NO HAY PEOR CIEGO...

 

 

 Artículo de Florentino Portero en “ABC” del 08.08.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

«Hay que hacer algo», no podemos quedarnos de brazos cruzados ante lo que está ocurriendo en Oriente Medio, pero «hay que ser realistas», tenemos que proponer soluciones que se puedan realizar con el acuerdo de la mayoría. En este dilema se debate la sociedad internacional, dispuesta a ignorar la realidad con tal de encontrar un apaño que sirva para salir del atolladero.

Como en ocasiones anteriores, ante un conflicto de estas características el primer paso es separar a las partes. El Consejo de Seguridad envía una fuerza de interposición cuyo primer cometido es crear una zona de aislamiento. Pero, ¿sería esa su exclusiva misión? Para una parte de los europeos no es «realista» ni «prudente» ir más allá, porque nos podríamos encontrar en medio de un nuevo conflicto. Para otros, la seguridad de Israel, el proceso democrático y el poco prestigio que le queda a Naciones Unidas pasa por la desaparición de Hizbolá, una organización terrorista dotada de un extraordinario ejército privado, bien armado y mejor entrenado. Por lo tanto, la segunda misión de la fuerza de Naciones Unidas sería apoyar a las fuerzas armadas libanesas en tal misión.

En cualquiera de los dos casos Hizbolá se vería expulsada del sur del Líbano, lo que no parece probable que esté dispuesta a aceptar. Por esta razón, algunos heroicos gobiernos europeos, defensores del envío de la fuerza, han dado a entender que en esta ocasión, sintiéndolo mucho, no van a poder colaborar. En el segundo caso, las fuerzas políticas libanesas deberían asumir además el choque violento contra Hizbolá, con el Ejército como punta de lanza. Como en absoluto parecen dispuestos a lo que entienden sería una reapertura de la guerra civil, se han apresurado a pedir a la Liga Árabe que actúe en su favor rechazando el despliegue de la fuerza de interposición.

Sin cascos azules en la frontera un alto el fuego sería una derrota de Israel, que quedaría expuesta a nuevos ataques de Hizbolá, ahora más fuerte que nunca. Muchos están dispuestos a que Israel claudique para evitar males mayores, pero ese sería el mayor mal para los israelíes y cabe pensar que, si no se han vuelto locos, lo rechazarán.

En realidad todo este juego diplomático parte de una premisa fundamental: ignorar la realidad. El agresor es Irán, el mismo estado que acaba de anunciar que el conflicto del Líbano sólo se solucionará cuando Israel desaparezca y que no piensa poner fin a su programa nuclear. Mientras el Consejo de Seguridad o las grandes potencias no estén dispuestos a reconocer este hecho y a presentar un ultimátum sobre misiles, energía nuclear y colaboración con Hizbolá, una auténtica línea roja cuya violación supondría la guerra, seguiremos mareando la perdiz sin conseguir resolver nada.