UNA ASOCIACIÓN PARA LA ACCIÓN

 

Artículo de Javier Solana, Alto representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad Común,  en  “ABC” del 22/02/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 Espero con interés la visita que el presidente Bush realizará hoy a la sede de la Unión Europea. El tono de las relaciones trasatlánticas es de nuevo positivo, y en diplomacia el tono es importante. Su visita pone de relieve dos significados: por un lado, su deseo de invertir en nuestra asociación; y por otro, que los Estados Unidos reconocen el valor de relacionarse con Europa en su conjunto a través de la Unión Europea. Por nuestra parte, estamos dispuestos a aprovechar esta invitación a ser socios y a demostrar que una Europa fuerte y unida es el socio más capaz y cercano que los Estados Unidos pueden encontrar.

La alianza entre Europa y Estados Unidos continúa siendo la fuerza más importante del mundo en favor de la paz y la seguridad. Ciertamente, nunca podremos solventar todas nuestras diferencias, pero éstas se ciñen fundamentalmente a los métodos, pues en los objetivos coincidimos. Como antaño, necesitamos confianza y compromisos mutuos, pero, con vistas al futuro, deberíamos hablar menos de nosotros mismos y más entre nosotros, sobre todo acerca de los numerosos problemas del resto del mundo.

En ello nos empeñamos. Así, la acción conjunta en la lucha internacional contra el terrorismo constituye una de las historias exitosas trasatlánticas menos reconocidas. Nuestra intensa cooperación se ha traducido en acuerdos sobre extradición y auxilio legal mutuo, en convenios entre Europol y los Estados Unidos, así como en la creación de un mecanismo consultivo sobre seguridad fronteriza y transporte. Con vistas al futuro, los ámbitos prioritarios de cooperación incluyen la financiación del terrorismo, el reclutamiento de terroristas y la ayuda a terceros países.

De una manera más visible, europeos y norteamericanos hemos trabajado codo con codo y con eficacia en las elecciones en Afganistán y en Irak. En éste último país, los europeos debemos reforzar y reforzaremos nuestro compromiso colectivamente, también a través de la Unión Europea, sin perder de vista que la mejor y sin duda única opción es seguir el camino marcado por la resolución 1546 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Junto con los Estados Unidos respaldaremos los pasos siguientes del proceso político iraquí: redacción de una Constitución y construcción de instituciones eficaces. Así, la Unión y sus Estados miembros entrenarán un amplio contingente de magistrados, policías y otros funcionarios iraquíes responsables de la seguridad.

Asimismo, la cooperación transatlántica ayudó al pueblo de Ucrania a encontrar una salida pacífica y democrática a su reciente crisis política. No existió un plan director transatlántico, pero trabajamos y contribuimos conjuntamente en pro de un mismo objetivo: elecciones justas y limpias.

La cooperación en los Balcanes ilustra bien este esfuerzo común. En el marco de una estrategia conjunta, la Unión Europea asume ahora su liderazgo, pero contando con el permanente apoyo de Estados Unidos. Tal como quedó patente el pasado diciembre con la exitosa transición del mando de la operación SFOR de la OTAN a la operación EUFOR en Bosnia-Herzegovina. Con vistas a la difíciles cuestiones que se avecinan este año en los Balcanes, en particular en relación con Serbia-Montenegro-Kosovo, necesitamos mantener este espíritu de colaboración efectiva.

Por ende, la conclusión es clara: cuando los Estados Unidos y Europa empujamos en la misma dirección, podemos cosechar grandes resultados. La tarea que nos queda por hacer consiste en forjar posiciones comunes respecto al máximo número posible de retos globales, sin evitar los más difíciles. Mencionaré otras dos prioridades que exigen una acción conjunta de Estados Unidos y la Unión Europea.

La primera es Irán. Ambos deseamos un Irán democrático y responsable que pueda integrarse en la comunidad internacional como un actor en el que se puede confiar. Ambos convenimos en que un Irán con armas nucleares no es aceptable. Los europeos creemos que la mejor manera de alcanzar estos objetivos es a través de las negociaciones, del compromiso político y de los efectos liberalizadores del mercado. Pero no somos ingenuos. Hemos dejado claro que necesitamos garantías objetivas sobre la naturaleza pacífica del programa nuclear iraní.

La UE está firmemente decidida a buscar una solución diplomática. Los esfuerzos diplomáticos de Europa han dado ya sus primeros resultados: Irán ha suspendido sus actividades de enriquecimiento mientras continúan las negociaciones para alcanzar una solución más amplia. Pero los Estados Unidos también tienen su papel. Un esfuerzo concertado de los Estados Unidos y de la UE ofrece la mejor esperanza de consolidar el progreso que ya hemos alcanzado y llevarlo hacia un auténtico éxito.

La segunda prioridad es el proceso de paz en Oriente Medio. Tanto la UE como los Estados Unidos están decididos a aprovechar al máximo la apertura política actual. Las palabras clave que definen las elecciones presidenciales palestinas han sido «dignidad» y «esperanza». También tenemos un nuevo Gobierno en Israel. Y se ha llegado a un acuerdo sobre un alto el fuego. Debemos hacer todo lo posible para que no se malogre la mejor oportunidad para la paz que hemos tenido en muchos años. Los israelíes y los palestinos están tomando decisiones valientes, y ambos pueblos anhelan la paz. Pero hay todavía muchos obstáculos que superar.

La retirada israelí de Gaza será un desafío enorme. Todos -israelíes, palestinos, europeos, norteamericanos y los vecinos árabes- compartimos un interés, el de que la retirada de Gaza sea un éxito. Para ello, todos debemos implicarnos para cooperar en los terrenos de la seguridad, el imperio de la ley y el orden. Un esfuerzo de la misma intensidad es necesario para mejorar la catastrófica situación social y económica en los territorios palestinos. Necesitamos avances rápidos en la creación de empleo, mejora de los servicios sociales y reconstrucción de infraestructuras.

Además, para que el plan de retirada de Gaza pueda funcionar, hay que aplicar la Hoja de Ruta. Tenemos que ofrecer una perspectiva política a ambas partes. A Israel: paz, seguridad y el reconocimiento de todos los países de la región. A los palestinos: un estado viable e independiente que ponga fin a la ocupación que comenzó en 1967.

La agenda trasatlántica es, por supuesto, mucho más amplia: Afganistán, China, Rusia, el calentamiento global, la reforma de la ONU, la revisión del Tratado de No Proliferación, la Ronda de Desarrollo de Doha... Todos estos asuntos exigen un enfoque común por parte de los Estados Unidos y de la UE. La buena noticia es que hay un tono nuevo y mejor en las relaciones trasatlánticas. Ambas partes se escuchan con atención. Tenemos que edificar a partir de ese diálogo una acción concertada que dé repuesta a los numerosos desafíos que ambos afrontamos en materia de seguridad. La visita del presidente Bush nos ofrece una excelente oportunidad para reactivar ese partenariado trasatlántico basado en la acción común.