SOBRE EL PALO Y LA ZANAHORIA

Artículo de  Florentino Portero en su blog “Por esos Mundos” del 02 de octubre de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

A lo largo de los siglos la diplomacia ha ido depurando su técnica. Una de las acciones más comunes, que se utiliza sobre todo cuando hay una clara desigualdad entre las partes, es la táctica del "palo y la zanahoria". Los aliados la utilizaron intensamente con la España Franquista, cortando o reanudando suministros en función de la proximidad o alejamiento del Régimen con la Alemania Nazi. Es un ejercicio de eso que los psicólogos llaman "conductismo", pero sin necesidad de realizar descargas eléctricas.

En torno a la crisis de Irán estamos viendo de nuevo el empleo de esta antigua táctica, pero de forma sorprendente y original. No es el fuerte quien la aplica sobre el débil, sino el débil quien lo hace sobre el fuerte. Aunque quizás el problema es nuestro, o mío, y no entendemos bien quién es quién.

Obama planteó un diálogo estratégico y el Líder Supremo le contestó que lo que tenía que hacer era renunciar a intervenir en los asuntos propios de los iraníes. Al final Estados Unidos se conformó con ir a una reunión con los restantes cuatro grandes, Alemania e Irán. Los ayatolás sólo pusieron una condición: que no se negociara su programa nuclear. Los grandes se humillaron con tal de que se mantuviera vivo un hilo de diálogo y se plantearon, según nos cuenta el Financial Times, sólo dos objetivos: que los iraníes aceptaran en un futuro próximo una reunión que sí tratara del programa nuclear y que permitieran la inspección de la hasta ahora secreta instalación de enriquecimiento de uranio en las cercanías de Qom. En los días precedentes Ahmadinejad aplicó el palo: lanzamiento de misiles de corto y medio alcance mejorados, declaraciones inaceptables de Ahmadinejad en la Asamblea General de Naciones Unidas contra Estados Unidos e Israel y reconocimiento de que disponen de otra instalación para el enriquecimiento de uranio que habían mantenido en secreto pero que, nos aclara, tiene fines pacíficos. Tras esta lluvia de chuzos llega el momento de la zanahoria: Irán acepta las dos peticiones norteamericanas, una nueva reunión en la que, ésta vez sí, se podrá hablar de programas nucleares y la visita de los inspectores a la instalación de Qom.

La diplomacia norteamericana respira. Los iraníes han sido caritativos y han permitido a Obama seguir manteniendo la esperanza de llegar a un entendimiento. El único problema es que han pasado años desde la primera reunión, que no se ha avanzado nada en el plano diplomático pero mucho en el desarrollo del programa nuclear, del reconocido y del desconocido. Norteamericanos y europeos están presos de la diplomacia iraní. Desde el momento en que se han comprometido a defender el régimen de no proliferación sin usar la fuerza dependen de la buena voluntad iraní, que los ayatolás administran con esmero mientras dan tiempo a que sus cascadas de centrifugadoras produzcan la suficiente cantidad de uranio enriquecido para realizar una prueba y disponer de sus primeras cabezas nucleares.

El mes que viene volverán a reunirse...