UN PRIMER PASO

 

 Artículo de Florentino Portero en “ABC” del 15.08.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

Bajo una gran presión, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas fue capaz de aprobar por unanimidad una resolución sobre la Guerra del Líbano, un acuerdo que satisface parcialmente a todos, pero que dista de ser un instrumento adecuado para resolver el conflicto.

La resolución 1701 hace una correcta descripción de los problemas reales: Hizbolá es un grupo terrorista que debía haberse disuelto hace tiempo y con el que hay que acabar ahora, la frontera entre el Líbano y Siria es la vía principal por la que llega el armamento que utiliza Hizbolá y, por último, es fundamental establecer una zona entre el río Litani y la frontera israelo-libanesa libre de presencia terrorista y ocupada por el Ejército nacional y una fuerza de interposición de Naciones Unidas.

Sin embargo, la respuesta que ofrece a estos problemas es absolutamente contradictoria, supone un atentado contra el sentido común y, probablemente, será insuficiente. El Gobierno del Líbano es el responsable del control de sus fronteras, con Siria y con Israel, y sólo él puede ocuparse de poner fin a las milicias de Hizbolá.

La fuerza militar que envíe Naciones Unidas sólo podrá ayudar en estos cometidos en la medida en que el Gobierno se lo solicite. Desde un punto de vista formal el planteamiento es impecable, más aún cuando nadie duda de la buena voluntad del primer ministro y del afán democrático de la sociedad libanesa. Sin embargo, la realidad apunta en otra dirección.

El Gobierno es el resultado de una coalición en la que está presente Hizbolá. El Ejército libanés está falto de medios, carece de un mando realmente operativo y, aproximadamente, la mitad de sus efectivos están vinculados a Hizbolá. ¿Es éste el Gobierno y ésta la fuerza que va a desmantelar Hizbolá, impedir sus acciones en el sur contra Israel y controlar la frontera con Siria?

Si el Gobierno libanés no ejecuta el mandato de la resolución, nos encontraremos ante un mero alto el fuego que sólo puede favorecer a Hizbolá. Durante las dos primeras semanas demostraron a la comunidad musulmana que podían mantener un pulso con Israel, pero las dos últimas han resultado aciagas para esta organización, que ha buscado un alto el fuego para detener la ofensiva israelí, reagrupar a sus efectivos y reconstruir sus arsenales. Por el contrario, Israel hubiera necesitado algunas semanas más para infligir el mayor desgaste posible sin tener que ocupar permanentemente el territorio.

El texto de la resolución recoge en lo fundamental las demandas israelíes, pero allí nadie cree que se vaya a aplicar. Unos y otros se preparan para el siguiente capítulo bélico. El Consejo de Seguridad ha dado satisfacción a sus respectivas clientelas, pero el núcleo del problema continúa intacto.