DESHIELO EN ORIENTE MEDIO

 

 Artículo de Valentí PUIG  en  “ABC” del 04/03/05

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

EL incremento de la presión multilateral sobre Damasco está siendo interpretada por el Gobierno de Bashar al-Assad como una maniobra de acoso y derribo, por lo que su reacción pudiera ser desorbitada. Como siempre, la mejor estrategia de Occidente consistiría en la alternancia del palo y la zanahoria. El asesinato de Rafiq Hariri en Beirut colmó el vaso de la disuasión ambivalente y muchos libaneses salieron a la calle para pedir la retirada de las tropas sirias. Si Damasco quería reafirmarse brutalmente en el Líbano, ahora su presencia parece más frágil que nunca, del mismo modo que existe la sospecha de su implicación en el último atentado en Tel Aviv. Tampoco mejora sus relaciones públicas esa permeabilidad fronteriza a favor de quienes usan el terror para acabar con una incipiente democracia iraquí que anda en busca de consensos postelectorales, sin que cese la violencia.

La Siria que quiso ser «broker» unívoco del poder en Oriente Medio acaba viéndose, de forma verdaderamente tardía por un juego de ecos catastróficos, como el despojo manifiesto del cese de la guerra fría, con la retirada de la influencia soviética en la zona. Después del 11-S, ése ha sido el momento elegido por George W. Bush para alentar el uso de las urnas en la parte del globo terráqueo más plagada de autocracias, terror por encargo, redes de Bin Laden y vestigios del estalinismo. Al otro lado del espejo, el Egipto de Mubarak anuncia por sorpresa elecciones presidenciales: hay un largo trecho desde el nacionalsocialismo de Nasser a un Egipto que, nutrido económicamente por las arcas norteamericanas y con nuevas expresiones de disidencia política, capta el nuevo «tempo» a pesar de la gran amenaza interna del fundamentalismo islamista.

NO ocurre muy a menudo que, como hemos visto con el fallecimiento de Arafat, se pueda discernir tan claramente quién era parte del problema y quién era parte de la solución. Sharón ha pasado a ser el hombre que puede trazar la salida al problema palestino-israelí, en asociación con Abu Mazen. Para profetas demediados que consideraban la valla de seguridad israelí como una nueva muralla china, los resultados elementales de la reciente conferencia de Londres -en pro de la renovación institucional en territorio palestino- niegan una vez más prejuicios y «aprioris» de naturaleza regularmente adversa a Israel. Los palestinos ya acudieron a las urnas.

POR su parte, Irán está en manos de una «nomenclatura» inmovilista y decidida a disponer de armas nucleares, mientras los jóvenes y la sociedad urbana desean reformas liberalizadoras cuanto antes. Es de cierta urgencia que los Estados Unidos y la Unión Europea unifiquen ya los términos de su posición de apremio para que sea efectiva. Tal vez por el hecho de que no apareció armamento de destrucción masiva en Irak, la opinión pública internacional se inhibe de una cuestión tan grave como es la proliferación nuclear, aunque sea una de las peores fisuras para practicar un orden internacional.

Para los editorialistas de «The New York Times», todavía no ha llegado la primavera, pero un orden político durante largo tiempo congelado parece irse agrietando en todo el Oriente Medio. Como en todas partes, se trata de que las poblaciones del Oriente Medio identifiquen consustancialmente democracia con estabilidad. En ese estadio, el crecimiento económico a veces resulta ser un beneficio añadido, precisamente en tierra empapada de petróleo. En el mejor de los casos, el deshielo del «statu quo» en Oriente Medio no va a ser un parto indoloro. Por suerte, en ese «remake» del desplome del muro de Berlín las fichas de dominó también caen en sentido libre.