevo, el régimen de Musharraf ha ayudado en la desarticulación; otra vez, como lo intentara Ramzi Yusef sobre el Pacífico en 1995, se ha intentado derribar aviones. Pero mientras nosotros seguíamos buscando en los equipajes de los pasajeros cuchillas para cortar cartones del tipo de las empleadas el 11-S, los terroristas han dado un paso adelante intentando emplear nuevas sustancias no detectables en los controles de seguridad habituales.

La marea sigue subiendo y son muchos los que parecen encantados de mantener impasible el ademán. Las sociedades libres afrontan una amenaza a su existencia como ninguna otra que hayamos conocido. Apenas hemos puesto algunos diques de contención y son muchos los que al otro lado están dispuestos a seguir elevando el nivel de las aguas en esta guerra como ninguna otra en tiempos modernos. Una guerra en la que la clave, entendámoslo, es impedir los actos hostiles antes de que se produzcan, no reaccionar a ellos e intentar castigar a quien los perpetra. ¿O acaso puede alguien sugerir qué castigo se hubiera podido aplicar a los terroristas suicidas que pensaban derribar esos aviones, una vez que estuvieran ya inmolados en medio del Atlántico?

Se llama guerra preventiva.