EL SILENCIO DE LOS CORDEROS

 

 

 Artículo de Alfonso Rojo en “ABC” del 17.08.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Una fórmula perfecta para convertir un problema en una catástrofe es ignorarlo y eso es lo que está haciendo la sociedad española con el fascismo islámico.

Basta repasar lo publicado en los periódicos o dicho en las radios y televisiones durante la crisis del Líbano o a raíz de la desarticulación de la banda de fanáticos que pretendía volar una decena de aviones trasatlánticos, para llegar a una escalofriante conclusión: vamos como corderos al matadero.

En España, parece haberse impuesto la tesis de que la masacre del 11-M es una especie de vacuna que hace imposible una repetición de atentados similares. Ni siquiera se han sacado las lecciones pertinentes.

La coincidencia en el tiempo de dos obsesiones -la de los socialistas por subrayar que la victoria electoral de Zapatero nada tuvo que ver con la carnicería de los trenes madrileños, y la de los populares por demostrar que no tuvieron responsabilidad alguna- ha llevado a una situación delirante, en la que rara vez se señala a los verdaderos culpables: jóvenes musulmanes amamantados en la ideología del odio.

Jóvenes que se beneficiaban de nuestro sistema, recibían becas a cargo del erario público y frecuentaban mezquitas en las que los predicadores eran y siguen siendo apologistas del terror.

El Partido Popular, propenso a los delirios que estimulan las derrotas y jaleado por un puñado de agitadores periodísticos de alto nivel, parece obviar a los facinerosos que pusieron las mochilas-bomba en nombre de Alá y anda buscando oscuras conspiraciones y complicadas tramas de índole doméstica.

Lo anterior, sumado a la tendencia de los medios de comunicación a justificar ciertos tipos de terrorismo y a la propensión de la izquierda a considerar positivo todo lo que lleve marchamo antinorteamericano, hace imposible plantar cara a lo que se nos viene encima.

Pensar que el terrorismo islámico es una reacción a la ocupación israelí de Gaza y Cisjordania o al imperialismo americano en Irak es una insensatez.

Lo ocurrido en Londres demuestra que los fanáticos de Alá están a la ofensiva y no a la defensiva. No reaccionan frente a supuestos agravios de Occidente o en respuesta a imaginarias ofensas.

Son parte de una forma nueva de fascismo que, bajo la cobertura de una religión, está decidido a llevar la violencia a todo el mundo. Ni la creación de un Estado Palestino, en el que mandase Hamás, ni la retirada de Irak y su entrega a los degolladores sintonizados con Al Qaida, nos librarían de la amenaza.

Vienen a por nosotros y seguimos comportándonos como si nada ocurriera. Nos tranquiliza que la policía desarticule una célula, como ha hecho en Londres, pero no nos damos cuenta que esos 24 detenidos en Londres son sólo la punta del iceberg y que debajo hay una inmensa y terrorífica masa de hielo.